No por pronosticada ha dejado de causar una fuerte impresión la muerte de Steve Jobs, el pasado 5 de octubre de 2011, a la edad de 56 años a consecuencia de un cáncer pancreático. Pasará a la historia como un visionario de la electrónica con exitosas innovaciones: computadoras personales, animaciones virtuales, iPods, iPhones, iPads, y una larga lista de patentes que él impulsó. Ya estaba catalogado como la 39ª fortuna de EEUU., siendo la empresa Apple que él creó y dirigió una de las más exitosas del mundo.
Nos interesa ahora analizar su dimensión humana desde la perspectiva ética. Aunque Steve era muy reservado en su vida personal, que protegía férreamente frente al asedio de los medios de comunicación, se han ido conociendo muchos detalles. Nació en 1955 de una mujer soltera, quien, al no poder casarse por la oposición de sus padres, dio a su hijo en adopción a un matrimonio modesto que lo educó y se sacrificó para que Steve pudiese entrar en la universidad. Sin embargo, éste a los seis meses desistió para no ser una carga a sus padres adoptivos y para estudiar por su cuenta y poner en práctica sus ideas.
Trabajó arduamente con un compañero en un garaje, diseñando la computadora personal que en ese momento todavía no existía. De aquí surgió la empresa Apple que se posicionaría en un alto nivel en el mercado de los ordenadores. Más tarde lanzó al mercado una nueva computadora con el nombre de Lisa, una hija que tuvo en 1978 sin estar casado. Pero tuvo un fracaso comercial y fue despedido Steve fue despedido de Apple en 1986, a los 30 años de edad con la consiguiente frustración.
Sin embargo, no se desanimó y supo superar esa crisis con una constancia y creatividad admirables. Dedicó un tiempo a repensar su vida. Viajó a la India, buscando una renovación espiritual y retornó, imbuido de elementos hinduistas, incluyendo la estricta práctica del vegetarianismo. En 1990 se casó con una mujer que le acompañó toda la vida y con la que tuvo tres hijos. Inició una nueva empresa de diseño virtual con gran éxito en la industria del cine. En 1996 fue invitado a volver a la Apple como ejecutivo, ascendiendo más tarde al cargo de Director, que ejerció hasta pocos meses antes de su muerte que aceptó sin aspavientos. Parecería una vida modélica.
Sin embargo, no todo, ni mucho menos, fue ejemplar en la vida de Jobs. Algunos comentaristas señalan que tenía un carácter fuerte, en ocasiones intratable. ”No dejaba hablar. Tenía un ego gigante. Destruía el trabajo de sus subordinados ante el menor fallo. Detallista y minimalista” (Claudio Martínez Möckel). También se han criticado sus contratos monopolísticos al frente de Apple. Dedicado totalmente al trabajo, descuidó a su familia hasta los últimos años de su vida en que rectificó, dando más tiempo a su esposa e hijos.
Desde la ética sexual se ha observado que Steve favoreció el movimiento gay y promovió la aprobación del matrimonio homosexual en California, impidiendo en su empresa difundir programas contrarios, calificados de “homofóbicos”. En cambio a su favor se debe reconocer que, desde su posición de padre de familia, Steve no quiso admitir programas de pornografía en los teléfonos móviles de Apple. Sólo Dios dará un juicio definitivo sobre este hombre, genio de la tecnología digital.
Nos referiremos aquí a las creencias religiosas que tenía Steve y que él mismo dio a conocer en una famosa alocución en la graduación de estudiantes de la Universidad de Stanford en 1995. Ya se le había diagnosticado un cáncer de páncreas. Sometido a un tratamiento de última generación experimentó una mejoría que le llevó a pensar que podría retomar sus ocupaciones habituales.
Jobs invitó a los estudiantes a trabajar en lo que se ama y a no dejarse desanimar por los acontecimientos frustrantes que puedan sobrevenir, dándoles un consejo para encontrar sentido a la vida. “Reitero, no pueden conectar los puntos mirando hacia el futuro; solamente pueden conectarlos mirando hacia el pasado. Por lo tanto, tienen que confiar en que los puntos de alguna manera se conectarán en su futuro. Tienen que confiar en algo, su Dios, destino, karma, lo que sea. Esta perspectiva nunca me ha decepcionado, y ha hecho la diferencia en mi vida”. ”A veces las cosas que menos esperas, son las que te ayudan a encontrar la oportunidad que estás buscando. El karma es sabio, y aunque sus caminos a veces son extraños o incluso dolorosos, tarde o temprano sabe conducirnos a donde queremos llegar”.
Steve terminó su alocución animando a los jóvenes a que “tengan el valor de seguir su corazón e intuición, ya que de alguna manera saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario”. ”¡Keep hungry! ¡Keep foolish!. Siempre he deseado eso para mí. Y ahora, cuando ustedes se gradúan para empezar de nuevo, es lo que les deseo”. Literalmente esa consigna, que él recibió en su juventud, en el lenguaje coloquial significa “¡Estate siempre inquieto! ¡No seas convencional!”.
Ciertamente que Jobs superó el formalismo y a pesar de los fracasos supo mantenerse en la línea que él consideraba promisoria. Su perseverancia en llevar a la práctica sus ideas en la comunicación digital es digna de elogio. También valientes, pero más discutibles son las ideas de Steve sobre la muerte, tema tabuizado en la cultura globalizada, que él veía como una purificación, aun sin reconocer ningún horizonte transcendente.
En cambio no parece correcta la recomendación de Jobs de “tener fe en Dios, en el destino o el karma, lo que sea”. Este consejo adolece de ambigüedad y puede llevar a adherirse a falsas creencias y supersticiones e incluso a tomar decisiones trágicas. En la religión hindú el “karma” designa la energía transcendente, invisible e inmensurable, derivada de los actos de las personas y a la que se designa también como “la ley cósmica de retribución, o de causa y efecto que rige para todos los hombres”.
De ninguna manera se pueden poner el destino y el “karma” al nivel de Dios. Desde la fe cristiana creemos que Jesús es el Hijo de Dios Padre, que nos envía a su Espíritu (Rúaj), quien se asocia al espíritu humano para elevarnos hacia la Verdad y la Caridad que se harán plenas en la vida eterna. Tenemos que esforzarnos en hacer el bien y evitar el mal, confiando totalmente en la providencia y en la misericordia de nuestro Dios, Creador, Salvador y Santificador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tm 2, 3).