…las que están alrededor del Centro Histórico de Sucre.
En su homilía de esta Solemnidad de la Ascensión, Monseñor Juárez expresó, a partir de las lecturas proclamadas, cómo después de la experiencia de la Resurrección de Jesús, Él sigue enseñando a sus discípulos, fortaleciéndolos en la Fe… Así lo hizo hasta que llegó el momento de volver al Padre, de donde Él había salido, y preparó un lugar para nosotros (Jn 14)
El libro de los Hechos y el Evangelio de esta fiesta recuerdan que Jesús comenzó el anuncio del Reino en Galilea, sanando, curando, evangelizando… Por eso todo debía terminar también en Galilea. Y allí, en el monte, se despedirá no para desentenderse de nosotros, sino para mostrar la gran confianza que tiene, primero en sus apóstoles y después en los miles y millones de seguidores que vendrían en los siglos.
Monseñor recordó que en el Antiguo Testamento el monte, la montaña, es lugar de encuentro con Dios. En Mt 5 aparece un monte querido para nosotros, donde Jesús regala el Sermón de la Montaña, ese programa de vida para sus seguidores: las Bienaventuranzas.
Camino de Jerusalén, Jesús manifiesta su gloria en otro monte, el Tabor. Y entregará su vida en el monte Calvario. En la montaña de la Ascensión, ubicada en Galilea según el Evangelio, les envía a predicar a todo el mundo: Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo… y Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
¿Creemos en la promesa del Señor?, se pregunta el Arzobispo. Abramos las puertas de nuestros hogares, instituciones… porque Él quiere estar con su pueblo. Añadió que al salir de casa en la mañana le digamos a Jesús que nos dé la mano, que nos acompañe todo el día. Esto dará otro sentido más pleno a nuestra vida.
Para esta urgente misión Jesús promete enviar el Espíritu Santo en Pentecostés. Lo celebraremos el próximo 4 de Junio. Abramos el corazón a esta tercera Persona de la Trinidad, que es el alma de la misión. El guía que nos empuja a cumplir el mandato de Jesús. Pidámosle que nos transforme, que nos haga mejores testigos.
Por eso nuestra Iglesia Arquidiocesana se prepara a celebrar el 7° Congreso Misionero en Octubre aquí, en Sucre. Somos los anfitriones. Y es que necesitamos ser valientes testigos, no cobardes ni pusilánimes, para anunciar y testimoniar que nuestra vida avanza hacia el Reino.
Monseñor Juárez pidió colaborar con la Vicaría de Pastoral y las diferentes Comisiones para que Sucre sea modelo de acogida en el Congreso. Unas 1.500 personas llegarán de toda Bolivia. Que nuestro corazón acepte a los hermanos que vengan… abramos los hogares también, porque vemos a Jesús en el hermano…
Seamos no sólo bautizados sociológicos sino creyentes bien formados en la Fe, conocedores de los misterios de esa Fe, comprometidos con el Pueblo de Dios. Salgamos a las nuevas periferias, las que están alrededor del Centro Histórico de Sucre. Que los colegios y los movimientos vayan a esas zonas para anunciar el Evangelio. Que enseñen, que bauticen.
Finalizó Monseñor su homilía animando a desear nuestro destino definitivo, el cielo, para allí contemplar cara a cara al mismo Dios. Y animando a ser misioneros, testimoniando con la vida ese mensaje lindo del hermano mayor, Jesús de Nazaret.
Sucre, 28 de Mayo de 2017
Mons. Jesús Juárez Párraga, SDB.
Arzobispo de Sucre