Análisis

Moisés Revollo H.: Religión cerca de los creyentes

Aunque no se crea, antes la ceremonia religiosa católica la oficiaban los sacerdotes de frente al altar, en latín y murmullando, de espaldas a los fieles que, como hoy, participaban con el mayor recogimiento y fe, aunque sin entender casi nada.

Las reformas impulsadas por el papa “Bueno” Juan XXIII en el Concilio Vaticano II fueron saludables desde todo punto de vista, porque a partir de 1965 el celebrante lo hace de frente y se expresa con la voz alta, en el idioma que habla la mayoría del lugar.

Hasta el “Padre Nuestro” sufrió una modificación en 1988. Antes se rezaba “Perdona nuestras deudas”, ahora es “Perdona nuestras ofensas”.

No sé por qué, personas queridas abandonan la religión católica legada por nuestros ancestros familiares, para abrazar otra parecida, aunque mantienen su creencia en el único Dios del Universo.

Proliferan las sectas con denominaciones salvadoras, muchas por simple afán lucrativo, aprovechando la necesidad de ser escuchados que todos tenemos, al no tener un amigo de confianza o la costumbre de acudir al psicólogo.

La Iglesia católica precisa presbíteros comprometidos con la gente, como son Francisco Dardichón, Joaquín Herbas, Hony Villarroel, Marcelo Bazán, Federico Torrico y otros más jóvenes que, con vocación, realizan su apostolado.

Nunca renunciaría al catolicismo, porque me sigue conmoviendo la ceremonia eucarística, con su liturgia, homilía, oraciones, el abrazo de paz y el momento culminante de la comunión. Pero a veces falta algo.

Música y canto también incluyeron, pero en las celebraciones de acción de gracias o de almas sería bueno agregar una referencia al ser querido que recordamos. Si no lo conocía el sacerdote, que permita hablar brevemente a algún familiar o amigo, porque nos gustaría escuchar alguna referencia del ser perdido, en un momento de dolor o nostalgia.

Son 29 años de la muerte de José Casto Méndez, el querido y popular “Secre”. Falleció en 1988, a los 47 años. Era Director del Deporte, paralelamente a su cargo de Secretario en La Salle y Vicepresidente del Comité Cívico de Cochabamba.

Imposible olvidar al hombre que conocí y traté casi a diario durante seis años y medio. Era católico, seguidor incondicional de Wilstermann, fanático de La Salle, sincero, honesto y un trabajador incansable del deporte.