Santa Cruz

Mons. Sergio exhortó a los nuevos Diáconos Permanentes: “Servir a los hermanos y no ser servidos”

El la misa de ordenación de los Diáconos Permanentes del día viernes 11 de julio en la Catedral de Santa Cruz, Monseñor Sergio animó a los nuevos Diáconos Permanentes a perseverar en la fe y ser testimonio en la Iglesia y en la sociedad.

“El servicio es la marca que debe distinguir al Diácono  Permanente toda su vida” expresó el prelado a tiempo de indicar claramente los ámbitos de ese servicio:

Servicio a Dios, servicio al pueblo de Dios, servicio del evangelio, servicio a la caridad y servidores de la gracia de Dios.

El prelado les aseguró que en esta misión a la que la Iglesia los envía “No están solos, cuentan con la guía del Espíritu santo, la compañía de la Iglesia y las comunidades y con la fraternidad de sus pastores”

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ORDENACIÓN PRIMEROS 10 DIACONOS PERMANENTES

  Catedral Metropolitana de Santa Cruz, 11 de julio de 2014

Queridos hermanas y hermanos todos, esta noche el Señor nos ha convocado para celebrar dos grandes y dichosos acontecimientos en la vida y marcha de nuestra Iglesia: la ordenación de diez hombres, “de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” (1 lectura), como diáconos permanentes y la apertura de la XVI Asamblea Arquidiocesana de Agentes de Pastoral. Con el lema “Eucaristía, pan partido para la vida del mundo” la Asamblea tiene la responsabilidad de definir el Plan Pastoral de nuestra Iglesia de Santa Cruz para los próximos 5 años.

Hemos escogido a la Asamblea, para realizar esta ordenación, por la relevancia eclesial del acontecimiento y porque es un momento privilegiado de comunión y participación del pueblo de Dios. Esta Ordenación al diaconado de diez hermanos que se acompañan a otros seis actualmente en ejercicio, es la realización de un sueño acariciado por mucho tiempo y fruto de la opción del IIº Sínodo Arquidiocesano, tomada bajo la iluminada guía de nuestro querido Cardenal Julio Terrazas, a quien va nuestra sincera gratitud.

Queridos hermanos, Uds. que en breves momentos recibirán la ordenación diaconal, queridas señoras esposas, hijos y familiares, desde lo hondo de mi ser brotan sentimientos de alegría y gratitud al Señor, y estoy seguro que son también los sentimientos de todos ustedes, de los delegados a la Asamblea de Pastoral y de todos los amigos y personas que están esta noche a su alrededor. Ustedes están acá, cada uno con su propia historia, personal, familiar, con su camino y su proceso vocacional, en respuesta al Señor que les ha llamado y elegido, no es iniciativa de ustedes.

Se por cierto que, durante el largo camino que les ha llevado a este paso decisivo, lo han pensado profundamente, meditado a la luz de la Palabra y orado. Entre otros sentimientos, habrán sentido miedos y dudas en tomar esta decisión, conscientes de sus debilidades y de la gran responsabilidad que conlleva el ejercicio del ministerio diaconal. A igual que el profeta Isaías, Uds. pero también todos los ministros en la Iglesia podemos confesar: «¡Ay de mí, estoy perdido! Porque soy un hombre de labios impuros!» (1ª lectura). No obstante, nuestras fragilidades no son obstáculo para el Señor, porque él nos llama no por nuestros méritos, ni porque somos los mejores, sino por amor, en total libertad y gratuidad. Tomar conciencia de esta verdad, nos impide ser presumidos y orgullosos y más bien hace surgir en nosotros sentimientos de humildad y gratitud a Dios por su bondad y misericordia.

Con esta convicción cada uno de ustedes ha podido contestar al llamado del Señor: «Aquí estoy: envíame». Llamados al servicio (Diakonía), no circunstancial sino para toda su vida, por eso diáconos, servidores “permanentes”. El servicio es la marca que tiene que distinguir toda su misión.

+ SERVIDORES de Dios: nos debemos a Él y a su causa, la instauración de su Reino en el mundo.

+ SERVIDORES del Pueblo de Dios, la Iglesia, de la vida de la comunidad eclesial. Un particular cuidado merece la comunión con el Pastor, los sacerdotes y todos los sectores del pueblo de Dios.

