Análisis

LOS GRANDES VALORES QUE PROYECTAN LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Los juegos olímpicos, que iniciaron el viernes pasado, vienen a ofrecer un sano esparcimiento y a darle un respiro a la vida de nuestra sociedad, después de las tensiones a las que nos ha venido sometiendo la inseguridad, el clima poselectoral y la confrontación de los partidos políticos.

Más allá del ambiente comercial y mediático que rodean estos juegos se destacan muchos valores que son apreciados y reconocidos. La disciplina, el hambre de triunfo, la excelencia que buscan los atletas y la competencia en base a reglas establecidas que son acatadas por todos, así como el amor y el orgullo por representar a su país. El desempeño de los deportistas y las historias de superación personal, dedicación y sacrificio definitivamente se convierten en una enseñanza y en un estímulo para tantos niños y jóvenes que también aspiran a triunfar en varios campos de la vida.

Quedan muy pocos espacios y expresiones en el mundo que reafirmen los altos ideales de fraternidad, justicia y unidad por los que han luchado a lo largo de la historia las generaciones y los pueblos y que deben seguir inspirando los esfuerzos que también se hacen en México para buscar la superación de nuestras dificultades.

México es mucho más de lo que nos mantiene estancados y confrontados en este momento. Esto habría que destacarlo al hacer un análisis de la ceremonia de apertura de los juegos olímpicos, que puso de manifiesto el progreso de un gran pueblo y la lectura que se hace de los grandes momentos de su historia que han repercutido incluso en el contexto internacional.

Si hiciéramos un esfuerzo de celebrar y rescatar nuestra historia y lo que ha venido forjando el alma de esta gran nación descubriríamos todas las reservas con las que contamos para comenzar a provocar el resurgimiento y un futuro mejor en el que se atiendan de manera preferencial las demandas de los más desfavorecidos. México tiene una deuda histórica con los campesinos, con los pobres y las clases más desfavorecidas y ya no se pueden seguir postergando las soluciones a sus legítimas demandas.

Los grandes valores que proyectan los deportistas durante las emotivas jornadas de los juegos olímpicos además de ser un estímulo para los niños y los jóvenes, esperamos que sean un reto para todos y especialmente para los políticos y gobernantes. De las autoridades también esperamos disciplina, alto rendimiento, hambre por hacer bien las cosas y un amor incondicional por México, para llegar a trascender realmente en su gestión.

Los juegos olímpicos no deben convertirse en un distractor o en un simple pasatiempo, pues cuando concluyan despertaremos rápidamente a nuestra realidad de crispación y desafíos. Hace falta aprender de los atletas y elogiar proyectos como estos que elevan el espíritu y los altos ideales de la humanidad.

Comunicación Social

Arquidiócesis de Xalapa