Los más necesitados tienen razones para perder la esperanza porque se les promete días mejores, pero no se les cumplen las promesas.
Cada vez sufrimos más violencia y falta de respeto a los derechos fundamentales de los seres humanos.
Vivimos unos sistemas de justicia que son puro servicio a los privilegiados del mundo, pero no sirven a la verdad.
Cada vez somos menos libres y se respeta menos al que piensa diferente, al que es otro y único.
Tenemos motivos para la esperanza y es que Cristo camina con nosotros. Cristo no está muerto.
Dios rompió las ataduras de la muerte porque Dios da vida y Dios da sentido a la vida.
Abramos nuestras mentes y nuestros corazones para que de verdad este milagro pascual se haga realidad.
Homilía de Mons. Aurelio Pesoa, O.F.M.
Obispo del Vicariato Apostólico de Beni
Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana
CXII Asamblea de Obispos de Bolivia
En la Asamblea de la CEB, Reflexionamos acerca de lo que Dios quiere y pide de cada uno de nosotros como pastores.
Queridos hermanos y hermanas:
Los saludamos en esta mañana tan hermosa, en donde los Obispos de la Conferencia Episcopal de Bolivia nos encontramos reunidos en esta CXII Asamblea General del Episcopado Boliviano, como todos los años, reflexionando acerca de lo que Dios quiere y pide de cada uno de nosotros como pastores y que nos toca también guiar a ese pueblo que se nos ha encomendado a cada uno de nosotros.
Saludo a mis hermanos Obispos, reunidos hoy aquí, los sacerdotes, religiosos, religiosas y también saludar al Sr. Gobernador del Departamento de Cochabamba, Don Humberto Sánchez y a la Rectora Regional de la Universidad Católica Boliviana en Cochabamba, Hna. Ruth Riskowsky y a todos ustedes que vienen como peregrinos a este lugar santo para encontrarse con Dios y pedir a la madre, aquella madre buena que sea la fiel y siempre intercesora.
Los discípulos de Emaús parecieron perder la esperanza porque Jesús en quién había puesto su esperanza había sido víctima de la muerte.
1.- Hemos escuchado hoy la Palabra de Dios, los discípulos de Emaús, que la liturgia de Pascua nos presenta este domingo, son ejemplo de personas que caminan sin esperanza. Ellos habían perdido la esperanza, tras la muerte de Jesús, a quien consideraban un fracaso. Por eso a aquel peregrino que los acompaña en el camino le dirán: Nosotros esperábamos que el fuera el futuro liberador de Israel, pero ya ves, hace dos días que sucedió todo esto, esperábamos, pero ya no esperamos, parecieran decir, porque Jesús en quién habían puesto su esperanza, había sido víctima de la muerte, una víctima más, un fracaso más, un muerto más en la historia.
Los más necesitados tienen razones para perder la esperanza porque se les promete días mejores, pero no se les cumplen las promesas.
2.- También nosotros caminamos muchas veces sin esperanza, y la verdad es que hay razones para perder la esperanza, especialmente los más necesitados y tienen razones para perder la esperanza por que son víctimas de la injusticia en la que vivimos, porque una y otra vez se les promete días mejores, pero una y otra vez se les decepciona y no se les cumple lo que se les promete. Vivimos muchas veces decepcionados con el ser humano que se transforma cada vez más en lobo para el hombre y no en un hombre hermano para ser hermano del otro.
Cada vez sufrimos más violencia y falta de respeto a los derechos fundamentales de los seres humanos.
No hay más que ver la guerra y su reguero de destrucción de familias lastimadas por la destrucción y la muerte, propiedades fruto del sudor de toda una vida que son destruidas por la violencia humana, y eso es solo un ejemplo de la crueldad en la que vivimos, cada vez sufrimos más violencia y falta de respeto a los derechos fundamentales de los seres humanos. Ni siquiera la vida de un no nacido se respeta, o la de los niños que son sometidos a la violencia y al acoso de los adultos.
Vivimos un sistema de justicia que son puro servicio a los privilegiados del mundo, pero no sirven a la verdad.
Vivimos en sistemas de justicia que son puro servicio a los privilegiados del mundo, pero no sirven a la verdad, ni al pueblo, ni a los inocentes, ni a los más desprotegidos. La libertad que es el don que nos ha dado Dios, es despreciada cada vez más en el mundo, en el que vivimos y también en nuestro país.
Cada vez somos menos libres y se respeta menos al que piensa diferente, al que es otro y único.
Cada vez somos menos libres y se respeta menos al que piensa diferente, al que opina de otra forma, al que es otro y único. Hay razones para desconfiar y para perder la esperanza, ojalá los seres humanos nos demos esperanza unos a otros y seamos de verdad motivo de alegría y regocijo uno para otros. Ojalá nos cuidemos los unos a los otros y no seamos motivo de dolor, de tristeza o de desconfianza, sino que seamos siempre motivo de esperanza.
