Destacadas

Mons. Sergio Gualberti: La lucha no debe ser contra los “hombres topo” sino contra los corruptos de guantes blancos

En su homilia dominical el Arzobispo de Santa Cruz, indicó que el amor a Dios es la base de todos los preceptos. Asimismo el amor al prójimo porque sin amor al prójimo no puede haber amor a Dios.

Luego Mons. Gualberti hizo una descripción concreta del amor de Dios: Es sincero, entregado y servidor. Luego exhorto al pueblo de dios a brindar amor al extranjero, brindar amor al migrante, brindar amor al refugiado ya que todos los seres humanos somos extranjeros en esta tierra y estamos llamados a compartir la creación en igualdad de oportunidades, estamos llamados a dar amor a todos, especialmente a los desfavorecidos y oprimidos del pueblo.

Por otro lado Mons. Sergio exhortó al pueblo de Dios a rechazar toda injusticia, tiranía y exclusión e indicó que se debe entender que la lucha de la sociedad no debe ser contra los hombres que han caido en adicciones o alcoholismo o como se los vino a llamar de forma despectiva “hombres topo” sino contra los corruptos de guantes blancos por que el corrupto solo conoce la complicidad y enemistad.

El arzobispo parafraseando al Papa Francisco sostuvo que la corrupcion es “un proceso de muerte” entonces planteo que todos estamos llamados a vencer toda tentación de poder y tener. Finalmente indico que estamos llamados a no ceder el paso a evocaciones paganas y agenas a nuestra cultura como las que se manifiestan en el mundo comercial como el “halloween” y tener muy en cuenta que la vida y esperanza de Jesus brilla por encima de los signos de muerte de nuestro mundo.

HOMILIA DE MONS. SERGIO GUALBERTI
PRONUNCIADA ESTE 29 DE OCTUBRE DE 2017
EN LA CATEDRAL DE SAN LORENZO MARTIR

El amor a Dios es la base de todos los preceptos
El clima de controversia entre Jesús y los sectores del poder religioso y político, al igual que los domingos anteriores, es lo que caracteriza el texto del evangelio de hoy. Esta vez es un representante del judaísmo oficial que, al enterarse del fracaso de los saduceos, busca poner a prueba a Jesús, preguntándole sobre el mandamiento más importante de la ley de Moisés. Jesús, responde con las mismas palabras de la ley: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu”. El amor a Dios es la base de todos los preceptos, amor que nos involucra con todas nuestras facultades y fuerzas y que pone Dios al centro de nuestra existencia, ordenando todo desde ese amor primero.

Sin amor al projimo no puede haber amor a Dios
Pero, el amor a Dios no nos encierra en una relación narcisista, sino que nos abre al amor hacia los demás: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Sin el amor al prójimo no puede haber amor a Dios, afirma con fuerza el apóstol San Juan: “El que dice – amo a Dios – y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve”.

El amor de Dios es sincero, entregado y servidor
El amor a Dios y a los hermanos, es participación del mismo amor con el que Dios nos ha hecho partícipes de su vida, un amor que no es emoción, sentimiento o pasión, sino adhesión sincera, entrega y servicio, haciendo de nuestra vida un don para Dios y los demás al igual que Jesús.

Amor al extranjero
Al respecto, la primera lectura sacada del Libro del Éxodo, nos da un ejemplo concreto de lo que significa cumplir los mandamientos del amor: “No maltratarás al extranjero ni lo oprimirás, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto”.

Amor al migrante
En esa sociedad el extranjero era totalmente desamparado, víctima de toda clase de abusos sin posibilidad de que le hicieran justicia. Esta actitud hacia los extranjeros, no es propia del mundo de entonces, sino que también hoy asistimos al drama de tantos migrantes en el mundo y también en nuestro país, de personas que dejan su tierra natal en busca de nuevas oportunidades de vida o de refugiados que huyen de la persecución política o religiosa.

Amor al refugiado
Muchos de ellos no logran cumplir con su sueño, porque víctimas del tráfico y trata de personas o porque mueren por las difíciles condiciones por las que deben pasar, como los miles y miles de prófugos de África y Medio Oriente ahogados en el Mar Mediterráneo.

Todos somos extranjeros en esta tierra
Dios recuerda a su pueblo que también ellos fueron extranjeros en Egipto y esto nos hace pensar que todos nosotros también somos extranjeros y de paso en esta tierra y que por tanto deberíamos ser solidarios y justos con todos, sin discriminar a nadie por su lugar de proveniencia.

