Análisis

VIRGINIA BLANCO EN CAMINO A LA BEATIFICACIÓN

Al finalizar el mes de julio de 2012, en nombre del Arzobispado de Cochabamba, hemos enviado a la Congregación de la Causa de los Santos en Roma un documento exhaustivo de unas 500 páginas, llamado “Positio”, sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad de la Sierva de Dios, Virginia Blanco Tardío. Todo ello es fruto de un minucioso proceso de investigación que se realizó en la Arquidiócesis de Cochabamba con unos cien testimonios procesales y prepropocesales y que ahora culmina.

Lo hacemos con la convicción de que Virginia es un modelo de mujer laica, consagrada a Jesús y a María, fiel a la enseñanza de la Iglesia y totalmente dedicada a la evangelización y a la atención social a las personas pobres y enfermas. Se trata de un modelo de santidad que ha tenido y sigue teniendo relevancia en la vida de la Iglesia y con el que pueden identificarse muchas personas que desean entregar su vida a la promoción de la fe cristiana y de la caridad.

La misma humildad de Virginia ha contribuido a que su vida haya pasado poco reconocida en la sociedad. Sin embargo hay rasgos ejemplares en ella que merecen ser destacados. Su vida muestra la importancia que tuvo el laicado, formado en la Acción Católica Boliviana, en defensa de la fe y de la moral cristiana durante una buena parte del siglo XX. Virginia fue una de las pioneras de la AC desde su ingreso en 1937, siendo presidenta, primero de la Juventud Femenina y luego de la Asociación de Mujeres, trabajando en ella arduamente toda su vida hasta su muerte el 23 de julio de 1990. Por ello merece el título de “Apóstol de la Acción Católica”, tal como proféticamente la calificó el Papa Pío XII en una audiencia con ocasión de la peregrinación a Roma en el Año Santo 1950. Su ejemplo servirá para fortalecer el papel del laicado en asociaciones identificadas por su fidelidad a la Iglesia.

Gran parte de sus energías dedicó Virginia a la evangelización en la catequesis en español y en quechua tanto a las personas sencillas del campo, a las vendedoras del mercado y a las empleadas del hogar como a personas citadinas. Sobresaliente fue también su labor docente como profesora de religión con excelentes dotes pedagógicas en el Liceo Femenino Adela Zamudio y en otros establecimientos fiscales durante más de cuarenta años, muchas veces en circunstancias políticas dramáticas, hasta que su vista y sus fuerzas físicas comenzaron a flaquear. No sólo daba las clases sino que atendía personalmente a sus alumnas para ayudarles en sus problemas personales y entusiasmarles en el seguimiento de Jesús. Merece ser puesta como modelo de evangelizadora católica.

De igual modo mostró una extraordinaria sensibilidad social con muchas iniciativas de beneficencia, entre ellas los Comedores Sociales de la Asociación de Mujeres de Acción Católica y el Comedor Popular en su propia casa, ofreciendo un almuerzo nutritivo a muchas personas pobres y empobrecidas a raíz de las turbulencias sociales y políticas de la revolución de 1952. También en su casa montó el Policonsultorio El Rosario para atender a las personas enfermas de escasos recursos, buscando para ello la colaboración de Asociación de Mujeres Profesionales Universitarias y de médicos en diversas especialidades. Para sostener esas obras Virginia contribuía con su propio peculio y buscaba constantemente ayudas, pidiendo limosna.

En esta actividad ejemplar la S. de D. se sostenía por su consagración al Corazón de Jesús y a la Virgen María, por su oración continua y por la fervorosa participación en la Misa y comunión diarias y en los sacramentos. De esta manera Virginia unió la oración y la acción, la evangelización y la promoción social. Esto es importante y urgente en Bolivia donde a pesar de las abundantes proclamaciones políticas la pobreza sigue siendo lacerante y son altos los índices de mortalidad y morbilidad materno-infantil. Muchas personas carecen de alimentos, medicamentos y educación. Como contraste las clases adineradas hacen gala de lujos y despilfarros hirientes. Virginia, perteneciente a una clase social pudiente, supo poner sus bienes y su vida al servicio de las personas para remediar sus necesidades corporales y espirituales.

Por todo ello la figura de Virginia tiene una gran relevancia hoy como modelo laical de santidad en la etapa histórica de la nueva evangelización. En las actuales circunstancias políticas de Bolivia, donde se trata de relegar la labor de la Iglesia al culto privado y de fomentar creencias religiosas ancestrales centradas en el culto a la Pachamama y al Dios Inti, el ejemplo de Virginia puede contribuir a impulsar la misión permanente que han proclamado los obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida y que debe ser asumida por el laicado. Quiera Dios que tengamos la dicha de poder tener a Virginia Blanco como la primera persona nacida en Bolivia que sea declarada “Venerable”, por haber ejercido las virtudes teologales, cardinales y cristianas en grado heroico.
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