SÍNODO DE LOS OBISPOS. XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA. Roma 2012
Tema: La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana
La actual Asamblea del Sínodo en Roma, que se celebra desde 7 al 21 de Octubre, ha sido convocada por Benedicto XVI y ha reunido a 262 padres sinodales de todo el mundo que tratarán el tema de la «nueva evangelización». Después de un proceso de dos años de preparación en las Iglesias locales, con dos documentos que han servido de base, los Lineamenta y el Instrumentum Laboris, Obispos y Cardenales acompañados de otros expertos, han llegado a Roma para debatir en comunión las reflexiones y aportaciones de todas las Iglesias acerca de las cuestiones candentes que preocupan a los cristianos en el mundo. A tenor de lo transmitido ayer por el Papa en la homilía de la Solemne Eucaristía de apertura del Sínodo parece que la importancia de la familia en la transmisión de la fe será un tema estrella en este Sínodo sobre la Nueva Evangelización.
Desde el Concilio Vaticano II hasta el presente, la nueva evangelización ha sido siempre presentada como el instrumento gracias al cual es posible afrontar los desafíos de un mundo en acelerada transformación. En el corazón del anuncio está Jesucristo, en el cual se cree y del cual se da testimonio. Transmitir la fe significa esencialmente transmitir las Escrituras, principalmente el Evangelio, que permiten conocer a Jesús, el Señor. El Papa Pablo VI, lanzando la prioridad de la evangelización, mostraba la absoluta centralidad de la tarea evangelizadora para la Iglesia de hoy. «La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza», porque se origina en la misión de Jesucristo y en la misión del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre.
Habiendo sido introducido por el Papa Juan Pablo II, el término “nueva evangelización” ha sido retomado y relanzado por el mismo Pontífice sobre todo en su Magisterio dirigido a las Iglesias de América Latina. Él hablaba de una evangelización nueva. «Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión». La nueva evangelización no es una reduplicación de la primera, no es una simple repetición, sino que consiste en el coraje de atreverse a transitar por nuevos senderos, frente a las nuevas condiciones en las cuales la Iglesia está llamada a vivir hoy el anuncio del Evangelio. La nueva evangelización es una actitud, un estilo audaz. Es la capacidad de parte del cristianismo de saber leer y descifrar los nuevos escenarios, que en estas últimas décadas han surgido dentro de la historia humana, para habitarlos y transformarlos en lugares de testimonio y de anuncio del Evangelio. En el texto de preparación del Sínodo han sido presentados seis escenarios: un escenario cultural (la secularización), uno social (la mezcolanza de pueblos), uno de los medios de comunicación, uno económico, uno científico y uno político. El Sínodo apela al diálogo con los otros hombres y a la audacia de formular la pregunta acerca de Dios en el interior de los problemas, realizando lo específico de la misión de la Iglesia.
Transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que se realice el encuentro entre los hombres y Jesucristo. La Iglesia transmite la fe que ella misma vive. La transmisión de la fe, en cuanto es una acción fundamental de la Iglesia, estructura el rostro y las acciones de las comunidades cristianas. Para anunciar y difundir el Evangelio es necesario que la Iglesia promueva imágenes de comunidades cristianas capaces de articular con fuerza las obras fundamentales de la vida de fe: caridad, testimonio, anuncio, celebración, escucha y coparticipación. Es necesario concebir la evangelización como el proceso a través del cual la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia y difunde el Evangelio en todo el mundo: «impulsada por la caridad, impregna y transforma todo el orden temporal, asumiendo y renovando las culturas; da testimonio entre los pueblos de la nueva manera de ser y de vivir que caracteriza a los cristianos; y proclama explícitamente el Evangelio, mediante el “primer anuncio”, llamando a la conversión; inicia en la fe y vida cristiana, mediante la “catequesis” y los “sacramentos de iniciación” a los que se convierten a Jesucristo, o a los que reemprenden el camino de su seguimiento, incorporando a unos y reconduciendo a otros a la comunidad cristiana; alimenta constantemente el don de la comunión en los fieles mediante la educación permanente de la fe, los sacramentos y el ejercicio de la caridad; y suscita continuamente la misión, al enviar a todos.
La tarea de la “nueva evangelización” es conducir tanto a los cristianos practicantes como a los que se preguntan acerca de Dios a percibir su llamada personal en la propia conciencia. La nueva evangelización es una invitación a las comunidades cristianas para que depositen mayormente la confianza en el Espíritu, que las guía en la historia. Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad. Nueva evangelización quiere decir compartir con el mundo sus ansias de salvación y dar razón de nuestra fe, comunicando el Logos de la esperanza (cf. 1 P 3, 15). El contenido de esta esperanza es «el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo». Por esto la Iglesia es misionera en su íntima esencia. Queremos una evangelización que llegue al corazón y a la conciencia de las personas, las transforme en su mentalidad para que sean protagonistas en la construcción de un mundo más humano y justo que sea signo del Reino, como es la voluntad de Dios.
Oremos durante estos días por el Sínodo para que el Espíritu Santo ilumine las mentes de los participantes en el Sínodo y puedan aportar al mundo, con la sabiduría del Evangelio, las orientaciones eclesiales oportunas, que permitan avivar la fe, la esperanza y el amor, en una humanidad vapuleada por el pecado del mundo, que tiene sus principales exponentes en la gran crisis de valores humanos y cristianos, en la crisis económica global, en la desigualdad imperante en el planeta y en la aflicción de millones de seres humanos, que sumidos en la pobreza, sufren la falta de respeto a su dignidad y el atropello de sus derechos humanos fundamentales. Que la Iglesia esté a la altura de las circunstancias y con espíritu misionero sea signo de la presencia del Espíritu de Jesucristo, muerto y resucitado, en nuestro mundo.
José Cervantes Gabarrón, sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura