El secretario general adjunto de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), el sacerdote José Fuentes, en conversación con Página Siete, explica por qué la Iglesia Católica se opone a la ley que levanta la intangibilidad del TIPNIS y al proyecto que amplía las causales del aborto legal.
Sugiere al Gobierno una nueva lectura de lo que dijo el Papa y critica a Evo Morales por ser presidente del Estado y de los cocaleros, al mismo tiempo.
En los últimos días han vuelto las tensiones entre la Iglesia y el Gobierno por el TIPNIS. ¿Cuál es su punto de vista sobre la ley aprobada?
Los obispos han fijado su postura sobre el tema del TIPNIS en la Carta Pastoral: “El universo don de Dios para la vida”. No es una postura coyuntural, sino de fondo. La Iglesia en Bolivia piensa que los parques naturales son garantía de futuro ante un grave problema de la humanidad, que es la destrucción del medioambiente por razones económicas. Una de esas razones es la economía de la coca, que está en el fondo de esta discusión. No nos engañemos, no podemos hablar de amor a la Madre Tierra y luego actuar contra la tierra, como está sucediendo con esta ley. Cuando la economía se pone por encima de valores como los intereses de los pueblos indígenas, la protección de la tierra, por encima del cuidado del medioambiente o, incluso, por encima del valor de la vida misma, podemos hablar de neoliberalismo. Desde ese punto de vista, en la Asamblea Plurinacional se están tomando últimamente decisiones de corte neoliberal.
¿En su criterio, cuál es el interés que está detrás?
El TIPNIS es un gran regalo de Dios para toda Bolivia, es un tesoro, un bien que hay que preservar, pero hay que lamentar que ha comenzado su destrucción a base de intereses oscuros. Es la misma mano invisible que se oculta tras el repentino interés por despenalizar el aborto. Esa mano invisible es el interés económico.
Luego volveremos sobre el aborto y la coca, pero ahora quisiéramos una evaluación sobre la relación de la Iglesia con el Gobierno. Hubo muchos momentos de tensión, pero también de acercamiento como cuando llegó el Papa.
Yo diría que la venida del Papa fue como una especie de paréntesis de una relación que en general ha estado marcada por la distancia, y luego unas relaciones a través de comunicados que hace la Conferencia, y las respuestas por parte del Gobierno que en muchos casos han sido bastante violentas. Pero no la podríamos llamar una relación cordial. Por parte de la Conferencia Episcopal nos hemos dirigido muchas veces a las autoridades pidiendo este diálogo y a veces no hemos obtenido ni siquiera respuesta. La llegada del Papa fue un verdadero paréntesis, aunque fue un trabajo que no estuvo exento de tensiones porque también hubo sus intentos de manipulación política de esta visita, pero volvimos de nuevo a lo mismo. Ahora nos parece que estamos en un momento diferente donde hay como más receptividad al diálogo con la Conferencia Episcopal.
¿A qué se refiere?
Hay una nueva actitud. Hemos mantenido, por ejemplo, una reunión en la Conferencia Episcopal con el ministro de Justicia, Héctor Arce, donde hemos visto una actitud de mucho diálogo. También puede haber el deseo por parte de los obispos y por parte del Gobierno también de que pudiera haber un encuentro con el Presidente.
El hecho de que Bolivia sea un Estado laico desde 2009, ¿no marca otro tipo de relación?
Bueno, los obispos ya han dicho en la carta pastoral que escribieron el año 2010 que se sienten cómodos en nuestro Estado laico, porque significa que el Estado garantiza la libertad de todas las religiones, aunque me animaría a decir que muchas veces no parece un Estado laico porque se le da más importancia, por ejemplo, a los ritos ancestrales que a la misma religión católica que es la que profesa la mayoría de los bolivianos.
¿Usted cree que este gobierno ha ideologizado la relación con la Iglesia?
Está todo demasiado politizado, demasiado ideologizado; por ejemplo, cuando se habla de descolonización, se mete todo en la misma bolsa como que todo fuese lo mismo y no es así. Yo creo que nos tendrían que preocupar temas fundamentales como es la calidad de la educación, el acceso a la salud.
