6º Domingo de Pascua – 26 de mayo de 2019
El Sueño de Dios
Queridos hermanos.
El Salmo de la Misa hoy expresa un gran sueño:
“Que todos los pueblos te den gracias. Que canten de alegría las naciones,
gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra.”
Las demás lecturas hoy también nos presentan el sueño de Dios para la humanidad:
Jesús nos desea la paz, su propia paz, pero no como la da el mundo, ya que la paz del mundo se basa en las amenazas de guerra o en la imposición de los fuertes sobre los débiles. En cambio, la paz de Cristo es la del Resucitado que, habiendo conocido la crueldad de la cruz y la realidad de la muerte, también sabe que no es más que un instante, en comparación con el eterno amor de Dios vivo.
Apocalipsis nos presenta la Jerusalén celestial que brilla con el resplandor de Dios mismo. No es parte de la lectura hoy, pero a mi me gusta la parte donde dice que las calles son pavimentadas con oro transparente. Nada de calles de tierra con agua servida. Por estas calles se pasa con toda tranquilidad apreciando la divina belleza que inunda todo y todos.
La primera lectura recuerda la determinación del Concilio de Jerusalén para la vida de los creyentes; los saluda y les dice: El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables. La vida cristiana, vivida plenamente no consiste de cargas e imposiciones, sino de la libertad de espíritu y corazón de quienes gozan del don del Espíritu Santo. Como Jesús explica en el Evangelio: “El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.”
El Señor nos está invitando hoy a compartir sus sueños. Son sueños para quienes ya conocemos la frustración, la decepción y hasta la traición. Son sueños para quienes conocemos nuestras propias debilidades y pecados. Las realidades tristes que experimentamos y enfrentamos amenazan con quitarnos la esperanza y el gozo de la vida. Pero Dios conoce todo esto mejor que nosotros y pone remedio.
Un hombre santo, cuando escuchaba las preocupaciones pesimistas de algunos, solía aconsejar: “No te preocupes; todo va a salir mal”. Me refiero a P. José Walijewski; sacerdote que inició la misión que me trajo a mi a Bolivia; luego se trasladó al Perú donde fundó un hogar para niños y adolescentes de la calle en la Villa El Salvador, donde llegaban miles de migrantes del campo en tiempos del Sendero Luminoso. El ha fallecido hace 10 años, pero la misión y el hogar continúan. Como muchos otros, ahora nos espera en el cielo con los demás santos.
Los sueños de Dios para la humanidad son visibles en los ojitos de cada bebé que nace en este mundo, como también en los ojos de sus papás al contemplarlos. Pues, Dios los contempló primero, y a ambos los creo en su imagen y semejanza. Los creó para disfrutar de la vida en abundancia con gloria, dignidad y gozo.
Mejor que nosotros, Dios conoce a fondo todos los obstáculos para que sus sueños se conviertan en realidad. Por ejemplo, tiene que poner al Diablo en su lugar, y arreglar todos los problemas ocasionados por el pecado. Pero, gracias a su hijo Jesucristo, ya ha avanzado mucho. Ha puesto en marcha una dinámica que no puede fallar. Pues con su muerte y resurrección, ha dejado a Satanás sin argumento e impotente. ¿Qué puede hacer el Acusador, si Dios nos perdona?
Y para seguir avanzando, Dios nos invita a participar de las soluciones que El, en su infinita sabiduría, nos propone. Y por sí acaso, no nos sentimos capaces de contribuir mucho al respeto, nos da el Espíritu Santo Paráclito para habitar en nosotros, darnos fuerza y luz en todo momento. No hay donde perderse. Él nos enseñará todo y nos recordará lo que Jesús nos ha dicho. ¿Qué más quiere?
Bueno, yo quisiera un poco más dinero; me hace falta para un montón de cosas. Cuando los carismáticos cantan: “Manda fuego, Señor, manda fuego, Señor; manda fuego espiritual”, a mi me gusta cantar “Manda plata, Señor, manda plata, Señor…”.
En realidad, no hay nada malo en pedir a Dios dinero, salud y éxito en todas nuestras empresas y proyectos; Proverbios 16,3 dice: “Encomienda tus obras al Señor, y se realizarán tus proyectos.” Y Jesús dice: “Piden, y se les dará” (Mt 7,7). Sólo hay que tener la humildad de saber que, a veces, pedimos tontamente, por lo que conviene suplicar también un poco de sabiduría divina para administrar bien sus muchos dones, especialmente la vida misma. Cuando pedimos una ayuda especial de Dios frente a cualquier situación, hay que orar también como nos indicó Jesús: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo…”
Pues, su santa voluntad suele ser mejor que la nuestra. Contiene todo el sueño de Dios para nuestro bienestar terrenal y celestial. El, antes que nadie, nos regala la vida en este universo maravilloso. Nos permite experimentar el amor en todas sus dimensiones: de familia, de amistad, de enamorados y de ángeles. Él nos desea la paz que El mismo experimenta como Todopoderoso. El nos ofrece la salvación en Cristo y nos acompaña con su Espíritu. Nos consuela con María, madre de Jesús, y madre nuestra. Por encima nos promete la vida eterna y la resurrección. Y su sueño es más apasionando y ardiente que los nuestros.
¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias!
Que Dios nos bendiga, y lo teman los confines de la tierra.