Nadie puede asumir la función de juez ante el que peca o se equivoca…
En carnaval se sustituye el sano esparcimiento por las borracheras, un grave peligro de propagación del contagio del Covid – 19…
El Arzobispo de Santa Cruz exhortó a todo miembro de la comunidad, antes de hacerse juez y corregir, debe examinarse a sí mismo. También pidió a todos y especialmente al que sirve como autoridad pública, practique las bienaventuranzas, el amor al enemigo, dar sin pedir, no juzgar ni condenar.
Exhortó a los fieles sobre la mediocridad y la falta de autocrítica pues se constituyen el principal obstáculo para seguir a Jesús, en ese contexto recordó a los fieles evitar hablar con resentimiento, venganza, acusaciones falsas y persecución para arruinar al que piensa distinto.
Finalmente expresó su crítica pues en carnaval se sustituye el sano esparcimiento por las borracheras, y advirtió que esa actitud se constituye en un grave peligro de propagación del contagio del Covid – 19.
Homilía de Mons. Sergio Gualberti
Arzobispo de Santa Cruz
Domingo 27 de febrero de 2022
Nadie puede asumir la función de juez ante el que peca o se equivoca
El evangelio de hoy nos presenta una serie de sentencias y refranes pronunciados en distintas ocasiones por Jesús. Por medio de las comparaciones acerca de un ciego que guía a otro ciego y de la astilla en el ojo de un hermano, Jesús enseña a sus discípulos que nadie puede asumir la función de juez ante el que peca o se equivoca, pues todos somos pecadores y necesitados del perdón de Dios y de los hermanos.
Todo miembro de la comunidad, antes de hacerse juez y corregir, debe examinarse a sí mismo
En nuestra vida cristiana, es buena y necesaria la corrección fraterna cuando efectivamente es expresión de la caridad y ejercicio de la conversión propia y ajena. Sin embargo, todo miembro de la comunidad, sea superior o feligrés, antes de hacerse juez del obrar de los demás y de corregirlos debe examinarse a sí mismo y someterse a una autocrítica sincera: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?”. La verdadera corrección fraterna brota de una actitud sincera de solidaridad y fraternidad, caso contrario puede ser hipocresía o actitud de superioridad.
La corrección fraterna requiere mostrar con las propias obras que uno no tiene los defectos que critica
Cuando alguien asume la función de juez riguroso, criticando y condenando a los que no obran bien, trae al interior de la comunidad muchos y graves problemas. Por coherencia con nuestra fe, la corrección fraterna requiere, sobre todo en estos casos, mostrar con las propias obras que uno no tiene los defectos que critica.
El Señor se fija en nuestros esfuerzos por pasar de ser malos o mediocres a ser buenos y mejores
Si Dios procedería como un fiscal, estaríamos todos perdidos, pues todos tenemos nuestros errores y pecados y nadie es santo, excepto Él. No obstante, el Señor no se fija tanto en lo que somos sino en nuestros esfuerzos por pasar de ser malos o mediocres a ser buenos y mejores.
Un criterio sabio para conocer a una persona son las palabras que salen de su boca
En este sentido, la primera lectura del libro del Eclesiástico señala un criterio sabio para conocer a una persona: las palabras que salen de su boca.
Estas palabras y su razonar se convierten en la criba que descarta los desechos, en el horno que acrisola, y en el fruto que manifiesta al árbol que lo produce.
Cada persona habla de lo que lleva dentro: de sus logros, aspiraciones y frustraciones, del dinero y las ganancias, del trabajo y el desempleo, de la salud y la enfermedad, de los accidentes y las desgracias, del deporte y la diversión y de tantos otros temas. Todo esto delata nuestros centros de interés y los problemas concretos que nos angustian, así como de tantas necesidades ficticias que crea la sociedad consumista y que nos esclavizan al punto de pensar que no se puede vivir sin ellas.
No cabe duda, nuestras conversaciones nos delatan, ya que de la abundancia del corazón habla la boca. Estas palabras nos deberían cuestionar ya que se habla muy poco de las virtudes y valores superiores, humanos y espirituales, tales como: la solidaridad y la fraternidad, el diálogo y la convivencia, el compartir y la justicia, la paz y la unidad, la fe y la vida cristiana, la responsabilidad y colaboración en la vida de la comunidad y sociedad.