Esta relación tirante, ¿cómo afecta a las obras de la Iglesia?
Por ejemplo, ha habido bastantes problemas en el tema del doble aguinaldo a nivel de obra social de la Iglesia. Somos conscientes que no se puede dejar de cumplir con todas sus obligaciones legales, impositivas, eso siempre lo hemos tenido claro, pero el problema del doble aguinaldo, por ejemplo, es que trata igual a las empresas que tienen afán de lucro y a obras sociales que viven de ayudas que vienen de afuera. Nosotros sí que hubiéramos querido dialogar más sobre estos temas, hallar algún tipo de ayuda por parte oficial, porque al fin y al cabo nosotros trabajamos con un niño de la calle, trabajamos en un hogar de ancianos en una residencia o en un centro de salud, ahí se está haciendo una labor de suplencia del Estado.
Usted habla de las tensiones; sin embargo, el discurso del Papa fue muy afín al del Gobierno, llegando a decir que le gustaba el proceso de cambio. ¿Cómo han evaluado ustedes este hecho?
Si se analiza bien el discurso del Papa, te das cuenta de que se ha manipulado mucho porque efectivamente él dijo esa frase, pero también dijo muchas otras frases, como que hay que lograr trabajo, techo y tierra para todos los bolivianos. También habló de cambios personales e hizo una alusión al poner el poder como lo primero de todo, porque el proceso de cambio efectivamente llegó dando mucha esperanza de cambio a todos los bolivianos, pero actualmente también se ha convertido en un proyecto de poder, para quedarse en el poder a toda costa, más que por un verdadero servicio. Si se escucha al Papa en su totalidad, yo creo que podríamos aprender mucho, pero si solamente se saca una frasecita, no. Entonces, manipulamos, manipulamos lo que el Papa ha dicho.
¿Usted diría que el Gobierno no está escuchando ese mensaje del Papa?
Yo digo que no lo está escuchando en su totalidad, tendría que darle una lecturita completa y que nos sirviera a todos.
¿La Iglesia se opone a ampliar las causales del aborto legal; sin embargo, tiene alguna propuesta alternativa para encarar mortalidad materna que tiene entre sus causas al aborto ilegal?
Este es un argumento que se suele utilizar, pero de la mortalidad materna no tenemos datos reales porque estamos hablando de un tema clandestino. Nosotros, como creyentes que somos, creemos que la vida es un don que nos da Dios y nosotros tenemos que protegerlo. Nosotros creemos que en la nueva propuesta no se está teniendo en cuenta la protección de la vida; además, nos parece que es un proyecto que es anticonstitucional porque nuestra Constitución es defensora de la vida; también nos parece que está en contra del Código del Niño, Niña y Adolescente, que también reconoce los derechos del que no ha nacido todavía.
¿Ustedes quisieran plantear estos argumentos al Presidente en una eventual reunión?
Seguramente es uno de los temas que tendríamos que dialogar en un encuentro con el Presidente. A nosotros nos parece que el Presidente, en las ocasiones que él se ha expresado personalmente, es sensible a este tema de la vida. Tendrá sus presiones, sabemos que hay presiones internacionales, hay intereses de ONG que están detrás del avance de la despenalización del aborto.
Y, ¿la Iglesia no ha visto el contexto internacional del tema? Porque en otros países hay grandes avances para no penalizar a las mujeres por el aborto.
La Iglesia tiene una postura igual en todos los lugares, en ningún lugar del mundo digamos que defienda que el aborto no hay que penalizarlo.
Pero en ninguna parte se moviliza como en Bolivia en contra del aborto.
Es que es muy diferente, una sociedad como la europea, que ha llegado a un nivel tremendo de secularización, donde tanta gente ha perdido la sensibilidad a este valor de la vida, por la fe en Dios. Yo no creo que esto (la propuesta de ampliar las causales del aborto legal) esté surgiendo de la base, de la gente. La boliviana todavía es una sociedad mayoritariamente creyente y para los creyentes sean de cualquier religión, el respeto a la vida es un valor primario.
Pero también el país es mayoritariamente pobre. Y son las mujeres más pobres las que sufren porque no tienen dinero para un aborto seguro.
