Cardenal Julio, al iniciar su homilía dominical, pidió al Señor que mantenga la voluntad de trabajar unidos y hacerlo con alegría verdadera, para enfrentar a la inestabilidad del mundo.
Hizo referencia a la Jornada Mundial de la Juventud al recordar al millón y medio de jóvenes que fueron invitados a escuchar al sucesor de Pedro y confesar y testimoniar quién es Jesucristo Hoy.
Exhortó a no quedar conformes con los reinos pasajeros e invitó al pueblo a buscar el bien, la justicia, comprensión y diálogo entre todos.
Invitó a la comunidad a seguir con atención las reflexiones del encuentro de Comunidades Eclesiales de Base y con entusiasmo seguir anunciando las maravillas del Señor por el mundo.
Manifestó su preocupación por aquellos que piden soluciones rápidas a los problemas y por aquellos que sin medir consecuencias intentan terminar con esas voces.
Llamó a no acostumbrarse a recibir como si fuera normal la muerte, los accidentes, las irresponsabilidades y los discursos inyectados de odio y rencor.
Pidió a quienes buscan al Divino Niño levanten el espíritu para marchar y no para repartir las cosas que sobran a los pobres del camino ni pedirle al Divino Niño favores o cosas materiales.
Indicó que el Discípulo Pedro es la piedra angular sobre la que Cristo construyó su Iglesia y el Santo Padre es el sucesor de Pedro. Ese es el papel que desempeña S.S. Benedicto XVI.
Recordó a los fieles que la fe tiene que ser clara y valiente especialmente en un mundo que decidió dejar a Dios a un lado, un mundo con ídolos que exigen reverencia de rodillas.
Indicó que es a partir de las de las enseñanzas del Señor que se pueden encontrar espacios para unirse y solucionar temas vitales para todos sin descalificar ni perseguir al hermano.
Al referirse a la marcha de los hermanos indígenas exhortó a no sojuzgar, no condenar, no negar la dignidad humana del que ha caído ni del que tiene ideas diferentes.
Pidió no dejarse llevar por triunfalismos fáciles ni emociones pasajeras sino seguir el ejemplo de entrega Cristo. Remarco que los caminos que borran la cruz llevan a nuevas frustraciones.
Al concluir la homilía recordó que la cruz es el signo del verdadero apóstol que debe estar atento a las tormentas de la vida, las amenazas y los miedos impuestos.