Al compartir su homilía de este Domingo de Ramos, monseñor Adolfo Bittschi, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Sucre y director nacional de las Obras Misionales Pontificias, pidió que en este tiempo reflexionemos sobre el amor que Jesús tuvo por nosotros, y pidamos la gracia de vivir para servir, aún en medio de las dificultades.
En la oportunidad recordó una homilía del Papa Francisco, resaltando: “Jesús se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo, estas palabras del apóstol San Pablo en la carta a los Filipenses, nos introducen en la Semana Santa, donde la palabra de Dios nos muestra a Jesús como siervo, el siervo que lava los pies a los discípulos el Jueves Santo, el siervo que sufre y que triunfa el Viernes Santo. Dios nos salvó sirviéndonos, normalmente pensamos que nosotros somos los que servimos a Dios; sin embargo, es Él que nos sirvió primero, porque nos amó primero. Es difícil amar sin ser amados y es más difícil servir si no dejamos que Dios nos sirva. Y ¿cómo nos sirvió el Señor?, pues dando su vida por nosotros. Él nos ama pagando por nosotros un gran precio, pues su amor lo llevó a sacrificarse por nosotros, a cargar sobre sí todo nuestro mal, esto nos deja con la boca abierta. Dios nos salvó dejando que nuestro mal se ensañase con Él sin defenderse, con la humildad, la paciencia, la obediencia del siervo, simplemente con la fuerza del amor y la fuerza del Espíritu Santo”, dijo.
Manifestó que el Señor nos sirvió, hasta el punto de experimentar las situaciones más dolorosas de quien ama, la traición y el abandono. “Jesús sufrió la traición del discípulo que lo vendió, Judas Iscariote, y del discípulo que lo negó, Pedro. Fue traicionado por la gente que lo aclamaba y que después gritó ¡sea crucificado! Fue traicionado por las autoridades religiosas que lo condenaron injustamente y por la autoridad política que se lavó las manos. Pensemos en las traiciones que hemos sufrido en la vida, es terrible cuando se descubre que la confianza depositada ha sido defraudada, nace tal desilusión en lo profundo del corazón que parece que la vida ya no tuviera sentido, esto sucede porque nacimos para amar y ser amados, lo más doloroso es la traición de quien nos prometió ser fiel, estar a nuestro lado para siempre. No podemos ni siquiera imaginar cuán doloroso haya sido para Dios”, expresó el obispo.
Monseñor invitó a examinarnos, ser sinceros con nosotros mismos, reconocer nuestros pecados y reconciliarnos como hermanos: “lo hizo por mí, por ti, lo ha hecho para decirnos no temas, no estás solo”, “en estos días pongámonos ante el crucificado, pidamos la gracia de vivir para servir, contactemos al que sufre y no pensemos en lo que nos falta, sino en el bien que podemos hacer, animémonos en el servicio, es cierto que cuesta perdonar, pero el camino de amar y servir es el que triunfa”.
[Fuente: Prensa CEB – Bolivia Misionera]