Queridos hermanos y hermanas: Paz y bien.
El día 29 de abril, Domingo del Buen Pastor, IV Domingo de Pascua, celebramos la XLIX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. El tema escogido por el Papa Benedicto XVI es: “Las vocaciones don de la caridad de Dios”.
Son cuarenta y nueve años que venimos celebrando esta Jornada Mundial por iniciativa del Papa Juan XXIII. Desde esa fecha hasta el presente podemos afirmar con alegría que ha crecido el interés por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Asimismo, se ha tomado más en serio el mandato del Señor Jesús: “Oren para que el Señor envíe más operarios a su mies” (Mt 9, 38; Lc 10,2).
En su mensaje el Papa Benedicto XVI, partiendo de la definición de que “Dios es amor”, nos invita a ver todo, desde el “venir a la existencia” como la elección a ser santos como obra de su amor y, todo, “para llevarnos a la plena comunión con Él”. Todo es don de Dios.
Nos recuerda el Santo Padre que “San Agustín expresa con gran intensidad su descubrimiento de Dios, suma belleza y amor, un Dios que había estado siempre cerca de él, y que al final le abrió la mente y el corazón para ser transformado: ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mi y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Retenía lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y exclamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste y me curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré y ahora te anhelo; gusté de ti y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti” (Mensaje de Benedicto XVI en la XLIX Jornada Mundial de oración por las vocaciones).
Es el encuentro personal con Cristo el que nos puede conducir a sentir y vivir el amor de Jesucristo, como lo sintió San Agustín. “Se trata de un amor sin reservas que nos precede nos sostiene y nos llama durante el camino de la vida y tiene su raíz en la absoluta gratuidad de Dios” (Benedicto XVI).
La Jornada de Oración y la Semana Vocacional buscan que todos, especialmente los jóvenes, sientan la presencia amorosa de Cristo en medio de la lejanía de Él en la que se busca vivir. No hay duda que la gran mayoría de los jóvenes que eligieron ser cristianos, al igual que tantos y tantos adultos, viven en el deseo y anhelo de lo trascendente, de Dios, sin darse cuenta de ello.
Tenemos que buscar que cada cristiano, cada creyente, se sitúe ante Cristo, se encuentre con Él. Lo que va a ser que respondamos al llamado de Cristo no es tanto un profundo razonamiento intelectual, más bien es el encuentro con Cristo vivo, de este encuentro se podrá llegar a una respuesta generosa. Cristo, el viviente, es algo que en mi vida está sucediendo. No es algo que ya pasó.
Pensemos lo que les sucedió a Juan y Andrés cuando seguían a Jesús y Él se vuelve hacia ellos. ¡Cuál no fue el asombro y el gozo! Cuando estuvieron con Él aquella tarde. Así tiene que ser y seguir el encuentro con Jesús, el Hijo de Dios. Aquello fue un acontecimiento, sin previa preparación, Jesús se hizo presente en sus vidas y los llevó al cambio, al seguimiento fiel de Él. Nunca más volvieron atrás.
Benedicto XVI nos invita a vivir en Cristo, “tenemos que abrir nuestra vida a este amor; cada día Jesucristo nos llama a la perfección del amor del Padre. La grandeza de la vida cristiana consiste en efecto en amar ‘como’ lo hace Dios; se trata de un amor que se manifiesta en el don de si mismo fiel y fecundo” (Benedicto XVI).
El amor tiene como dos píes, si falta uno andaremos cojos en expresión de San Agustín. Por ello el Santo Padre, nos reflexiona sobre el amor de Dios, el llamado amor divino, y el amor al prójimo, sobre todo hacia los más necesitados y los que sufren, es el impulso decisivo que hace del sacerdote y de la persona consagrada alguien que suscita comunión entre la gente y un sembrador de esperanza.
La Jornada de Oración por la Vocaciones ha servido al Papa para hacernos un llamado, llamado que lo hago mío, al trabajo pastoral por las vocaciones. “Les exhorto con viva solicitud a prestar atención a todos los que en las comunidades parroquiales, las asociaciones y los movimientos advierten la manifestación de los signos de una llamada al sacerdocio o una especial consagración. Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables para que puedan aflorar tanto ‘sí’ en respuesta generosa a la llamada del amor de Dios” (Benedicto XVI).
Espero que todos, hermanas y hermanos, colaboremos en esta semana vocacional que organiza la Comisión Vocacional de la Arquidiócesis. Sobre todo pido que siguiendo el deseo de Cristo, se eleven oraciones especiales por las vocaciones sacerdotales y la vida consagrada, tanto personal como comunitaria. Así mismo que todos los jueves sea un día dedicado a orar por los sacerdotes y los candidatos a la vida sacerdotal.
Que María, Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, nos guíe en esta Jornada. Que el mes de mayo, dedicado a la virgen nos ayude a todos a seguir dando un “sí” radical como supo hacerlo ella.
Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
ARZOBISPO DE SUCRE