En este domingo la Catedral Primada recibió las palabras de nuestro Cardenal, aprovechando la importante visita que realizó a la Capital del Estado.
Recordó que hace 52 años fue ordenado Diácono junto al ya fallecido P. Juan González, quien fue Decano de la Universidad Católica.
Dios me dio la gracia de ser sacerdote, obispo prelado de Coroco y ahora, inmerecidamente, Cardenal por la Gracia de Dios… ¿Con qué devolveré tanto amor al Señor? -se preguntó el Cardenal.
Añadió: Soy campesino, fui minero, trabajador en muchas cosas y hoy me alegra venir a Sucre.
Comentó cómo no debemos olvidar la Palabra de Dios. Debemos bajarla a nuestro corazón para amarla y vivirla en casa, en la oficina, en el taller, en el campo, en la mina…
Hizo referencia al discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm sobre el Pan de Vida: Él es el Pan bajado del cielo. Aquellos fariseos le criticaron diciendo que le conocían, que conocían a sus padres, su infancia, su adolescencia… ¿por qué nos dice: “Yo soy el Pan bajado del cielo”? Le criticaban, no le aceptaron, pero Él insistió: El que coma de este Pan vivirá para siempre.
Queremos comer este Pan del Cielo. A este Jesús que nos recuerda que todos los bautizados somos el Cuerpo de Nuestro Señor. Alimento para nuestra vida. Pan partido para el camino. Pan que necesitamos para nuestro crecimiento espiritual.
Recordó monseñor que debemos ser Pueblo de Dios, viviendo el mandato del Señor. Dios nos da el impulso para vivir en su enviado Jesucristo. Sin Él nada podemos hacer porque separados de Él no hacemos lo debido.
Aunque los judíos estaban preparados por la revelación divina, lo vieron y no lo creyeron. Sólo quienes tengan buenas disposiciones recibirán al Hijo para ser salvados.
La vida tiene momentos duros, con duras pruebas. El Pan celestial nos da fuerza para alcanzar la montaña de Dios, insistió el Cardenal.
Además recordó cómo en el Congreso Misionero pasado se nos dijo que el cristiano no debe ser persona triste, avinagrada. Sin miedo ni vergüenza debe anunciar a Jesús, Maestro, que nos animó a proclamar la Buena Noticia a quienes siempre han recibido malas nuevas, han sufrido hambre, falta de trabajo, miseria… Seamos discípulos para anunciar el Evangelio de la Alegría.
Seamos la ciudad culta de Sucre que anuncia a su Señor a todos.
Concluyó sus palabras con una referencia a la Mamita de Guadalupe: Que Ella nos acoja en su manto y siga bendiciendo la Capital y el Departamento de Chuquisaca.
Donde los hombres se aman allí está Dios: en vuestras familias, en los trabajos, en la enfermedad… en la vida.
Fuente: Infodecom
Imagen: CENACOM