+ SERVIDORES del Evangelio: Al momento de entregarles el santo Evangelio, cada uno de ustedes escuchará estas palabras: “Recibe el Evangelio de Cristo del cual has sido constituido mensajero; ten presente que debes creer la palabra de Dios que proclamas y hacer de ella norma de tu vida”.

Reciban “el Evangelio de Cristo”, no nuestro, el Evangelio es su don que Él les confía, por lo tanto hay que creer en ella y hacerla norma de conducta y de vida. Palabra que no les pertenece, “constituidosmensajeros”, portavoces y profetas, no dueños, cuidarla con toda humildad y celo, y tienen que  proclamarla integra y con valentía.

Solamente si la Palabra se hace vida y testimonio gozoso, hará transparentar el misterio del amor de Dios que quiere nuestra salvación y, ante las arremetidas del espíritu del mal, no se dejarán arrancar la esperanza del Evangelio.

+ SERVIDORES de la caridad. El ministerio de la caridad, el servicio a los pobres identifica al diacono. Es el servicio asignado por la Iglesia primitiva a los primeros 7 diáconos, elegidos, por la Iglesia orante y el Espíritu Santo, para servir a las a las viudas en la distribución diaria de los alimentos”. A ustedes les corresponde una gran atención y disponibilidad hacia a las antiguas y nuevas pobrezas.

Nuestra Iglesia de Santa Cruz, al escoger cómo Patrono a San Lorenzo, el diácono de Roma que consideraba a los pobres como su riqueza,  tiene el mandato más explícito de ser una Iglesia servidora de los pobres. A Ustedes, les encomiendo ser el rostro visible de la caridad, salir al encuentro de los pobres, enfermos y abandonados, a los niños y personas que viven en la calle, y tantos otros hermanos marginados, y hacerles experimentar la cercanía amorosa de Dios.

+ SERVIDORES de la gracia de Dios, en particular a través de su servicio al  altar, preparando el sacrificio eucarístico y repartiendo la comunión. Además sirven a la gracia de Dios, celebrando el sacramento del bautismo, bendiciendo matrimonios, presidiendo celebraciones de la palabra, llevando el viático a los enfermos y presidiendo exequias.

Llamados a ser servidores al estilo de Jesúshaciendo de su vida una entrega generosa, saliendo al encuentro de los “abatidos y fatigados… Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias” (Evangelio).

Al estilo y con las actitudes de Jesús:

– Con humildad, disponibilidad y apertura, como corresponde a los servidores, sin el afán de figurar y el menor interés personal.

– Con corazón misericordioso y cercanos a las personas sufridas: “Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor”.

– Con Oración perseverante, en especial con la “Liturgia de las horas”, unidos en la oración oficial de la Iglesia cada día por el pueblo de Dios y todo el mundo. En su oración no puede faltar el pedido para las vocaciones sacerdotales, preocupación constante de nuestra Iglesia: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.»

– Con el testimonio de una vida coherente y alegre, contentos de su opción, testimonio que inicia en su familia, para que sea pequeña Iglesia domestica, casa y escuela de comunión.

Permítanme una palabra también a cada una de ustedes esposas e hijos de los diáconos. Gracias por haberles acompañado en estos años de formación y les pido que sigan acompañándolos con su apoyo y oración. A partir de ahora ustedes forman una familia diaconal, llamados a compartir esta opción, a dar testimonio de una familia creyente y practicante, a orar juntos, a favorecer su ministerio.

Queridos diáconos, en el desempeño de su servicio, Uds. no están solos. En primer lugar cuentan:

– Con la asistencia del Espíritu Santo, que es gracia, sabiduría y fortaleza, Espíritu que les es dado por el sacramento del orden.

– Con la Iglesia diocesana y las comunidades parroquiales en las que trabajarán, que les acompañan con las oraciones y solidaridad.

– Con la comunión fraterna de nuestro querido Cardenal, de mi  persona, los Obispos Auxiliares y elpresbiterio con quienes están llamados  a desempeñar la tarea evangelizadora y pastoral.

Invito a todos a unirnos todos en oración al Espíritu Santo para que derrame con abundancia sus dones sobre estos nuevos ministros de la Iglesia, para que sigan el ejemplo de Jesús, en servir a los hermanos y no ser servidos. Amén.