La Paz

Mons. Giovani Arana agradece a cada trabajador por su esfuerzo

En la eucaristía de este domingo, tercero de pascua, desde la Basílica Menor de san Francisco en La Paz, Mons. Giovani Arana, Secretario General de la Conferencia Episcopal Boliviana, felicita a los trabajadores en este primero de mayo: «Muchas felicidades, hoy que recordamos su día, agradecer a cada trabajador por la labor que desempeñan, que todos sus esfuerzos se vean siempre reconocidos, que Dios los bendiga y que el ejemplo de san José Obrero patrono de los trabajadores los anime y proteja de todo peligro», expresó.

En la homilía recordó el Mensaje al Pueblo de Dios emitido luego de la CX Asamblea de Obispos: “Seguimos sufriendo las consecuencias de la pandemia, que han puesto en evidencia la escasez de fuentes de trabajo estable y digno, el aumento de la emigración de tantos hermanos, la precariedad de los sistemas de salud y educación, y la debilitada economía en general, vivimos también tiempos álgidos y difíciles en el mundo, y de manera particular, vemos con tristeza y preocupación la invasión arbitraria y armada a Ucrania con tantas víctimas, en particular, civiles inocentes y con graves consecuencias para el mundo entero surge, en los distintos ámbitos y realidades de nuestra patria, el clamor para una reforma sustancial de la administración de la justicia, ecuánime y libre de toda injerencia política, económica y otras”, ante esta realidad dijo que estamos llamados a que a ejemplo del discípulo amado que con mirada de fe descubre la presencia de Jesús resucitado y dice: “¡Es el Señor!”, también nosotros desde esa mirada de fe tengamos la capacidad de reconocer la presencia del Resucitado y con Él, podamos trasformar todo aquello que nos causa sufrimiento.

A continuación la Homilía completa:

HOMILIA
DOMINGO III – PASCUA
1 de mayo del 2022

Nuevamente saludamos a todos quienes están presentes en esta hermosa Basílica de San Francisco, a quienes también nos siguen por los diferentes medios de comunicación social, hoy estamos en el III domingo de Pascua y nos reunimos alegres para celebrar la victoria de Cristo sobre la muerte.

Después de haber vivido días tan intensos durante la Semana Santa, estamos llamados a continuar viviendo esa intensidad, durante todo este tiempo de Pascua, agradecidos con Dios por el gran acontecimiento de la Resurrección de Jesús, y los textos de la Palabra de Dios que nos animan y orientan a celebrar este tiempo de alegría.

La Primera lectura tomada del capítulo 5 del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos narra el testimonio de aquellos primeros discípulos, de aquellos primeros testigos de la resurrección, que como se nos relata no fueron tiempos fáciles para la predicación, ya que sufrieron persecución a acusa del anuncio que hacían, el texto dice… “Cuando los Apóstoles fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: «Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina” …aquel anuncio de que Cristo había resucitado, de que había vencido a la muerte es un anuncio que incomoda a algunos, en este caso a los Sumos Sacerdotes, por esa razón se había iniciado una ola de persecución y prohibiciones, al punto de que muchos dieron la vida por causa de dicha predicación.

Han pasado siglos y vemos con tristeza como hoy  el mensaje del evangelio, el mensaje de la Resurrección, sigue incomodando a quienes se ven cuestionados en sus acciones, porque actúan lejos de la luz del resucitado, hoy el anuncio del evangelio, sigue molestando a quienes actúan lejos de la justicia, lejos de la verdad, a quienes por otro tipo de intereses ponen en riesgo la paz y la tranquilidad de las personas y pueblos, hoy como en la época de las primeras comunidades cristianas, el mensaje de la Pascua sigue incomodando, porque es un mensaje que denuncia toda injusticia, todo aquello que es opuesto al evangelio; sin embargo frente a esa situación de persecución que vivían los Apóstoles, tenían dos opciones o callar y esconderse, o continuar predicando, también hoy para cada cristiano se presentan esas dos opciones, callamos y asumimos un silencio en muchos casos cómplice, o continuamos haciendo presente la voz profética del evangelio, que es denuncia frente a aquello que ve en contra de la luz del resucitado, que va en contra de la dignidad de las personas, de lo que Dios quiere para cada una de su creaturas.

Sorprende la valentía de los Apóstoles que frente a la prohibición de los Sumos Sacerdotes y el inminente riesgo de sus vidas, ellos responden: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, en otras palabras están diciendo que hay que hacer aquello que Dios nos pide, aquello que Jesús hizo, y aquello que se nos pide a todo cristiano es anunciar la Buena Noticia de la Resurrección. Buena Noticia que significa victoria del bien sobre el mal, por eso estamos llamados no solo ha hacer el bien, sino que ese nuestro accionar signifique denuncia de todo aquello que se opone al Proyecto de Dios sobre cada una de sus creaturas.

El evangelio de hoy nos presenta uno de los relatos de las apariciones de Jesús a sus discípulos, después del acontecimiento de la Resurrección, por eso el texto comienza diciendo: “Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos”, son muchos los relatos que los evangelios nos presentan, en este caso, es uno de los relatos al final del evangelio de San Juan, es la aparición del Resucitado a orillas del mar de Tiberíades, podemos dividir el relato en dos momentos: el primero la aparición como tal acompañado de una pesca milagrosa donde Jesús se presenta a los discípulos y les invita a comer y el otro momento es el diálogo con Pedro.

