Análisis

UNA MARCHA CONVINCENTE

Una profunda tristeza se apoderó de mi alma cuando el pasado miércoles no pude asistir a la marcha y concentración que se realizaron en apoyo al “proceso de cambio” liderado por el presidente Evo Morales, no por el motivo de las mismas sino porque siempre fui un empedernido marchista convencido de que las marchas son el mejor de nuestros recursos que utilizamos los bolivianos para demostrar nuestros sentimientos públicos.

En vista de la ausencia obligada de mi comadre Macacha, quien me habría conducido a la avenida Busch cargado en “kepi” debido a mi ancianidad prematura, tuve que contentarme con seguir por la radio y la televisión la actuación de las masas y de sus máximos líderes, soltando profundos suspiros por no poder estar con ellos.

Menos mal al atardecer de la jornada, recibí la visita de mi tío Huebastián que había sentido el gozo y la gloria de ser uno de los participantes del glorioso evento.

— Querido tío Huebas, ¡qué gusto de verte y saludarte!

— ¡No me llamo Huebas, mi nombre completo es Huebastián!

— Está bien mi querido tío Huebastián. ¿De dónde vienes con esa carita plena de felicidad? ¿No vendrás de alguna otra cita amorosa…?

— No querido sobrino, vengo de la concentración y marcha de apoyo al proceso de cambio que lidera nuestro compañero presidente Juan Evo Morales Ayma.

— ¿Acaso eres empleado público…?

— Claro que lo soy, querido sobrino, soy un alto funcionario del Ministerio Plurinacional de Disparates.

— No lo sabía, tío Huebastián, y te felicito por tan alto cargo. Seguramente te pagaron previamente tu bono de lealtad de mil bolivianos dispuesto por el Gobierno tan oportunamente.

— Claro que ya recibí tal bono, pero no creas que asistí a la manifestación de apoyo del presidente Morales por ese simbólico reconocimiento a mi lealtad, sino porque la marcha me ha ratificado que el presidente Evo y el vicepresidente Alvarín tienen cada día más adherentes a la política que ellos dirigen.

— No creo que sea así, querido tío Huebastián, pues las personas y las cosas se desgastan con el uso diario y me parece que también los líderes se desgastan en el poder.

— Esta marcha de la que formé parte, me ha demostrado lo contrario, pues he visto a mineros con dinamitas, a muchos miles de campesinos llegados del Chapare, de zonas altiplánicas y de tierras tropicales manifestando con fervor su creciente adhesión a nuestros líderes revolucionarios.

— Siento mucho no pensar como tú, querido pariente, y te digo con sinceridad que muchos analistas políticos y politólogos, que saben mucho más que yo, piensan lo mismo y que la marcha del 12 de octubre fue organizada por los masistas para convencerse ellos mismos de que no siguen siendo menos que hace cinco años.

— Está bien, sobrino, me voy a otro lado para no pelear entre parientes.

— Hasta pronto querido tío Huebas.

— ¡No me llames Huebas, mi nombre completo es Huebastián!