Colau al Papa: «Buena onda»
En su infinita bondad, el Papa ha enviado una carta a los alcaldes que asistieron en el Vaticano a un foro sobre inmigración, en la que les expresa su «gratitud por su labor inteligente y valiente a favor de los refugiados». Impecable en las formas, Francisco les pide que recen por él o le manden «buena onda», dependiendo de si profesan o no la fe de Cristo. Ada Colau ha colgado la misiva en Twitter y le ha mandado «buena onda», porque si profesara la fe de Cristo no escondería las figuras del belén en cajas de cartón envueltas en gigantescas burbujas de cristal para que el Nacimiento no parezca un Nacimiento.
Ada Colau tiene todo el derecho del mundo a administrar sus creencias como guste, pero siempre que respete las de quienes creen en Dios. Que es el Niño Jesús. Y nació en un establo y tuvo por cuna un pesebre. Y unos pastorcillos fueron testigos del Misterio. Y le daban calor una mula y un buey. Y los Reyes Magos se llamaban Melchor,
Gaspar y Baltasar, no Pau Casals, Joan Miró y Josep Vicenç Foix. Y no viajaban en tren, sino en camello. Resultan esperpénticos los intentos de la izquierda radical por disociar la figura del Papa Francisco de la Iglesia, como si fuera un conmilitón de su causa y no la cabeza del catolicismo, vicario de Cristo, sucesor de Pedro y vigía de la Fe y el Dogma de cientos de millones de creyentes en todo el mundo. Seducida por Francisco –el hombre–, la izquierda extrema no entiende que el mensaje del Papa es el del mismo Dios del que reniegan y, en consecuencia, tiende a descontextualizar su figura para situarla fuera de lo que –por su propia naturaleza– encarna el Santo Padre. El belén de Ada Colau (es estrictamente suyo, porque ningún católico puede sentirse concernido por lo que representa «eso» que han instalado en la plaza de Sant Jaume) ejemplifica esa aberrante disociación de la forma y el significado último de la Navidad, que es un sentimiento que no es interpretable, y menos aún por quien hace gala de un trasnochado anticlericalismo.
En su infinita bondad, el Papa le ha enviado a Ada Colau una carta de agradecimiento, y a la alcaldesa de Barcelona le ha faltado tiempo para colgarla en Twitter. No es Francisco quien está en Belén con los pastores, sino Ada Colau, que pretende convertir al Papa en el pastor del populismo. Va lista.