Ojalá fuera este el compromiso de todos al iniciar el año nuevo que acogemos esta noche entre fiestas de baile, abundancias de comidas y bebidas, felicitaciones, abrazos y augurios de buena suerte. Siguiendo la tradición y asumiendo nuevas modas, se disparan cohetes, se ponen prendas de colores determinados, se comen doce uvas, se carga con una maleta, se consulta al horóscopo, a la cábala y a brujos. Pero, ¿todo esto traerá buena suerte en el 2018? ¡No! La suerte es ciega y nuestra vida solo está en manos de Dios. Todo lo demás es pura charlatanería.
Si queremos de verdad un año nuevo bendecido por Dios, debemos dar gracias a Dios por lo mucho que nos ha dado a lo largo del 2017 y poner bajo su mirada providente el que está por iniciar. El 2018 será bueno, si nosotros nos convertimos en hombres nuevos en Cristo, si nuestros hogares, como la Sagrada Familia, anunciamos el Evangelio de la familia, si testimoniamos la alegría y belleza de un hogar creyente, si somos solidarios con los hermanos más pobres y marginados y si nos comprometemos en favor de una sociedad justa, fraterna y en paz. Feliz Año Nuevo de reconciliación y paz para cada uno de nosotros, nuestras familias y todo nuestro País. Amén