Imagínate que estás recibiendo una casa en alquiler. Al recibirla notas que tiene problemas. Goteras, cañerías en mal estado, no tiene conexión a gas domiciliario, los pisos y sanitarios están rotos, le falta una que otra ventana y los muebles son escasos.
¿Qué harás con ella y cuál será el primer problema que resolverás? ¿O empezarás a gritar desde la puerta que fue culpa del anterior inquilino dejarla en mal estado y lo buscarás para hacerle pagar por lo que hizo?
Dependerá de ti y tu estrategia para poder vivir en este espacio. Pero no solo depende de ti sino de quienes viven contigo.
¿Estás dispuesto a endeudarte y conseguir muchos fondos para hacer los arreglos o les pedirás a tus familiares que trabajen junto a ti para arreglar la casa?
¿Y qué podrías hacer con el hijo ruidoso que solo habla a los gritos o con el marido que no llega a tiempo? ¿O con la nena que anda metida en Tik Tok y parece no importarle nada?
En una de esas te pondrás de rodillas implorando al Hacedor que haga que todos, milagrosamente, pongan el hombro y se dediquen a la reconstrucción de la casa. O quizás dialogues con cada parte y paso a paso busquen las mejores soluciones para resolver las filtraciones de agua, o impedir que entren alimañas a la casa maltrecha.
Si estás entre quienes aman a su casita y la quieren ver en buen estado, estarás entre los solucionadores. Si estás entre los que le buscan la falla, eres de los criticones. O tal vez solo te comportas como la vecina chismosa que esparce rumores sin verificar datos. O te halles entre los busca pleitos que prefieren verla hecha cenizas antes que darle la razón a los planificadores.
Somos once millones de inquilinos que estamos recibiendo una Casa rota, quemada, desmembrada por ideologías, y cercenada por el narcotráfico. Este país-casa te necesita con urgencia.
No importa quién se siente en “la silla”; en esta casa-país vivimos todos y hay que empezar con las refacciones. El cargo es temporal, pero la casa es para siempre. Hemos elegido un nuevo encargado que está alquilando, temporalmente, la dirección de la casa. Pero las tareas básicas son las de siempre: salud, educación, trabajo, estabilidad y desarrollo.
Nos comparamos con el vecino rico, el criticón, o el fachero, pero no sirve de gran cosa si no tenemos la casa ordenada. Por lo mismo, después de tanto esfuerzo en decidir quién estará a cargo de la administración de esta casa por los próximos cinco años, que quede claro que no se trata de la persona sino de quienes vivimos bajo el mismo techo, que esa persona no hará milagros ni cambiarán las cosas de un día para el otro, si es que nosotros no empezamos a poner un granito de arena, el país se construye en pequeño. Fíjate tu barrio, tu calle, tu OTB, tu condominio, y empieza con tu parte.
(La autora es premio nacional al periodismo especializado en banca)
[Fuente: Correo del Sur Digital]
[Imagen: vix.com/es]