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MONS. JESÚS PÉREZ: CARTA PASTORAL “AÑO DE LA FE”

Lema: “Por la fe, miramos el futuro con esperanza”. 

Queridos hermanos y hermanas:

El 11 de octubre inaugurará Benedicto XVI el AÑO DE LA FE (11 de octubre 2012 al 24 de noviembre 2013). Es un año en que el Papa nos convoca a todos los cristianos a caminar con él para renovar nuestra fe, la cual está contenida en el Credo. Además, es un año para relanzarnos en el anuncio público de nuestra fe, comprometiéndonos en la Nueva Evangelización.

De 1967 a julio de 1968 se celebró también el año de la fe que fue convocado por Paulo VI. Las circunstancias, sin duda, diferentes, pero aquel año de la Fe y, éste, en el siglo XXI, tienen la misma finalidad despertar, profundizar y crecer en la fe. En aquel año de la Fe (1967–1968) se iniciaba y se sentía ya un fuerte secularismo. Hoy ha crecido este fenómeno secularista, ello nos invita a reflexionar y profundizar la fe. ¡Cuánta necesidad tenemos todos de este AÑO DE LA FE!

El marco histórico religioso es el Concilio Vaticano II del cual recordamos los 50 años de su inicio. Estos cincuenta años del Vaticano II y los 20 de la publicación del Catecismo de la Iglesia por el beato Juan Pablo II, establecen la fuente doctrinal donde todos hemos de beber para vivir el año de la Fe. Sólo si tomamos conciencia de la importancia de la fe podremos encontrar el camino que nos lleve a revivir y reafirmar nuestra fe.

Hay que recordar lo que el beato Juan XXIII decía en la apertura del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre de 1962: “lo que principalmente atañe al Concilio es esto: que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado de forma cada vez más eficaz”. Por ello, a la hora de profundizar el Vaticano II en este año de Fe, nos es muy necesario conocer lo que el Papa y los obispos intentaron transmitir a lo largo de las reflexiones conciliares.

El Sínodo de obispos que se inicia este 11 de octubre en la ciudad del Vaticano, tratará el tema de la “Nueva Evangelización”. En este Sínodo se busca cómo llevar a cabo la gran tarea de la evangelización en un mundo que se caracteriza por grandes transformaciones culturales, que señalan el inicio de una nueva época donde la fe es sometida a una crisis creciente.

El mes de octubre es el mes de las misiones. Celebramos el 21 octubre, la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND). Debiera ser la jornada más importante del año para toda la Iglesia, pues la misión es la razón última de la Iglesia local como de la universal. Benedicto XVI intenta dar un impulso al espíritu misionero especialmente en los lugares donde se nota más fuertemente el secularismo.

Vivimos junto al secularismo secante la cultura del relativismo. Hoy más que nunca a causa del relativismo vivimos el subjetivismo de la fe. Se busca y se defiende esto, hasta tal punto que, se quiere construir un cristianismo a la “carta”. Un cristianismo autónomo. El gran mal que ha llegado a no pocos cristianos es que solamente toman como verdad aquello que es fruto de la verificación científica.

El Papa Benedicto XVI, hablando el 24 de mayo de este año a la Conferencia Episcopal Italiana decía refiriéndose al Vaticano II: “comprometía a los padres conciliares, a profundizar y a presentar esa doctrina perenne en continuidad con la tradición milenaria de la Iglesia: transmitir la doctrina pura e integra sin atenuaciones o alteraciones, sino de una manera nueva, como exige nuestro tiempo”. Estas expresiones de Benedicto XVI como las señaladas más arriba por Juan XXIII marcan pautas claras para la profundización del Vaticano II. Todos necesitamos leer y releer los textos del Concilio.

En nuestra iglesia sucrense, al igual que en toda Bolivia, a Dios gracias, podemos decir que el secularismo y relativismo no revisten los aspectos de aquellos países de tradición milenaria del cristianismo, sólo se reduce a ciertos sectores. Pero las constantes propuestas que llegan a todos los ambientes a través de los medios de comunicación, van creando un ambiente de duda sobre las enseñanzas de la Iglesia y sobre la importancia de la fe en la vida del ser humano.

Encontramos en nuestra Iglesia, la Arquidiócesis de Sucre, un ambiente de religiosidad popular que va en aumento. Pero a la vez, constatamos poco conocimiento y valoración de la vida sacramental con el consecuente rechazo a participar y recibir algunos sacramentos, el creciente número de abortos, la falta de compromiso cristiano en la política, la dicotomía entre fe y vida. Se puede decir que cada vez se relegan las enseñanzas de la fe y la práctica de la misma al ámbito del subjetivismo. Todo esto no es nuevo. De una manera u otra y bajo formas diferentes se ha dado durante siglos. Pero ha sido sobre todo a partir del siglo XX cuando a Dios y a la religión se lo han querido reducir a un hecho íntimo y privado, marginándolo de la conciencia pública. La fórmula más conocida: “la religión a las sacristías”.

