Cada domingo por la mañana desde 1975, Enrique Materecco Pofueco, indígena moxeño ignaciano, saluda a la feligresía. A sus 70 años, es uno de los animadores eclesiales de los pueblos indígenas más remotos de la Amazonía. Con Sínodo o sin él, desde hace 44 años es el párroco ‘de facto’ de Bermeo, territorio de la provincia de Moxos, en el departamento boliviano del Beni. Cinco comunidades en un radio de 15 kilómetros, donde celebra la Palabra, prepara confirmaciones, primeras comuniones, matrimonios y bautizos junto a otros cuatro animadores.
Lleva a Bermeo en la piel desde los 10 años. Allí, de la mano de su padre y en compañía de sus hermanos y amigos, fundaron esta comunidad. “¿Por qué a mí?”, se pregunta. Dios lo ha llevado por esos caminos hasta llegar incluso a Roma, donde fue uno de los invitados de honor en el seminario preparatorio ‘Hacia el Sínodo Especial para la Amazonía: dimensión regional y universal’,celebrado en febrero en el Vaticano.
En la capilla donde celebra los domingos luce una fotografía de Francisco, a quien sigue al pie de la letra en su consigna : ‘Atrévanse a evangelizar’.
Llevar a Dios “donde me buscan”
“El domingo pasado –relata–tuvimos una experiencia muy bonita: me buscaron para llevar los sacramentos, había dos personas que no podían ir a misa por su discapacidad, un invidente y otro en sillas de ruedas, los visitamos y les llevamos la comunión. También a una muchacha muy enferma. He tenido la posibilidad de llevar a Dios donde me buscan”.
“Para qué le voy a mentir, yo no soy leído, he aprendido algo de tanto leer la Biblia”, se sincera. Sin embargo, con su profunda sabiduría recuerda a sus hermanos indígenas la necesidad de “luchar por el territorio; defendamos nuestra Amazonía y lo que en ella hay, nuestros ríos, nuestros animales, nuestras aves, porque la naturaleza nos provee de todo”.
Fuente: Vida Nueva Digital
El Sínodo de la Amazonía abre la puerta a la ordenación sacerdotal de “ancianos con una familia estable”

El ‘Instrumentum laboris’ de la Asamblea Especial para la Región Panamazónica del Sínodo de los obispos, que se celebrará del 6 al 27 de octubre en Roma, sugiere a los padres sinodales que estudien “la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable”.
Así lo recoge el documento que se ha dado a conocer hoy en Roma. Finalmente, el estudio de la ordenación de los llamados ‘viri probati’, que se traduciría como “hombres de probada virtud”, se introducirá en el debate del foro eclesial, una demanda reclamada desde hace décadas por las Iglesias locales de la región. A este respecto, se desarrolla esta iniciativa orientada a “personas ancianas” pensando “para las zonas más remotas de la región” y “afirmando que el celibato es un don para la Iglesia”.
Remitiéndose a “Ecclesia de Eucharistia” de Juan Pablo II, el texto se hace eco de cómo “las comunidades tienen dificultad para celebrar frecuentemente la Eucaristía por la falta de sacerdotes. ‘La Iglesia vive de la Eucaristía’ y la Eucaristía edifica la Iglesia”. “Por ello se pide que, en vez de dejar a las comunidades sin Eucaristía, se cambien los criterios para seleccionar y preparar los ministros autorizados para celebrarla”, subraya.
La sugerencia lanzada forma parte de una amplia batería de propuestas que lanza el ‘Instrumentum laboris’ para lograr una “Iglesia profética en la Amazonía” que pasa desde el activismo en defensa de los derechos de las comunidades indígenas a la propuesta de crear una estructura episcopal Amazónica, la traducción de la Biblia a las lenguas locales o crear un fondo económico de ecología integral.
Indígenas que prediquen a indígenas
En concreto, esta propuesta sobre la ordenación de adultos casados se recoge en la tercera parte del extenso texto preparatorio en el que se analizan los desafíos y esperanzas a los que se enfrenta la Iglesia en la Amazonía. La reflexión se incluye en el Capítulo IV dedicado a la organización de las comunidades. “Se trata de indígenas que prediquen a indígenas desde un profundo conocimiento de su cultura y de su lengua, capaces de comunicar el mensaje del evangelio con la fuerza y eficacia de quien tiene su bagaje cultural”, subraya el texto
El Instrumentum laboris apunta que “desde esta experiencia de organizaciónsería oportuno reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) ha de estar vinculado en todos los ámbitos (sacramental, judicial, administrativo) y de manera permanente al sacramento del orden”.
Junto a la propuesta de los “viri probati”, el documento también incide en la urgencia de “promover vocaciones autóctonas de varones y mujeres como respuesta a las necesidades de atención pastoral-sacramental”. “Hay que partir de una ‘Iglesia que visita’ a una ‘Iglesia que permanece’, acompaña y está presente a través de ministros que surgen de sus mismos habitantes”, enfatiza.
Remitiéndose a “Ecclesia de Eucharistia” de Juan Pablo II, el texto se hace eco de cómo “las comunidades tienen dificultad para celebrar frecuentemente la Eucaristía por la falta de sacerdotes. ‘La Iglesia vive de la Eucaristía’ y la Eucaristía edifica la Iglesia”. “Por ello se pide que, en vez de dejar a las comunidades sin Eucaristía, se cambien los criterios para seleccionar y preparar los ministros autorizados para celebrarla”, subraya.
Papel más activo del laicado
Así, se reclama un papel más activo de los laicos “para que sean sujetos de la Iglesia en salida”, un “protagonismo” que exige ofrecer “caminos de formación integral para asumir su rol de animadores de comunidades con credibilidad y corresponsabilidad”.
En esta línea, el texto aprobado por el Vaticano llama a “itinerarios formativos a la luz de la Doctrina Social” para promover la participación de los fieles tanto en la Iglesia como “en ámbitos de ciudadanía y política”.
El Instrumentum laboris hace especial incidencia en el rol de las mujeres, entonando un “mea culpa” en tanto que “en el campo eclesial la presencia femenina en las comunidades no es siempre valorada”. En este sentido, se propone un mayor liderazgo femenino con una fórmula que de alguna manera también se refiere al debate congelado en Roma sobre el diaconado de la mujer: “Identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica”.
Además de reinvindicar el papel de los laicos, también se insta a la vida religiosa a ser “alternativa y profética”, junto a los empobrecidos y excluidos, inculturada a través del aprendizaje de lenguas y culturas autóctonas “para generar vínculos y desarrollas una pastoral integral”.
Fuente: Vida Nueva