Le envía una carta en la que le dice que no vive en el apartamento papal «para hacer vida normal» Asegura que «no tiene sentido seguir a Jesús para hacer carrera eclesiástica»
«Jesús no tenía casa, porque su casa es la gente», dijo el Papa Francisco el pasado 27 de marzo en su primera audiencia general. Poco tiempo después, cuando el apartamento del Papa estuvo listo después de unas reparaciones, Francisco sorprendió a la Curia vaticana y al mundo anunciando que prefería «de momento», continuar viviendo en la Casa Santa Marta, la residencia construida por Juan Pablo II dentro del Vaticano.
El Papa quiere estar con la gente, y tiene intención de quedarse. En una carta del pasado 15 de mayo a un sacerdote amigo suyo en La Rioja (Argentina), Francisco revela que «estoy bien y no he perdido la paz frente a un hecho totalmente sorpresivo, y esto lo considero un don de Dios».
Escritas a mano
Del mismo modo que sigue haciendo muchas llamadas telefónicas a las personas que conoce, el Papa mantiene su costumbre de escribir breves cartas a mano para contestar a todas las que recibe de sus amigos.
Al sacerdote argentino Enrique Rodríguez le da las gracias por «la carta del 1 de mayo. Me trajo mucha alegría. La descripción de la Fiesta Patronal me trajo aire f resco» . El sacerdote leyó el texto en la radio «La Red La Rioja» y lo facilitó también al diario «Clarín».
En su carta, Francisco le informa con toda naturalidad de que «procuro tener el mismo modo de ser y actuar que tenía en Buenosuenos Aires, porque si a mi edad cambio, seguro que hago el ridículo». En esa línea cuenta que «no quise ir al Palacio Apostólico a vivir, voy sólo a trabajar y a las audiencias».
Según el Papa, «me quedé a vivir en la Casa Santa Marta, que es una casa (donde nos alojábamos durante el Cónclave) de huéspedes para obispos, curas y laicos». En esa residencia, explica Francisco, «estoy a la vista de la gente y hago vida normal: misa pública por l a mañana, como en el comedor con todos, etc. Esto me hace bien y evita que quede aislado».
A la misa de las siete de la mañana de ayer, concelebrada con dos arzobispos invitados, asistieron algunos trabajadores de los servicios de calefacción, electricidad y carpintería del Vaticano.
Religión y poder
En la homilía, el Papa afirmó que «seguir verdaderamente a Jesús significa seguir sus huellas» y, por lo tanto, en algún momento «encontrar la Cruz». Eso «no significa que el cristiano deba hacerse daño» pero sí que debe aceptar el dolor y la dificultad. Con toda claridad, repitió que no tiene sentido seguir a Jesús para hacer «carrera eclesiástica». Tras recordar que en la historia de la Iglesia ha habido emperadores y gobernantes que han usado la religión para aumentar su poder, Francisco añadió que «también algunos –no quiero decir muchos, pero sí algunos– sacerdotes y algunos obispos. ¿No? Hay quien dice que son muchos… En todo caso, hay algunos que piensan que seguir a Jesús es hacer carrera». En conjunto, las breves homilías de cada mañana son invitaciones a superar el afán de ascensos y de poder burocrático; a vivir la propia tarea como servicio a los demás; y a descubrir que la responsabilidad de evangelizar es común a todos los cristianos, sacerdotes, religiosos o laicos.