Tenemos motivos para la esperanza y es que Cristo camina con nosotros. Cristo no está muerto.
3.- Pero los creyentes, los católicos, tenemos motivos para la esperanza y es que Cristo camina con nosotros, como caminaba con aquellos dos discípulos de Emaús, nos dice la lectura, “Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos, pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
La tristeza, la falta de fe, el estar concentrados en los problemas no les dejaba verlo. Pero Cristo estaba allí con ellos, caminaba con ellos y en nuestros días Cristo continúa caminando con la humanidad desesperanzada con la humanidad víctima de las injusticias, tal vez no le podemos ver, pero el camina nosotros.
Y esto es así porque cristo no está en el sepulcro, Cristo no está muerto, no está donde ya no hay esperanza, sino que Cristo resucitó, venció a la muerte y por eso sigue acompañándonos con su palabra y con la Eucaristía. Sigue presente en su Iglesia, sigue caminando con nosotros, si de verdad creemos en Él.
Cristo está vivo y ha triunfado sobre la injusticia, sobre el mal y sobre la misma muerte.
La fe como bien sabemos es la forma que tenemos de ver a Cristo presente y caminando con nosotros. Si creemos, tendremos a pesar de todo, porque, aunque haya mucho mal, sabemos que Cristo está vivo y ha triunfado sobre la injusticia, sobre el mal y sobre la misma muerte.
Los injustos no triunfarán en la historia de la humanidad. Triunfaran siempre los justos, la maldad no triunfará, triunfará siempre la bondad. Los verdugos no triunfarán triunfaran las víctimas, Dios ha dado la vuelta a la realidad resucitado por eso a su hijo Jesucristo.
No triunfaron los poderosos, el Sanedrín judío y los representantes del imperio Romano, sino que triunfó el pobre, aquel que fue aniquilado, el injustamente condenado, el inocente, el condenado a muerte.
Dios rompió las ataduras de la muerte porque Dios da vida y Dios da sentido a la vida.
4.- Queridos hermanos, hay razones para la alegría y para la esperanza y esas razones no vienen de nosotros pobres seres humanos pecadores, sino que viene de la obra de Dios, viene de lo que Dios ha hecho, las razones para alegría, no viene desde lo que hemos hecho nosotros, sino de lo que ha hecho Dios. Ustedes por manos paganas lo mataron nos dice la lectura de hoy por eso nos preguntamos ¿qué hicimos nosotros? hicimos muy poco de bueno porque matamos al enviado de Dios, pero nos preguntamos al mismo tiempo ¿qué hizo Dios? Dios lo resucitó, rompió las ataduras de la muerte porque Dios da vida y Dios da sentido a la vida.
Dios camina con nosotros y por eso la vida tiene sentido.
Dios está caminando con nosotros en la historia, dándonos razones para la esperanza y para la alegría. Dios camina con nosotros y por eso la vida tiene sentido. Si Él no está y simplemente murió entonces no hay sentido alguno para la vida porque tendrían éxito los injustos y los malvados, pero si Cristo ha resucitado, la vida tiene sentido porque sabemos que El está vivo y camina con nosotros y nos da la fuerza para luchar en la vida y para construir un mundo más humano, más cristiano y más fraterno. Un mundo en el que vale la pena entregarse y amar, vale la pena ser honestos, vale la pena trabajar por la justicia, vale la pena dar la vida queriendo cambiar este mundo.
Trabajemos por un mundo y una Bolivia en la que sea posible vivir bien, una Bolivia con justicia, tolerancia e inclusión para todos
5.- Por eso queridos hermanos, en esta mañana de domingo es una oportunidad para que llevemos nuestra fe en Cristo resucitado, quién sigue caminando con nosotros. Pidámosle que reafirme y nos devuelva la esperanza y nos ayude a caminar con sentido, trabajando por un mundo y una Bolivia en la que sea posible vivir bien, una Bolivia con justicia, tolerancia e inclusión para todos y un país de verdaderos hermanos.
Abramos nuestras mentes y nuestros corazones para que de verdad este milagro pascual se haga realidad.
Cristo resucitado reanime la fe todos nosotros en esta Pascua y su santísima madre a quién veneramos en este lugar bajo la advocación de la Virgencita de Urkupiña, nos transmita su esperanza y su fuerza para vivir haciendo la voluntad de su hijo. Todos nosotros abramos nuestras mentes y nuestros corazones para que de verdad este milagro pascual se haga realidad en la vida de cada uno y como suele decirse en Moxos: ¡Es pascua… aleluya, aleluya!