Se habla con resentimiento, venganza, acusaciones falsas y persecución para arruinar al que piensa distinto
No solo se habla muy poco de los valores humanos y cristianos, sino que se escuchan, machaconamente y a menudo, palabras cargadas de resentimiento y de odio en contra de los que piensan distinto o de los que se considera enemigos. Esta es una clara señal de lo que se guarda en el corazón y de la venganza que se está cultivando y gestando en él, una venganza que se sirve de cualquier subterfugio, medias verdades, mentiras, acusaciones falsas y persecución con tal de arruinar a los adversarios.
La bondad o la maldad se manifiestan no solo en las palabras sino también en las obras
Esto es lo que indica Jesús cuando afirma que la bondad o la maldad, que anidan en interior del ser humano, se manifiestan no solo en las palabras, sino también en las obras que uno realiza.
“El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca”.
Y Jesús acompaña esta afirmación con un ejemplo: “No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol enfermo que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto”. Por eso nosotros deberíamos ir a la raíz y a los frutos de nuestro árbol, de nuestro actuar y manera de ser; bajar al fondo de nuestro corazón para descubrir su maldad y su bondad, su mentira y su verdad, su esterilidad y su fecundidad.
El que sirve como autoridad debe practicar las bienaventuranzas, el amor al enemigo, dar sin pedir, no juzgar ni condenar
Jesús mismo, lo hemos escuchado en el evangelio de los domingo anteriores, nos señala cuales son los frutos por los que se conoce si somos sus discípulos: la práctica de las bienaventuranzas, el amor al enemigo, del dar sin pedir nada a cambio, el no juzgar ni condenar a los demás constituyéndonos jueces y fiscales.
Todos deberíamos dar estos pasos, de acuerdo a la función que cada cual cumple en la familia, en la comunidad eclesial y en la sociedad, en particular los que están llamados a la grave responsabilidad de servir a los demás como autoridad.
La mediocridad y la falta de autocrítica constituyen el principal obstáculo para seguir a Jesús
En el seguimiento de Jesús la mediocridad y la falta de autocrítica constituyen el principal obstáculo. Si nuestro corazón es un terreno abandonado y baldío, no pueden crecer más que malas hierbas y salir palabra y acciones estériles.
Por el contrario, la renuncia al mal, la fe, el espíritu de sacrificio, la entrega por el Señor y los demás y el compromiso por el anuncio de la alegría del Evangelio, son las actitudes que deben informar la vida de los verdaderos discípulos de Jesús. Claramente esto es posible solo en el silencio, en la oración y en un camino de interiorización de la palabra de Dios que se haga notar en nuestros frutos de bien de cada día.
Vivimos en unas sociedad inmersa en la cultura de lo inmediato no dejamos que maduren los frutos del bien, armonía y paz
Sin embargo, vivimos en una sociedad donde el silencio casi no existe, donde domina el ruido y el torbellino de la vida actual y donde estamos inmersos una cultura de lo inmediato y de la prisa, y donde no dejamos tiempo para que maduren los frutos de bien, de armonía y paz.
En carnaval se sustituye el sano esparcimiento por las borracheras, un grave peligro de propagación del contagio
Un ejemplo muy claro de esta situación, es la fiesta del Carnaval de estos días, que hace pasar en segundo lugar, la pandemia del COVID19. Por la experiencia de tantos años, sabemos que, con demasiada facilidad, se sustituye el sano esparcimiento y días de descanso por las borracheras, las peleas, la promiscuidad y el alboroto descomedido, lo que, además de dejar el corazón vacío, triste y herido, provoca un grave peligro de propagación del contagio. Ojalá que, en cada persona, gane el buen sentido y que viva estos días con sumo cuidado y en coherencia con la condición de seguidor de Jesús
Para un encuentro personal con el Señor, debemos acudir a la oración y silencio, escuchar su palabra y acatar su voluntad
La palabra de Dios hoy nos indica que, vivir como discípulos de Jesús, representa una tarea que supera nuestras solas fuerzas humanas. Por eso, debemos acudir a la oración y al silencio y tener un encuentro personal con el Señor, hacer una experiencia profunda de él y de su amor, escuchar su palabra y acatar su voluntad, en un diálogo confiado y sincero con él.
En el silencio aprendemos a reconocer y purificarnos de nuestras fallas, permanezcamos firmes en nuestro Señor Jesucristo
En el silencio aprendemos a reconocer y purificarnos de nuestras fallas y a abrirnos al don de la gracia que nos colma de fortaleza, serenidad y paz y nos capacita para dar testimonio del Señor en todos los momentos y ámbitos de nuestra vida. Es lo que nos dice el apóstol San Pablo, en su primera Carta a los Corintios: “den gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por Cristo nuestro Señor Jesucristo… permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por Él no serán vanos”. Amén