Internacional

Mensaje del Papa Francisco para el primer Congreso latinoamericano de pastoral familiar – La fe y la leche materna

Mensaje del Papa Francisco al Primer Congreso Latinoamericano para la Pastoral Familiar

(Ciudad de Panamá, del 4 al 9 de Agosto del 2014) 

Boletin de la Santa Sede 

Queridos hermanos,

Me uno de corazón a todos los participantes de este I Congreso Latinoamericano de Pastoral Familiar, organizado por el CELAM, y los felicito por esta iniciativa en favor de un valor tan querido e importante hoy en nuestros pueblos.

¿Qué es la familia? Más allá de sus problemas y necesidades urgentes, la familia es un “centro de amor”, donde reina la ley del respeto y de la comunión, capaz de resistir a los ataques de la manipulación y de la dominación de los “centros de poder” mundanos. En la casa familiar la persona se integra natural y armónicamente en un grupo humano, superando la falsa oposición entre individuo y sociedad. En el seno de la familia, nadie es descartado: tanto el anciano como el niño, son bienvenidos. La cultura del encuentro y del diálogo, la abertura a la solidaridad y a la transcendencia tienen su cuna en la familia.

Por eso, la familia constituye una gran “riqueza social” (cf Bento XVI, Cart. Enc. Caritas in veritate, 44). En ese sentido, me gustaría destacar dos contribuciones primordiales: la estabilidad y la fecundidad.

Las relaciones que se basan en el amor fiel hasta la muerte como el matrimonio, la paternidad, la filiación o la hermandad, se aprenden y se viven en el núcleo familiar.  Cuando esas relaciones forman el tejido básico de una sociedad humana, les da cohesión y consistencia. Pues no es posible formar parte de un pueblo, sentirse cercano, tener en cuenta a los más distantes  y desfavorecidos, si en el corazón del hombre están quebradas estas relaciones básicas, que les ofrecen seguridad en su abertura a los demás.

Además, el amor familiar es fecundo y no solo porque genera nuevas vidas sino porque amplía el horizonte de la existencia, genera un mundo nuevo,  nos hace creer contra toda desesperanza y derrota, que una convivencia basada en el respeto y en la confianza es posible. Frente a una visión materialista del mundo, la familia no reduce el hombre al estéril utilitarismo, sino que da canal a sus deseos más profundos.

Finalmente, queria decirles que desde la experiencia fundante del amor familiar, el hombre crece también en su abertura a Dios como Padre. Por eso, el Documento de Aparecida indicó que la familia no debe ser considerada solo como objeto de evangelización, sino también como agente evangelizador (cf. nn. 432, 435). En ella se refleja la imagen de Dios que en su misterio más profundo es una familia y de esta forma, permite ver el amor humano como señal y presencia del amor divino (Carta Enc. Lumen fidei, 52). En la familia, la fe se mezcla con la leche materna. Por ejemplo, ese sincero y espontáneo gesto de pedir la bendición, que se conserva en muchos de nuestros pueblos, refleja perfectamente la convicción de que la bendición de Dios se transmite de padres para hijos.

Concientes de que el amor familiar ennoblece todo lo que el hombre hace, dándole un valor agregado, es importante incentivar a las familias a cultivar relaciones sanas entre sus miembros, como decirse los unos a los otros: “perdón”, “gracias”, “por favor”, y a dirigirse a Dios con el bello nombre de Padre.

Que Nuestra Señora de Guadalupe alcance de Dios, abundantes bendiciones para los hogares de América Latina y los haga semillas de vida, de concordia y de una fe robusta, alimentada por el Evangelio y las buenas obras. Les pido que por favor recen por mí, porque lo necesito.

Fraternalmente,

FRANCISCO