Llamados a compartir la creación en igualdad de oportunidades
En particular, los cristianos, conscientes de que todos somos hijos del mismo Padre y redimidos por Jesucristo, debemos luchar en contra de toda xenofobia y considerarnos todos como verdaderos hermanos, llamados a compartir en igualdad de oportunidades los bienes de la creación, derribando fronteras y muros, y creando puentes de comprensión, solidaridad y fraternidad.

Llamados a dar Amor a los desfavorecidos y oprimidos del pueblo
Además de los extranjeros Dios indica explícitamente a otras categorías desfavorecidas y oprimidas en su pueblo: “No harás daño a la viuda ni al huérfano… Si prestas dinero… al pobre, no te comportarás con él como un usurero… si me piden auxilio, Yo escucharé su clamor…”.

Dios pide a su pueblo rechazar toda injusticia, tiranía y exclusión
Sin el amparo del varón la viuda y el huérfano arriesgaban perder sus bienes y ser sometidos a la esclavitud y estar a la merced de los poderosos. Dios afirma con fuerza que, como Padre justo y compasivo, no queda indiferente ante el sufrimiento de los más pobres y débiles, sino que escucha su clamor, asume sobre sí sus problemas, acude en su defensa y les rinde justicia. Si Dios pide a su pueblo no olvidar nunca que Él lo liberó de las injusticias y sufrimientos de la esclavitud de Egipto, es para que, una vez llegado a la tierra prometida, no caiga en el mismo sistema dictatorial de sus opresores y rechace toda clase de injusticias, tiranías y exclusión.

La lucha de la sociedad no debe ser contra los “hombres topo” sino contra los corruptos de guantes blancos
En nuestra sociedad también se da una realidad de desamparo e injusticia, hay tantas categorías indefensas e débiles como los niños huérfanos, los ancianos solos, las mujeres abandonadas, los mendigos y las personas en situación de calle. En estos días en nuestra ciudad se ha dado una intervención para sacar de la calle con fuerza a hermanos llamados “hombres-topo”. No olvidemos que son personas, por tanto es inaceptable esa denominación denigrante, discriminatoria e indigna de la dignidad de todo ser humano. Por otra parte, la lucha de la sociedad no debe ser en contra de estos hermanos, necesitados de medidas que les ayuden a superar sus dependencias y a la reinserción en el tejido social, sino en contra de delincuentes, como los corruptos que, aprovechando su poder, con guantes blancos se apropian de los bienes públicos destinados al bien común.

El corrupto solo conoce la complicidad y enemistad
Al respecto el Papa Francisco tiene palabras fuertes de condena: “El corrupto se cree un vencedor… se pavonea para menospreciar a los otros… no conoce la hermandad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad”.

La corrupcion es “un proceso de muerte”
Y sigue el Papa: es “un proceso de muerte” que se ha vuelto habitual en la sociedad y “un mal más grande que el pecado”,” y “la peor plaga social porque genera gravísimos problemas y crímenes que implican a todos”.

Llamados a vencer toda tentación de poder y tener
Queridos hermanos y hermanas, la solemnidad de “Todos los Santos” y la Conmemoración de los fieles difuntos, que celebramos miércoles y jueves próximos, nos llaman a vencer toda tentación de poder y de tener, y a poner nuestra mirada y esfuerzos en construir los bienes eternos que no conocen ladrones ni polillas, el horizonte definitivo de la vida plena y feliz en Dios.

No ceder el paso a evocaciones paganas y ajenas a nuestra cultura
Estas celebraciones religiosas, marcadas por tradiciones profundas y cargadas de esperanza, son expresión evidente de nuestro cariño para con nuestros seres queridos difuntos y de nuestra fe profunda en la vida en Cristo más allá de muerte, una fiesta que se podría bien llamarse “la fiesta de la vida”. Guardémoslas con mucho celo y no cedamos el paso al avance de “Halloween”, evocación pagana y ajena a nuestra cultura, impulsada por intereses meramente comerciales. En este sentido, diversas parroquias han tomado la iniciativa loable y a imitar, de vestir a los niños con los hábitos de su santo favorito, de convocarlos a orar y a celebrar con alegría a tantos buenos cristianos que nos han precedido en la fe y que ya gozan de la presencia eterna de Dios.

La vida y esperanza de Jesus brilla por encima de los signos de muerte de nuestro mundo
Por eso invito a todos ustedes a vivir con fe intensa y sincera el misterio de “la comunión de los santos” que profesamos en el “Credo”. Comunión entre vivos y difuntos en el amor de Jesucristo, el Señor de todos, “vida y esperanza” que brilla por encima de tantos signos de muerte de nuestro mundo.

Amén