Domingo 5 de Tiempo Ordinario – 10 de febrero de 2019
Rema mar adentro
Queridos hermanos,
Hace casi dos décadas, al concluir el Año Jubilar 2000, el Papa San Juan Pablo II escribió una carta apostólica dirigida al clero y a los fieles, titulado “Novo millennio ineunte” —entrando al nuevo milenio— en la que utilizó una frase del Evangelio de hoy para animar a toda la Iglesia a realizar nuestros esfuerzos para asumir de nuestra misión. Escribió: “Duc in Altum – Rema mar adentro”. Se entiende, pues, que la invitación de Jesús para navegar más allá y echar las redes, no era simplemente para sorprender a los pescadores con un milagro, sino un signo de superar el pesimismo y entusiasmarse en su nuevo oficio como “pescadores de hombres”, es decir, discípulos misioneros de Jesucristo, para el proceso de cambio que este mundo realmente necesita. El Papa explicó:
¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: «Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre» (Hb 13,8).
Aquí en la Chiquitanía siempre recordamos con gratitud aquel pasado misionero que nos dejó como herencia las misiones con estos estupendos templos, y al mismo tiempo un pueblo católico de fe cristiana enraizada en su cultura. Aunque el experimento jesuítico terminó con su absurda expulsión, provocando un decaimiento catastrófico, una nueva era misionera franciscana logró grandes avances en bien de toda la región. Tenemos muchos motivos para la gratitud.
Nos toca todavía “Vivir con pasión el presente y abrirnos con confianza al futuro”, renovando como pueblo cristiano nuestra misión en todas sus dimensiones y retos. Nuestra pasión y nuestra confianza viene de la convicción de que Cristo está en la barca con nosotros, y que el pide nuestros pobres esfuerzos para ser parte del milagro que realiza en bien de todos.
En su mensaje de aquel entonces, el Papa Juan Pablo II recordó que una dimisión de los años jubilares es la condonación de deudas, y rogó que, en bien de los países pobres, las naciones y organismos financieros “logren encontrar el consenso necesario para llegar a una rápida solución de una cuestión de la que depende el proceso de desarrollo de muchos Países, con graves consecuencias para la condición económica y existencial de tantas personas.”
Poco después en Bolivia, la Conferencia Episcopal de Bolivia creó la Fundación Jubileo que ayudó lograr la condonación de la deuda externa de Bolivia, a cambio de compromisos de inversión en proyectos en beneficio de los pobres y en educación. Esa deuda externa era aproximadamente 4 mil millones de dólares.
Actualmente, la nueva deuda externa de Bolivia alcanza casi 10 mil millones de dólares. Es decir, cuando nace un bebe, debe mil dólares a otros países, principalmente a China. Significa que, para mantener la estabilidad económica y financiar grandes proyectos cuestionados y caracterizados por la corrupción, se ha contraído una deuda enorme. Es como la mazamorra de Caranavi, que puede deslizarse en cualquier instante y hundir al país entero.
Es en el contexto de realidades así que escuchamos hoy la invitación de Cristo para “Navegar mar adentro y echar las redes para pescar”. Por eso, no sorprende si al escuchar la invitación, nos sentimos que Pedro y los apóstoles que dijeron: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes».
El Papa Juan Pablo escribía: El mandato misionero nos introduce en el tercer milenio invitándonos a tener el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos. Para ello podemos contar con la fuerza del mismo Espíritu, que fue enviado en Pentecostés y que nos empuja hoy a partir animados por la esperanza «que no defrauda» (Rm 5,5).
Entonces, aún sabiendo que enfrentamos grandes desafíos, y claras resistencias, seguimos anunciando el Evangelio llamando a la conversión, pidiendo, por ejemplo, al MAS que respete la constitución y el 21F. Pedimos a los Narcotraficantes que dejen de envenenar la sociedad con la droga y con su violencia. Pedimos a los gobernantes que se pongan al servicio del bien común. Pedimos a las familias que sean fieles y a las parejas que celebren su matrimonio con el Sacramento. Pedimos a todos que sean solidarios con los más pobres, y con la misma Iglesia. Pedimos al clero que sean buenos pastores. Pedimos a los bautizados que vivan su bautismo. Y de manera especial y con mucha esperanza, pedimos a los jóvenes que opten por seguir a Cristo durante toda su vida, confirmando y viviendo su fe.
Rema Mar Adentro. Cómo Iglesia significa asumir también nuevos retos, como las señaladas por el Papa Francisco al convocar el Sínodo Pan Amazónico. Por ejemplo, ¿Cómo atendemos a las poblaciones de la Amazonía? Para nosotros, por ejemplo, es un desafío llegar a lugares como Piso Firme y Remanso, que tienen atención esporádica. Nos pide defender los derechos de los nativos de estas zonas, atropellados por nuevas colonias y grandes proyectos extractivistas. Nos pide defender la casa común. Son grandes retos, tenemos que remar mar adentro y echar las redes.
Rema, Rema, Rema mar adentro,
Echa, Echa, Echa estas redes.
Pesca, Pesca, Pescador de hombres.
No tengas miedo, sólo ten fe,
Yo te he llamado, contigo estaré. (2,2)