Cochabamba

Los peregrinos de Santa Cruz celebran su devoción a la Virgen María de Urcupiña

Los devotos de la Virgen María de Urcupiña, en su mayoría peregrinos de Santa Cruz, participaron en el Colegio Urcupiña, de la Eucaristía celebrada por P. Víctor Benavente, párroco de parroquia San Ildefonso y Rector del Santuario de Urcupiña. En la homilía P. Víctor motivó a los peregrinos a vivir como María la madre de Jesus, que se pone a camino para servir a su prima Isabel.

“El Señor a través de su Palabra siempre quiere nos sorprender y nos trae novedad. El Señor se ha fijado en una humilde sierva como se declara María. De un pueblito alejado llamado Nazaret que estaba por detrás de las montañas de Judá. No era un pueblo famoso ni tan poco apreciado, porque así se habla de Nazaret en la Escritura ¿qué de bueno ha de salir de Nazaret?”

P. Víctor explico de manera sencilla, como contando una historia la vida de María en lo cotidiano de la vida, junto a sus padres, haciendo las tareas domésticas, sin mucha visibilidad en la sociedad de la época. Aquella jovencita confía plenamente en Dios, con su Fiat, embarazada arriesga su vida para hacer la voluntad de Dios.
Le Rector del Santuario preguntó a los devotos: “¿Y nosotros, somos capaces de arriesgar por Dios? Como es nuestra práctica de la fe. Dios nos dice que es un Dios celoso, que no quiere compartir con los otros, con el dinero. Dios nos quiere íntegros y no por las mitades”. La Palabra de Dios precisa ser acogida en el corazón y convertida en hechos de misericordia, con gestos concretos, especialmente con los hermanos y hermanas que sufren, los más pobres, afirmó.

P. Víctor indagó a los devotos con preguntas directas y desafiadoras: ¿A que hemos venido a los pies de la Madre de Urcupiña? ¿Cómo estamos nosotros? ¿Cómo vivimos en esta tierra bendita de Quillacollo? “A veces venimos enojados, divididos con la familia. Y el Señor nos dice: que cuando vamos dar una ofenda y estamos peleados con un hermano, es necesario dejar la ofrenda frente al altar y correr a perdonarse. Solamente después levante la ofrenda y ponga sobre al altar”.

Concluyo la reflexión diciendo que no debemos ser muros y si, construir puentes para encontrar a los hermanos. Le vamos a decir al Señor: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de este pecador. De este hombre, de esta mujer que no merecía y sin embargo, me ha hecho llegar a los pies de la Madre”.

Dijo que María siempre ha caminado con su Hijo en este mundo, desde su nacimiento en Belén, hasta la cruz del Calvario; también en el Cenáculo recibiendo el Espirito Santo. Hasta llegar a reunirse con su Hijo, llevada al cielo. Por eso celebramos la Asunción de la Madre al cielo.