Análisis

Mons. Jesús Pérez: “El rectificar es de sabios”

Domingo tras domingo la Palabra de Dios va ayudándonos a poner todas nuestras acciones en hacer el bien y evitar el mal. La Palabra de Dios orienta toda nuestra vida para rectificar todo aquello que no está de acuerdo con los principios y valores que debieran regirnos. El mes de septiembre ha sido dedicado a la Biblia. Ese mes ha buscado socializar la importancia del conocimiento más profundo de la Sagrada Escritura. La Palabra de este domingo nos invita a valorar la oportunidad que tenemos cada día con las orientaciones que nos da para encauzar nuestra vida. El presente y el futuro es nuestro. Así encontramos en la lectura de Ezequiel, 18, 25-28, nos invita a confiar en la misericordia de Dios que da el perdón al que se convierte a Él y rectificar su actuar. No bastan las buenas intenciones, si no hacer lo que se dice. No se aplauden a los políticos por lo que dicen sino por ver que se cumplen sus promesas.

El profeta Ezequiel en la lectura de hoy marca un hito importante en la historia de las revelaciones de Dios a su pueblo. Todos estaban convencidos de una total solidaridad ante Dios que, los pecados y virtudes de los padres encontraban su retribución o castigo en las personas de los hijos y nietos. Ezequiel escribe en tiempos del destierro, dando esperanza al pueblo que había fallado a Dios. El pecado recaerá sólo en el que lo ha cometido. Cualquiera que se aparte del mal y practique la justicia y el derecho salvará su vida.

El evangelio nos orienta también en la misma dirección que, se puede decir, es consecuencia de la primera: no bastan las palabras, lo que cuenta son los hechos. Los destinatarios de la parábola son en primer lugar las clases dirigentes. Los describe Jesús en la persona del hijo que dijo “no” y en el que demasiadamente alegre dijo “SI”, pero no obedeció. Las clases dirigentes no acogieron las llamadas del Bautista y las de Jesús que los llamaban a cambiar de vida. Las palabras y los hechos del Papa Francisco son aplaudidos, pero no son acogidos.

Los que dicen “si”, muchos, seguramente, son luego consecuentes, o intentan serlo. Pero pueden ser que algunos pronuncien ese “sí” superficialmente por costumbre, sin personalidad, o por miedo. Por fuera dice “sí”, pero por dentro están diciendo “no “. Naturalmente, ni la parábola de Jesús, ni su aplicación hoy, son una invitación a imitar al hijo que dijo “no”, a las prostitutas, o a los publicanos, sino a imitar la capacidad de cambiar de conducta o de convertirse. Si esas personas están por delante en el Reino de Dios, no es por lo que han sido, por haber sido muchos los pecados que cometieron, sino por el cambio de sus vidas, por ejemplo, el buen ladrón que, a última hora, estando en la cruz. El ideal no es decir “no” y luego cumplir. El ideal es decir “si” y cumplir. Y, cuando hayamos dicho “no” por nuestra debilidad humana, que pensemos en ese dicho tan antiguo: “rectificar es de sabios”.

Sucre, 1 de octubre de 2017

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.

Arzobispo emérito de Sucre