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MONSEÑOR EZZATI AGRADECIÓ LA PRESENCIA SACERDOTAL EN MEDIO DE LA CIUDAD, COMO SIGNO DE CRISTO, EN FRATERNA CELEBRACIÓN DEL DÍA DEL PÁRROCO

Durante la mañana del lunes 6 de agosto, el clero de Santiago se reunió con su pastor, monseñor Ricardo Ezzati, para celebrar el Día del Párroco en el Seminario Pontificio Mayor, actividad organizada por la Vicaría para el Clero.

La reunión comenzó con el rezo comunitario de la hora tercia. Posteriormente, un video retrató la espiritualidad del párroco, a través del testimonio del padre Patricio Narváez, párroco de la Parroquia El Señor de Renca. Este audiovisual dio inicio a un panel donde sacerdotes con diversas trayectorias y responsabilidades dieron a conocer sus vivencias antes sus pares y también ante los seminaristas de Santiago.

En primer lugar lo hizo el padre Michael Hoban, columbano y vicario de la Zona Sur de Santiago. En su testimonio agradeció la colaboración de los laicos, la compañía de la fraternidad sacerdotal Iesus Caritas y el estar cerca de los más sencillos de nuestra ciudad. Asimismo destacó que la parroquia debe ser un espacio abierto a la comunidad y a otras organizaciones para así realmente anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, especialmente entre los jóvenes y los más alejados. Luego el padre Cristián Castro, párroco de la Parroquia San Diego de Alcalá, ubicada en la Zona Norte, compartió reflexiones nacidas de sus ocho años de párroco. Destacó el apoyo de los laicos, especialmente en momentos difíciles, y resaltó los valores que el presbiterio debiese vivir: comunión, fraternidad, oración, en todo caridad cristiana y buen humor, añadió. El tercero en intervenir fue el padre Iván Paz, que lleva solo un año de párroco en la Parroquia Nuestra Señora de Apoquindo, ubicada en la Zona Cordillera. En su alocución agradeció a la Vicaría del Clero por el Curso para Párrocos realizado durante el primer semestre, ya que entrega elementos importantes para ejercer mejor esta nueva responsabilidad. Este sacerdote también agradeció a Dios por el carisma diocesano que lo hace estar disponible para lo que Dios quiera y cuando Dios quiera en servicio de la comunidad. Finalmente llamó a los demás sacerdotes a misionar mediante nuevos métodos y no esperar que las personas se acerquen a la Iglesia. En este sentido mencionó la pastoral escolar y los grupos scouts como nuevos espacios de evangelización.

Reconocimiento a aniversarios sacerdotales
Concluido el panel se hizo un reconocimiento a los sacerdotes que cumplen este año bodas de oro y de plata sacerdotales. Quienes cumplen 50 años son: el padre Julio Dutilh, el padre Raúl Hasbún, el padre Alejandro Hermida (español), el padre Vicente Morales (español) y el padre Eugenio Pizarro. Todos ellos subieron al escenario a recibir un obsequio de manos del Arzobispo, el padre Antonio Durana y el padre Bernardo Herrera, que también cumplen Bodas de Oro, no pudieron asistir. Por su parte, el padre Galo Fernández y el padre Washington Bravo cumplieron 25 años de sacerdocio y fueron felicitados por monseñor Ezzati. El padre Jaime Tocornal y el padre Pedro Lobos también están de aniversario, pero no pudieron estar presentes. Finalmente Eduardo Mera, quien fue ordenado sacerdote hace un par de meses, también subió al estrado para recibir un reconocimiento.

La Transfiguración del Señor
Para concluir la jornada, los sacerdotes celebraron la Eucaristía en el templo mayor del Seminario Pontificio. Ella fue concelebrada por monseñor Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago; por el padre Rodrigo Tupper, Vicario General, y por monseñor Fernando Ramos, rector del Seminario Pontificio.

En su homilía el pastor de la Arquidiócesis destacó tres mensajes presentes en la fiesta de la Transfiguración del Señor, a celebrarse durante esta jornada. Dijo que Pedro, Santiago y Juan, los testigos de la transfiguración del Señor, necesitaban madurar su fe y su opción. Jesús toma a estos discípulos, los saca de la banalidad “y los lleva a un monte alto, porque les quiere manifestar algo sublime, porque quiere fortalecer su fe incierta y frágil, porque quiere anticipar para ellos la visión de su rostro verdadero, el rostro del Hijo de Dios, aquel mismo rostro que unos días después sería transfigurado en la pasión y en la muerte en cruz”, sostuvo. Los toma y los lleva a un monte alto para que en medio de la persecución que deberán soportar nunca olviden esta experiencia de cielo, dijo. “Cuántas veces el Señor nos ha tomado y nos ha llevado a la montaña alta de su contemplación de la experiencia de su amor; cuántas veces nos ha mostrado su rostro resplandeciente de Hijo de Dios, cuántas veces nos ha consolado haciéndonos pre gustar el gozo de su resurrección y de la victoria sobre todo mal”, explicó a los presentes. “Hoy en esta eucaristía queremos alabarlo, bendecirlo y adorarlo, porque en El reconocemos a quien el Padre ha proclamado como Hijo suyo muy querido”, añadió.

El Arzobispo dijo que, como los discípulos, tenemos miedo de bajar del monte alto y enfrentar la pasión, la persecución y la muerte. “La muerte de nuestro renombre, la muerte de nuestro prestigio, la muerte de nuestro orgullo”, indicó. Sin embargo, Jesús nos invita a “pasar por el misterio de su Pascua, nos invita a confiar en que el rostro glorioso de la Iglesia aparecerá una vez que ella misma haya pasado plenamente por el misterio de la cruz del Señor”. Aclaró que “la Cruz es el monte alto, en el cual el rostro de Cristo, marcado por el dolor y la muerte, se transfigura en el rostro glorioso del Señor resucitado”. “Este es también el camino de nuestra propia transfiguración”, declaró.

En tercer término se refirió al presbiterio de Santiago, agradeció a quienes trabajan diariamente y dan lo mejor de sí para retratar el rostro de Cristo en la ciudad. También recordó a los sacerdotes enfermos,a los ancianos y a quienes se sienten solos. “A María le pedimos que los acompañe, que los sostenga, especialmente en este tiempo particularmente desafiante”, pidió el Arzobispo.

“A ustedes queridos hermanos, gracias por ser sacerdotes, gracias por ser signos personas de Cristo Jesús, el pastor bueno que reúne a los hijos de Dios que están dispersos”, dijo. “Gracias por buscar ser propiedad exclusiva del único Señor enteramente consagrados a él y por caminar en medio de las pruebas y de las tribulaciones con una esperanza grande haciendo del anuncio del evangelio la dicha y la misión de su vida”, concluyó.