El Señor sigue llamando, sembrando la semilla de la vocación en el corazón de muchos.
Con alegría se dirigió Mons. Juárez, en este pasado domingo XXII del Tiempo Ordinario, en la Catedral Primada, a los fieles asistentes de la capital, aprovechando el 40 Aniversario de la Pastoral Juvenil Vocacional de la Arquidiócesis de Sucre.
Antes de nada quiso hacerse eco de los agradecimientos llegados, vía email, desde España, de los Sres. Cardenales Omella y Blázquez (Arzobispos de Barcelona y Valladolid, respectivamente) en respuesta a los enviados por nuestro Arzobispo en solidaridad con las víctimas de los atentados terroristas habidos en las provincias de Barcelona y Tarragona. Son -dijo- signo de comunión de nuestra Iglesia católica, universal, en la que vivimos el pesar o la alegría de aquello que experimentan otros hermanos en cualquier latitud del mundo.
Del Evangelio (Mt 16,2-27) destacó la marcada contraposición entre el texto evangélico del pasado domingo, en el que Simón Pedro es felicitado por Jesús ante su confesión generosa, nacida del Espíritu del Padre, y en el de este domingo, en que se atreve a disuadir al Maestro ante su anuncio de la Pasión, Muerte y Resurrección… El bueno de Pedro se convirtió en piedra de escándalo, piedra en el zapato, con respecto a los planes generosos y salvadores del Padre en la persona de Jesús. Apóstol contradictorio que había sido elegido como la piedra sobre la que edificar la Iglesia.
En referencia al aniversario de la Pastoral Juvenil, recordó Monseñor cómo el seguir a Jesús es fruto de un llamado, de una mirada… Invitación que necesita respuestas generosas, decididas…
El Señor sigue llamando, sembrando la semilla de la vocación en el corazón de muchos. Pero también encuentra piedras en el camino, dificultades por parte de las familias. Se refería el Arzobispo a esos momentos en que los padres impiden a sus hijos el seguir la vocación, aconsejando estudiar primero una carrera o cumplir con el servicio militar. Lo hermoso sería animar a estos jóvenes y sentirse orgullosos toda la familia de la decisión de sus hijas o hijos.
Sería hacer reales las palabras de Jeremías que este domingo escuchamos en la primera lectura: “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir…”
Mons. Jesús relató la experiencia vivida con su mamá ante el anuncio de su deseo de ingresar en el Seminario. Siempre fue apoyado por ella, siempre tuvo abiertas las puertas del hogar familiar.
Finalmente, aprovechando la entronización de la Biblia que se realizó al comienzo de la Liturgia de la Palabra, con motivo del Mes de la Biblia, recordó y explicó los pasos fundamentales de la llamada Lectio Divina, o método tradicional para la Lectura Creyente de los textos bíblicos. Se trata de LEER, MEDITAR, ORAR y CONTEMPLAR.
Animó a los presentes para que cultivaran en este Mes de la Biblia, y en el resto del año, la cercanía a la Palabra y lograsen familiarizarse con ella… para vivir de ella.
Sucre, 3 de Septiembre de 2017