Análisis

P. Pedro Rentería: “¿Apaños?”

apaño

De la serie: “A ti, joven campesino”

Estoy seguro de que con esa buena colaboración de familias, grupos parroquiales y de amigos que se ofrecen para cocinar y repartir a niños trabajadores y sus familias, conseguiremos cubrir las necesidades que surjan -respondí-“

Buen día -o buena noche-, chicos del hogar-internado. Aprovecho la columna de hoy para comentaros algunas cosillas a propósito de la Navidad que nos rodea. Quisiera que fuera una reflexión que os acompañara en algún momento de este receso veraniego.

Y es que recuerdo la pregunta de uno de vosotros en la víspera de iros a vuestras casas para vivir, junto a las familias, unas semanas distintas de encuentro, trabajo, tiempo libre. Pido al buen Dios para que abunde la salud en estos tiempos de pandemia y las economías familiares no sean demasiado precarias.

Padrecito, háblenos de ese comedor popular de los sábados que ofrece almuerzo para tanta gente… En estos días, ¿habrá para los muchos migrantes pobres que vienen a Sucre?

Te referías al comedor popular que con generosos voluntarios tenemos los días sábados en el parqueo militar, cercano a plazuela San Francisco, gracias al gentil permiso del señor Coronel.

Estoy seguro de que con esa buena colaboración de familias, grupos parroquiales y de amigos que se ofrecen para cocinar y repartir a niños trabajadores y sus familias, conseguiremos cubrir las necesidades que surjan -respondí-.

Esta breve conversación que tuvimos me llevó a otra cavilación: siempre he pensado y dicho que el tal almuerzo de los sábados es solo un detalle, un gesto de cariño, una pequeña asistencia para personas que sufren estrecheces y todos los días. Y que el tiempito que nos ocupa sirve para dialogar, conocerlas, hacernos cargo de sus circunstancias de vida. En el caso de los niños, aprovechamos para organizar algún juego, reír con ellos, disfrutar de su vivacidad y picaresca.

Quisiéramos tener más tiempo, esos sábados a partir de las 12:30, para facilitar una cierta formación a peques y a adultos en temas importantes: desde apoyo académico hasta charlas sobre derechos, desde temas de urbanidad hasta aspectos necesarios de salud e higiene.

Esperemos poder hacerlo en el flamante 2022 que se nos acerca. Siempre el tiempo nos juega malas pasadas, como se dice.

Lo cierto es que animamos e invitamos a quienes deseen para que se acerquen a nuestro comedor y nos acompañen. Sería una buena experiencia de solidaridad y de conocimiento de otras realidades que tenemos muy cerca.

Me parece que estos esfuerzos fraternos que realizamos en nuestra sociedad desde diferentes ámbitos, públicos y privados, son “apaños” que ayudan parcialmente a muchos. Lo escribo con el mayor respeto hacia las instituciones que los procuran. Porque el entorno social es complejo y las estructuras humanas son limitadas. Por tanto, nunca llegamos a conseguir completamente los cambios profundos que deseamos.

Necesito mirar el diccionario. Ya sabéis, changuitos, que es un buen amigo para conocer palabras. Las palabras nos ayudan a comunicarnos y la buena comunicación nos crece, nos libera, nos anima, nos acerca a las penurias de los demás.

Copio una de las definiciones de “apaño”: Compostura, reparo o remiendo hecho en alguna cosa. Quizá son “remiendos” lo que conseguimos realizar en nuestro contexto social necesitado. Más cuando la pandemia nos ha golpeado tanto.

Cuando les digo a los chavalines que “voltean” en los cruces de las calles de Sucre, que no hagan eso, que es peligroso para su integridad física…”

Salvo excepciones muy puntuales, y generalmente frágiles, ninguna revolución social ha conseguido ese cambio profundo de estructuras y de medios que eleven la calidad de vida de todos. El paraíso en la tierra es una quimera. La mayoría han sido revoluciones repletas de violencia, venganza y corrupción que no permitieron la transformación del corazón. La única capaz de ayudarnos.

Pienso todo esto cuando sigo viendo niñas y niños trabajando en condiciones duras. Cuando les digo a los chavalines que “voltean” en los cruces de las calles de Sucre, que no hagan eso, que es peligroso para su integridad física. Cuando los veo con poca ropa en días lluviosos o fríos. Cuando la niña de calle Dalence me ofrece sonriendo su chocolate tan rico. Cuando la abuelita sigue pidiendo en una de las esquinas de la Catedral. Cuando…  Son ejemplos sencillos que transfiguran las otras, las otras grandes calamidades de la humanidad.

Nuestro Maestro de Nazaret, el Señor Jesús, habló de un Reino que Él inauguró al recorrer, en la Baja Galilea, las aldeas pobres, saturadas de enfermos y excluidos. Y les llevaba su mensaje de amor y compasión. Quizá también fueron apaños que hoy nos siguen interrogando para continuar elaborando el compromiso personal y social por ese Reino.

Y ustedes, chicas y chicos, sean protagonistas ya de esta revolución. Feliz año 2022.

 

(P. Pedro es Comunicador Pastoral)

[Imagen: pinterest.es]