En la primera parte encontramos a los discípulos, que después de la muerte de Jesús vuelven al oficio que tenían antes de conocerlo, antes de encontrarse con Jesús, antes de que Jesús los llamará dice el texto: “estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros.» Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada”, se puede percibir el tono de desaliento y sin sentido que los discípulos estaban viviendo y es que con Jesús es con quien las cosas toman sentido, incluso aquellas cosas cotidianas que hacemos, por eso después de una pesca infructuosa, Jesús se les aparece a los discípulos y con su presencia son capaces de pescar abundantemente les dice Jesús: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán.» Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»”.

En nuestra vida cristiana estamos llamados a seguir ese ejemplo de los discípulos del evangelio de hoy, a confiar en Jesús Resucitado, sabiendo que aun las situaciones más difíciles, pueden ser trasformadas aquellas realidades muchas veces por el sufrimiento.

La pasada semana los Obispos de Bolivia reunidos en nuestra CX Asamblea, hacíamos referencia en el mensaje final que: “Seguimos sufriendo las consecuencias de la pandemia, que han puesto en evidencia la escasez de fuentes de trabajo estable y digno, el aumento de la emigración de tantos hermanos, la precariedad de los sistemas de salud y educación, y la debilitada economía en general, vivimos también tiempos álgidos y difíciles en el mundo, y de manera particular, vemos con tristeza y preocupación la invasión arbitraria y armada a Ucrania con tantas víctimas, en particular, civiles inocentes y con graves consecuencias para el mundo entero surge, en los distintos ámbitos y realidades de nuestra patria, el clamor para una reforma sustancial de la administración de la justicia, ecuánime y libre de toda injerencia política, económica y otras”, esta es seguramente una realidad que si la miramos con solamente mirada humana, podemos caer en la desilusión y desesperanza, por al contrario estamos llamados a que a ejemplo del discípulo amado que con mirada de fe descubre la presencia de Jesús resucitado y dice: “¡Es el Señor!”, también nosotros desde esa mirada de fe tengamos la capacidad de reconocer la presencia del Resucitado también en cada acontecimiento de nuestra vida y con Él, podamos trasformar todo aquello que nos causa sufrimiento.

El segundo momento en el texto del evangelio de hoy, viene marcado por el diálogo profundo que Jesús tiene con Pedro, dice el texto: “«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”, y después por segunda vez le pregunta: “¿me amas más que estos?”, y por si no fuera poco hay una tercera vez “¿me quieres?”, frente a lo cual Pedro sorprendido responde las tres veces: “Sabes que te quiero”, sin duda Jesús quería escuchar de la boca del discípulo aquel “sí, te quiero”.

Y encontramos hoy que querer a Jesús, amar a Jesús, significa asumir su proyecto de vida, un proyecto que incluso pasa por el sufrimiento de la cruz, por eso el texto dice que: “De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios”, asumir el proyecto de Jesús traerá también a nuestra vida, como lo vimos en la primera lectura persecución y al final viene la llamada definitiva que Jesús le hará a Pedro, confirmando aquella llamada que ya le hizo antes, cuando lo llamó a ser pescador de hombres, le dice: “Sígueme”, a partir de aquel momento Pedro asumirá la misión de llevar adelante la barca de la Iglesia, acepta su misión hasta la radicalidad de asumir también morir por Cristo.

Hoy recordamos en Bolivia, la Jornada de la Infancia y Adolescencia Misionera, bajo el lema: “Pequeños, pero grandes testigos del Resucitado”, esto significa, por un lado la invitación para ser hoy de modo especial generosos en la colecta, ya que todo el dinero recaudado ira destinado a ayudar las obras de misión, pero también esta Jornada en un momento para que como Iglesia, recemos intensamente por las obras de misión, para que a ejemplo de Pedro que escucha la llamada de Jesús, todo misionero sea capaz de hacer presente en todo el mundo el anuncio de la Buena Nueva, pero sobre todo esta Jornada queremos, que contemplado el testimonio misionero de niños y adolescentes, todos podamos hacer el compromiso de reafirmar nuestro ser misioneros, no olvidemos que todos somos discípulos misioneros, todos los bautizados estamos llamados a anunciar la Buena Noticia, todos estamos llamados a ser testigos del Resucitado, quiero aquí recordar nuevamente las palabras del Mensaje de los obispos que decía: “el Resucitado nos hace partícipes de recomenzar junto a Él la construcción de un mundo nuevo, en el amor, la verdad, la justicia y la paz”, que este sea nuestro desafío para esta Pascua que estamos viviendo.

Quiero finalizar saludando y felicitando a cada trabajador de nuestra querida Bolivia. Muchas felicidades, hoy que recordamos su día, agradecer a cada trabajador por la labor que desempeñan, que todos sus esfuerzos se vean siempre reconocidos, que Dios los bendiga y que el ejemplo de san José Obrero patrono de los trabajadores los anime y proteja de todo peligro.

Fuente: Iglesia Viva