El pasado 5 de febrero de 2014 el Comité de la ONU en Ginebra para los Derechos del Niño dio a conocer unas observaciones a la Santa Sede en las que le acusa de un enfrentamiento frente a las Naciones Unidas, referido específicamente a los abusos contra los menores de edad, practicados por algunos clérigos de la Iglesia Católica.
La Santa Sede a través de su portavoz el P. Federico Lombardi, ha respondido recordando que la Santa Sede ha dado desde el principio “un fuerte apoyo moral a la Organización de las Naciones Unidas, como lugar de encuentro entre las naciones”. Este apoyo lo comprueban las visitas de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI a la sede las Naciones Unidas, así como los numerosos documentos e intervenciones de la Santa Sede en los más altos niveles de la ONU.
Específicamente la Santa Sede indica que fue uno de los primeros países en adherirse a la Convención para los Derechos del Niño de 1989 y subraya la gran labor desarrollada por la Iglesia desde siempre, “inspirada en el comportamiento de Jesús descrito en el Evangelio”. También explica que el Vaticano ha enviado regularmente los informes solicitados y cumplido las recomendaciones que le hicieron.
En la nota de prensa el Vaticano explica, además, que para verificar cómo se está cumpliendo la Convención de los Derechos del Niño, el Comité con sede en Ginebra recibe los informes de los diversos Estados que adhieren y les hace observaciones. Lombardi recuerda que sobre las recomendaciones dadas por el Comité sobre la infancia “casi nunca se escuchó un eco de la prensa internacional, incluso en países en los que hay incumplimiento de derechos humanos y de la infancia notablemente graves”.
Por eso se extraña del último informe acusatorio del Comité de la ONU a la Santa Sede que no toma en cuenta las respuestas escritas y orales, dadas por el Vaticano. La insistencia en algunos casos particulares del pasado, hace pensar que se ha dado más atención a lo dicho por ONGs contrarias a la Iglesia que no quieren reconocer lo que ha sido realizado por la Santa Sede en la Iglesia en estos años recientes, al reconocer errores, al renovar las normativas, al desarrollar medidas formativas y preventivas”. Por eso, concluye, que “pocas o ninguna otra organización o institución ha hecho lo mismo que la Santa Sede”.
Todo ello, concluye el P. Lombardi, hace pensar que las observaciones del Comité de la ONU superan sus competencias propias, al interferir en las posiciones doctrinales y morales de la Iglesia Católica, dando indicaciones que implican evaluaciones morales sobre la contracepción y el aborto, o la educación en las familias, o la visión de la sexualidad humana, a la luz de una propia visión ideológica de la sexualidad.