Cochabamba

Obispo Auxiliar de Cochabamba pide escuchar al señor en esta Cuaresma

Mons. Robert Flock, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Cochabamba, durante su homilía dminical, pidió salir de la rutina en este tiempo de Cuaresma, pidió escuchar al Señor con más atención.

“Deja tu tierra natal”

Queridos Hermanos.

Nuestra vida actual y nuestra historia son marcadas por las grandes migraciones; generalmente por motivos económicos, unos cuantos por delitos o persecución política; algunos por motivos religiosos. Mis antepasados migrando de Alemania a los Estados Unidos en 1857; entiendo que además de buscar oportunidades donde ofrecían tierras, querían alejarse de las constantes guerras europeas de entonces. Una nota publicada en Septiembre del 2012 estimaba que más de dos millones de bolivianos viven en el exterior. A esto podemos añadir aquellos que han migrado del campo a la ciudad y de un departamento a otro.

Abraham, en cambio salió de su tierra porque escuchó la voz del Señor.“Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que Yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición. … Abram partió, como el Señor se lo había ordenado.” Con este hecho se inicia la historia de salvación, porque Abraham fue la primera persona desde Noé que fue capaz de escuchar la voz del Señor.

Esta historia pasa por el pueblo de Israel, con los profetas y sabios del pueblo, hasta encontrar su plenitud en la persona de Jesús de Nazaret. Ya a los 12 años tenía conciencia de la voz del Padre celestial en su interior, y así dijo a sus padres: “No saben que tengo que estar en las cosas de mi Padre”. Por supuesto sabemos que Jesús tenía una misión muy especial, como Hijo de Dios. Él tuvo que dejar la casa de su Padre en el Cielo, para ocuparse de los asuntos de su Padre en la tierra. De ahí nos enseña a rezar lo que vive: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.”

Imagínese como sería el mundo si toda la humanidad tomara sus decisiones en obediencia al Señor, como Abrahán, y como Jesús. No habría guerras y hambrunas, pobrezas y violencia, amargura y dolor.

En realidad, Dios nos habla a todos, invitándonos a dejar lo nuestro y confiar en lo suyo, para encontrar la vida y para ser una bendición por los demás.En esto nos dice lo que escucharon aquel día en la montaña cuando Jesús fue transfigurado ante sus ojos: “Éste es mi Hijo muyquerido, en quien tengo puesta mi predilección:escúchenlo.”

Jesús llevó a Pedro, Santiago y Juan a la montaña y les mostró su gloría, para ayudarles a escucharlo. Poco antes, cuando “Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día; entonces, Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá». Por lo que Jesús a su vez dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».” (Mateo 16, 21-23).
Seguramente la dificultad que tenía hasta Pedro para realmente entender y seguir a Jesús, le causó cierto dolor y preocupación. ¿Cómo hacerlo comprender? Así que les reveló algo que no percibía, su gloría celestial. Al mismo tiempo la presencia de Moisés y Elías, conversando con él, indica que todo lo que hace y dice Jesús, cumplía las Escrituras y el plan de Dios. Finalmente, ellos escuchen la voz de Dios mismo, quien insiste en que Jesús es su Hijo Amado; entonces deben realmente escuchar lo que dice.

Nosotros, igualmente debemos escuchar a Jesús, a sus enseñanzas, a sus consejos y advertencias, por difícil que nos parecen. Para hacerlo, necesitamos dedicarle tiempo. El compromiso de asistir a la Misa, escuchar las lecturas y la homilía. Mejor aún, si también reflexionamos en familia sobre la Palabra de Dios y lo que nos dice. Hay que dedicar tiempo a la oración. Para poder escuchar mejor a su Padre celestial, Jesús fue al desierto durante 40 días y 40 noches. Porque cuando nos quedamos en medio de lo familiar, nos dejamos arrastrar por todo lo que nos rodea. Por este motivo. Dios pidió a Abram que dejar su tierra. De esta manera, sería más capaz de seguir escuchando sus llamadas, sus promesas y sus secretos.

Durante la Cuaresma, nosotros somos llamados a romper la rutina, apagar la televisión, la radio, la música, y escuchar la voz del Señor. Dios Padre nos dice: Es mi Hijo, el Amado, Escúchenlo.