Cochabamba

Mons. Solari: Rumbo al Congreso Eucarístico Diocesano de la Arquidiócesis de Cochabamba

Mons. Tito Solari, Arzobispo de Cochabamba a emitido un mensaje de preparación al Congreso Eucarístico Diocesano que vivirá la Arquidiócesis de Cochabamba del 17 al 22 de noviembre.

Queridos todos,

Continuamos nuestro camino rumbo al I Congreso Eucarístico Arquidiocesano. Y el pasaje de la Escritura que abordamos en esta ocasión proviene del Evangelio de Lucas (24, 13-35), que narra la experiencia del encuentro con Jesús Resucitado.

Del relato podemos vivir los momentos más sobresalientes: Caminemos con los dos amigos de Jesús, participando de su conversación… Está claro que han perdido la fe en Jesús-Mesías por el escándalo de la cruz. Es un estado de decepción y miedo. Se alejan de Jerusalén y de la comunidad.

Y les alcanzó el desconocido peregrino, que parece despistado. Parece que no se ha enterado de lo ocurrido en Jerusalén. ¡Vaya si lo sabe! Y conoce de maravilla las Escrituras, les responde con textos a todas sus objeciones y dudas, mientras los llama necios. Acepta la invitación a cenar y a pasar la noche. El peregrino les ha ganado el corazón.

Y “sentado a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron”. Los discípulos lo reconocen al partir el pan, es decir, en la Eucaristía. Escritura y Eucaristía, Evangelio y Sacramento, dos presencias de Dios que llevan, necesariamente a la tercera presencia, a la de Dios en medio de los hermanos.

Después Jesús desaparece, y los deja que sean adultos en la fe, en el compromiso definitivo ante la vida, en la misión de proclamar la Buena Noticia. “Levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén…” Vuelven a la vida real, a la comunidad, a seguir el proyecto de Jesús, a comprometerse diariamente con la causa del Reino. Cuentan contentos todo lo que les había ocurrido. Habían querido “huir” y Jesús, el compañero de camino los ha acercado más. En el momento de partir el pan es cuando ellos le reconocen. Y entonces desaparece. Realmente, el partir el pan, o la revelación de su cuerpo glorioso, opera en ellos otro paso, el de la presencia exterior a la presencia interior, la del Espíritu.

Pidámosle al Señor que cuando intentemos huir se acerque y camine con nosotros, que nos explique las Escrituras… digámosle que necesitamos también que nos diga cuán necios y tardos de corazón somos. Roguémosle que se quede a nuestro lado cuando cae la noche, que permita que lo recibamos en nuestra casa y bendiga y parta el pan para poder reconocerle, para crecer en la fe, en el amor y que nos convirtamos en auténticos portadores de la Buena Noticia.

Que así sea,

+ Mons. Tito Solari Capellari