Análisis

Víctor Codina: No Divinizar Ni Demonizar

Siempre tenemos la tentación de divinizar lo nuestro y satanizar lo ajeno. Esto vale tanto para el ámbito filosófico y religioso como  para el cultural y político. Sacralizamos  y divinizamos nuestras estructuras religiosas, nuestros sistemas filosóficos, nuestras culturas, nuestros líderes políticos y demonizamos y condenamos a los “otros”, a los que no piensan como nosotros, a los que son diferentes…

Por esto ha habido guerras religiosas y “herejes” condenados a la hoguera, por esto los emperadores romanos  se proclamaban dioses y martirizaban a los que no les ofrecían incienso, por esto Hitler eliminó a cinco millones de judíos en nombre de la sagrada raza aria,  por esto los comunistas rusos condenaron al Gulag a millones de  disidentes. Lo mismo sucede con culturas y nacionalismos: por esto hubo una guerra en los Balcanes entre serbios, croatas y bosnios, por esto hay conflictos entre Palestina e Israel,  entre tutsis y hutus, entre facciones del Islam… Siempre existe el peligro de mitificar la propia nación, la propia cultura, la propia religión y condenar y demonizar  a los demás.

En América Latina han surgido terribles dictaduras que en nombre de la Doctrina de la seguridad nacional y de la Civilización cristiana occidental han torturado y asesinado a miles de personas. Todavía hay presos políticos en algunos lugares. Hay peligro de mitificar la cultura originaria o al revés la cultura moderna occidental y condenar a las “otras” culturas. En política se tiende a sacralizar al propio gobierno y a convertir a los líderes en nuevos mesías, condenado a la oposición al ostracismo; a su vez  la oposición  se presenta como la única salvación del país.

Nos cuesta mucho superar el maniqueísmo del todo o nada, de que solo nosotros poseemos el bien y el mal está en los demás. Nos cuesta admitir que nadie posee la verdad absoluta, que todos tenemos defectos y errores, que todos podemos aprender de los demás, que no puede haber un pensamiento único, que no se puede engañar al pueblo con medias verdades o con mentiras, ni podemos silenciar hipócritamente  los propios defectos y siempre culpar de los fracasos a los demás. No podemos convertir en enemigos a los que piensan o son  diferentes. Necesitamos de los demás, de los otros y de las otras, para entre todos buscar el bien común de la sociedad, sobre todo de los más marginados.

Esto no es relativismo ni falso irenismo, sino aceptación de la limitación humana y de la necesidad de pasar del anatema al diálogo, pues incluso la herejía es una verdad que se ha vuelto loca…

Los cristianos tenemos un solo Señor y un solo Dios y Padre de todos (Ef 4,5-6), todos somos hermanos y hermanas, todos somos pecadores que debemos pedir perdón y perdonar, nadie tiene la exclusiva de la verdad ni del Espíritu, entre todos hemos de buscar la verdad y luchar por construir un mundo mejor, edificar una sociedad más justa y libre, que respete la naturaleza y se acerque al proyecto del Reino de Dios, aun reconociendo que en este mundo hay siempre trigo y cizaña, muchas veces muy entremezclados (Mt 13,24-30).

El no divinizar ni demonizar es necesario recordarlo siempre, pero sobre todo en tiempo de elecciones. No comment!..