El año de la Fe nos invita a volver a los grandes interrogantes que se hizo la Iglesia al preparar y celebrar el Vaticano II: “Iglesia, ¿qué dices de ti misma?”. Al respecto Benedicto XVI nos dice recordando aquel esfuerzo de los padres conciliares: “fueron reconducidos al corazón de la respuesta, se trataba de recomenzar desde Dios, celebrando, profesando y testimoniando”. Por ello, uno de los aspectos importantes del Año de la Fe será vivirla, celebrarla y comunicarla.

Un gran reto para todos, sacerdotes, religiosos, agentes de pastoral, movimientos eclesiales será cómo vivir la Fe, no solo desde el culto litúrgico, sino desde la rica experiencia de nuestro pueblo, la religiosidad popular, en la cual estamos inmersos todos. Sabiamente el Concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Sagrada Liturgia nos enseña: “el culto divino orienta al hombre hacia la ciudad futura y restituye a Dios su primado” (Benedicto XVI, 24/05/2012).

El gran intento y desafío de todos los tiempos, el querido por Cristo es que la Iglesia sea la continuación viva de su presencia en el mundo. La Iglesia nunca ha abandonado la tarea de proponer el Evangelio, aunque lo haya hecho con las limitaciones de los que la formamos, como es natural.

Todos sabemos que fue el beato Juan Pablo II el que inició este movimiento y necesidad de una “Nueva Evangelización”. Ahora en vista al Sínodo y al compromiso que nacerá de él, Benedicto XVI, ha creado el 21 de septiembre de 2010, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. El Sínodo tiene pues el tema “La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

El Papa Benedicto XVI señala en su carta: “Ubicumque et Semper” algo a tener en cuenta: “ofrecer respuestas adecuadas para que la Iglesia entera se presente al mundo contemporáneo con un arrojo misionero capaz de promover una nueva evangelización”. Esto no juzga a la acción pastoral desarrollada por la Iglesia hasta el día de hoy. Señala un caminar hacia el futuro.

La nueva evangelización es “ponerse al servicio del hombre para comprender el ansia que lo mueve y proponer un camino de salida que le brinde la serenidad y alegría, es lo que resume en la bella noticia que la Iglesia anuncia. Por tanto, nueva evangelización, porque nuevo es el contexto en que viven nuestros hermanos contemporáneos, frecuentemente agredidos aquí y allá por nuestras teorías e ideologías trasnochadas” (Mons. Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización).

En este Año de la Fe somos invitados a conocer y vivir en mayor profundidad los misterios de la salvación que Dios ofrece a la Humanidad a través de Cristo, Único, Salvador. Los 20 años de la publicación del Catecismo es también una oportunidad preciosa para ver en el Catecismo de Juan Pablo II su actualidad y necesidad en la formación de los cristianos de hoy. Aparecida ha señalado la falta de una formación adecuada para laicos y sacerdotes.

El Catecismo de Juan Pablo II, Catecismo de la Iglesia, fruto del Vaticano II, es un resumen del Concilio. No conocerlo, no ir a esta fuente doctrinal, significa sin duda una falta moral, pues estamos llamados a formar nuestras conciencias con la ayuda de la Iglesia. Será pues una oportunidad este Año de la Fe, adquirir y estudiar con humildad la doctrina de la Iglesia que se nos da a través del Catecismo. Así mismo, nos ayudará en parte a superar nuestra falta de formación religioso-cristiana.

En Bolivia, los obispos iniciamos el año de la fe, el domingo 11 de noviembre. En la Arquidiócesis el viernes 23 de noviembre.

Los hermanos y hermanas que disfrutan del servicio de Internet podrán contactarse con varios lugares para tener mayor información del Año de la Fe. Así mismo, los cristianos que se glorían de tener la fe, pueden participar de diferentes actividades. Les sugiero acercarse a la Vicaria de Pastoral o a las parroquias, como también cada cual puede hacer un cronograma de actos para vivir, revivir y reafirmar más y más su fe.

Pongamos en manos de María “la bienaventurada porque creyó” (Lc 1,45) este Año de la Fe, este año de gracia. “Por María a Cristo”.

Jesús Pérez Rodríguez O.F.M.
ARZOBISPO DE SUCRE