El maestro cristiano educa hacia un proyecto de persona en el que viva Jesucristo.
Queridas maestras y maestros reciban mi cariñoso saludo en este día tan especial del maestro, vocación y profesión tan alta y noble.
Es hermoso ver a niñas y niños leyendo y escribiendo como fruto de su enseñanza; es prodigioso el aprendizaje de la juventud en la ciencia y el humanismo como resultado de su dedicación a la tarea educativa.
La educación es un proceso dinámico que dura toda la vida. Recoge la memoria del pasado, enseña a vivir el hoy y se proyecta hacia el futuro. Ningún maestro educa sin saber para qué educa y hacia dónde educa. El maestro cristiano educa hacia un proyecto de persona en el que viva Jesucristo.
La educación es cuestión del corazón y la clave es el amor. Nuestro querido Papa Francisco afirmó: “ser profesor no es solo un trabajo sino una relación, en la que cada maestro debe sentirse enteramente implicado como persona para dar sentido a la tarea educativa hacia los propios estudiantes” y les llamó a “amar con mayor intensidad a sus estudiantes más difíciles, más débiles y más desfavorecidos”.
Les ruego mantener la dignidad y grandeza de su tarea educativa. Además de ser portadores del conocimiento y pedagogía más adecuados, sean, ante todo, una referencia moral, guía e inspiración para esa niñez, adolescencia y juventud que las familias y el Estado confían a ustedes. Eso es lo que más recordarán ellos de ustedes. Cuánta responsabilidad en sus manos, ya que toda persona es lo que la educación hace de ella.
En nuestra realidad actual, caracterizada por una crisis existencial de la persona, la familia, la sociedad en su conjunto, víctimas de los antivalores y el relativismo moral, se hace más importante su compromiso con una educación religiosa que da sentido a la dimensión transcendente de la persona, es la referencia moral más poderosa, para hacer de todo educando un “buen cristiano y honrado ciudadano”, como afirman grandes santos educadores de la juventud.
Queridos maestros y maestras: tengan como referencia en su servicio educativo la figura de Jesús Maestro. Él era el Maestro que “iba por toda Galilea enseñando en sus sinagogas” (Mt 4,23), “anunciando a los pobres la buena noticia”, “dando vista a los ciegos” (Lc 4,18), “hablando con sabiduría y autoridad” (Lc 4,32), con una pedagogía constructiva como lo muestra el pasaje de Emaús (Lc 24,13-35)
Felicidades y adelante en su vocación de maestros educadores. Iluminados por el Espíritu del Señor resucitado y la protección de María, nuestra Madre, educadora de la fe y pedagoga del Evangelio, estrella de la evangelización siempre renovada, nos animen en el desafío de ser una Iglesia misionera en salida y nos ayuden a asumir con valentía el compromiso de participar corresponsablemente en la preparación y realización del VII Congreso misionero con sede en Sucre en el mes de octubre.
Con gratitud y afecto, reciban mi bendición pastoral y un recuerdo en mi oración.
Su hermano, amigo y Obispo.
Sucre, 4 de junio de 2017
Mons. Jesús Juárez Párraga, sdb.
ARZOBISPO DE SUCRE