Justo es uno de los temas que nosotros no vemos (como válido) de esta propuesta, los que pagan la penitencia son los pobres, a los que en primer lugar se les quita el derecho a nacer. La pobreza no puede ser la justificación para nada, pero menos aun para no tener derecho a nacer. El problema del aborto y el derecho de la mujer al uso de su propio cuerpo sin duda existe, pero hay un derecho anterior que es el derecho del que no ha nacido todavía.
Una de las bases de la Iglesia Católica es el perdón. ¿Por qué entonces se promueve la penalización de una mujer que aborta y no se la perdona?
Bueno, pero también se promueve el encarcelamiento de cualquiera que mate a alguien.
Pero, en ese caso es un problema de las leyes, no de los sacerdotes.
El problema es que para ti tal vez eso no es un crimen, para mí sí, o sea la sociedad tiene que penalizar lo que considera que le perjudica, y el aborto es un perjuicio al que no nace.
¿Qué hacer entonces con las mujeres que han sido violadas y han quedado embarazadas?
He tenido la oportunidad, por mi ministerio sacerdotal, de acompañar algún caso y se puede pasar de la decisión de abortar a la decisión de aceptar esa vida, porque en el caso de una violación es verdad que la mujer es víctima, pero también es verdad que el que no ha nacido también es víctima de esa situación. No creo yo que se resuelva el caso de una violación con una violencia todavía mayor sobre el que no ha nacido.
Ante la realidad de pobreza y abandono de mujeres y niños, ¿por qué no ceder por lo menos en el tema de los anticonceptivos?
Tiene que ver con la fe. El problema es que no son las soluciones. Ni el aborto es solución, ni el uso de anticonceptivos es solución. Para nosotros la solución es una verdadera y profunda educación sexual. No se resuelve repartiendo preservativos a los jóvenes porque con eso les estamos diciendo que la sexualidad fuese una especie de diversión.
¿Usted qué opina de la ideología de género?, ¿cómo la describiría?
Nosotros sabemos que siempre ha habido en la historia de la humanidad problemas de tendencias sexuales. Lo que hace la ideología de género es intentar resolverlo con una falsa solución. Nosotros no nos metemos con las tendencias de las personas, somos respetuosos, pero el problema es que la sociedad tiene como base precisamente la protección de la familia que solamente puede venir de una unión heterosexual. Por tanto, no es igual ofrecer todas las opciones como absolutamente iguales.
¿Cuál es su percepción respecto a la acción del Gobierno en materia de lucha contra la delincuencia y narcotráfico?
No es falso lo que ha dicho la Conferencia Episcopal alguna vez de que en Bolivia ya había verdaderos cárteles organizados. Yo creo que el Gobierno se esfuerza con las fuerzas de orden, la Policía, pero a mí me parece que hay una raíz importante que es el crecimiento de la coca, de la cocaína, que está costando que lo quieran reconocer. Los que estamos en contacto con la gente vemos que va entrando la cocaína, que se vende la marihuana y esto influye en este crecimiento de la violencia.
El Gobierno ha rechazado la posición de los obispos al respecto. ¿Ustedes van a seguir haciendo notar esta situación?
La Iglesia no sería la Iglesia Católica si no dice lo que ve de la sociedad. La carta pastoral sobre el narcotráfico y la drogadicción, la verdad es que fue una carta dirigida a toda la sociedad boliviana, no era un ataque al Gobierno, pero el Gobierno tuvo una respuesta de mi punto de vista exageradamente de defensa, se ha puesto a la defensiva bastante exagerada.
¿Qué debería hacer el Gobierno con esta problemática? ¿Erradicar cocales? ¿El Presidente debería dejar de ser presidente de las federaciones del trópico?
Me parece una contradicción ser presidente de todos los bolivianos y presidente también de una parte con tantos intereses. La nueva ley de coca ya vemos los problemas que está atrayendo y va a seguir trayendo, porque yo creo que proliferan extraordinariamente cultivos de coca que no van para el uso tradicional, sino que van también para otros usos. Una sociedad que base su progreso económico en la coca y en la cocaína no va bien, porque la coca, si bien tiene una cantidad de usos tradicionales, también tiene el uso de la cocaína.
