Pbro. Joel Ascencio
Estoy convencido que cuando una película no vale la pena y, mucho menos, es digna de ser recomendada, es mejor guardar silencio, ignorarla pues. Pero han llegado a mis oídos peticiones que hable de la película “La Monja” de Corin Hardy, recientemente estrenada, y que a decir verdad le ha ido muy bien en taquilla (y lo que falta).
Cuando se selecciona una película de “horror” se sabe que se va a enfrentar a elementos más allá de la razón, sobrenaturales o criaturas emergidas de las entrañas del mal y, lo peor, hay personas que creen que esto es realidad; no les basta su triste realidad, sino que buscan morbosamente estos temas, incluidos confesos católicos.
¿Realmente es una historia católica?
“La Monja” es eso, un cuento de horror producido por las franquicias “El Conjuro” 1 y 2, que se mueve en un contexto aparentemente católico.
“La Monja” señala al inicio que lo que está por mostrarse, realmente sucedió en 1952 en un castillo convertido en abadía, donde dos monjas llenas de angustia llegan a una puertita, que al abrirla, la mayor de las dos es tragada por una fuerza demoniaca. La joven que porta una llave misteriosa decide suicidarse, lanzándose por un ventanal quedando colgada a penas a un metro del suelo.
¿Ustedes creen que la Iglesia Católica, omnipresente iba a dejar esto sin atención? No, claro que no. Es así que, sin mayor explicación, un Cardenal miembro de la curia y sus asistentes llaman a un sacerdote, el padre Bourke, y en una reunión ultra secreta le piden investigar el caso. Es algo así como James Bond. Le dan contactos: un campesino que descubrió a la monja colgada, Frenchie (Jonás Blonquet) y una novicia con dones de visión, le hermana Irene (Taissa Farmiga).
Te enteras, de inmediato, ante el magnífico castillo gótico (muy semejante al Colegio Hogwats de Harry Potter), que están ante un reto mayúsculo.
Con arte visual muy bien logrado, con rostros desdibujados y la oscuridad del espacio, nos adentra a una eterna noche, que parece que no termina. El arte fotográfico y el auditivo son fantásticos (por eso hay que verla en el cine), te inmiscuyen de inmediato. Digno de anotar es que los efectos especiales funcionan muy bien. Los amantes del cine de horror estarán complacidos.
Los símbolos del mal
Sobre la historia, no hay mucho que resaltar, porque nos encontramos con un demonio que le encanta asustar y hacer sufrir a nuestros personajes: rostros e imágenes monstruosas, sonidos de choque para sorprender. Resulta que por alguna razón, el portal que había sido sellado con la “Sangre Cristo” en la Edad Media, se volvió abrir dejando escapar las sombras del mal. Este tipo de cine no le interesa dar respuesta, no hay un por qué.
Lo que sí llama la atención, es que el mal sea casi omnipresente, muy poderoso, casi a la par de Dios. Tan es así que en la película se refiere que hay un límite del poder de Dios (“Dios llega hasta aquí”). ¿Es realmente esto cristiano? Este tipo de cine busca sorprendernos con las bajezas del mal, exagera y usa estereotipos de la Iglesia Católica y elementos de otras películas: cruces invertidas, estrella de cinco picos, sacerdotes exorcistas, etc.
Lo que ha llamado la atención a algunos católicos es que se rece tanto el “Ave María” en latín, hasta lo ven bueno, pero se les olvida que el grupo de monjas que aparecen, no son realmente monjas, es el mismo demonio que reza. Se ha manejado en redes sociales que es una cinta muy católica. NO ES ASÍ.
Nada es casualidad
Otra cosa es el nombre del sacerdote, “El Padre Bourke”. ¿Saben ustedes cómo se llama el Cardenal, principal opositor del Papa Francisco? Sí, se llama también Bourke. Para nosotros en México aparece desapercibido, pero en Estados Unidos, no. Este Cardenal que ha lanzado, junto con sus secuaces, una campaña contra nuestro Sumo Pontífice aparece en esta cinta disfrazado de cura para salvar a la Iglesia del demonio. No es casual.
Así como en la cinta emblemática “El Exorcista”, Bourke tiene un remordimiento. En el pasado dejó un exorcismo sin terminar y su pasado y el diablo lo persiguen.
Sin más ya, es de esperar que al final, en medio del frenesí malévolo, en el clímax, cuando Valak se muestra con toda su fuerza, una virgen con la Sangre Cristo venza, cerrando el portal. Pero te enterarás minutos después que no fue así.
Parece que el mal nunca se vence, sigue allí. Como si el poder infinito y cósmico de Jesucristo, por su muerte y resurrección no fueran suficientes. Quien crea esto, no es cristiano, mucho menos católico.
¿Debemos los católicos recomendarla?
Una pregunta: ¿Ustedes creen de veras que la Iglesia quiere que suframos gratuitamente? ¿Cómo aceptar que la Iglesia colocara una orden monástica femenina desde la Edad Media para contener el mal? Como si la Iglesia alentara el masoquismo y el juego tenebroso de los sustos.
Yo sé que hay en la Iglesia gente que le encanta ver al diablo donde sea, incluso que afirmen que esto es realidad. Hay sacerdotes y laicos que buscan exorcismos a la menor provocación olvidando el anuncio gozoso de la fe.
Yo me asombro de que grupos católicos la recomienden, y esos mismo grupos sean los que satanicen cintas que valen la pena ver (así pasó con “Lo que en Verdad Importa”, “María Magdalena” o “Silencio” de Martin Scorsese).
Hay que aclarar, una vez más, que la Iglesia no son lo curas y las monjas, somos los millones de bautizados que aceptamos que el poder del demonio ya no nos tiene sometidos gracias a la Redención en Cristo. Esto es un cuento de horror que no representa a la Iglesia ni al poder misericordioso de Dios.
Fuente: Arquimedios.org.mx