La Paz

Mons. Giovani: “Denunciemos cuando el autoritarismo, aun camuflado, quiera ir en contra de derechos fundamentales”

Mons. Giovani Arana, Obispo de la Diócesis de El Alto, en la Solemnidad de la Asunción de María, al celebrar la eucaristía de este domingo desde la Basílica Menor de San Francisco en La Paz, alentó a tener la valentía de luchar contra todo tipo de injusticia y violencia: “debemos ser valientes para denunciar cuando el autoritarismo, aun camuflado, quiera ir en contra de derechos fundamentales del ser humano; por ejemplo el derecho a la vida, y una vida digna, el derecho a un acceso rápido y seguro para todos a una atención de salud, respeto al derecho a una educación libre de ideologías, luchar contra todo esto, será el mejor regalo que le podemos dar a la Virgen María”.

 

Manifestó que este tiempo de pandemia en el que muchas personas han sido afectadas, y si estás pasando por un mal momento, pide que María interceda por ti, y a su vez correspondamos a su amor con obras: “la victoria de la Virgen María es que fue elevada a los cielos, y desde ahí intercede por nosotros, por eso si estás pasando por un mal momento, pide que ella interesada por ti, si estas triste, desilusionado por la situación que vivimos, acércate a la Virgen María y pídele por todo eso, pídele vivir este momento con mayor esperanza”, pero “no olvidemos que la Madre se fue al cielo y no podemos quedarnos contemplando el cielo, porque aún hay sufrimiento aquí en la tierra, en el pobre, en el enfermo, en el triste, entonces será tarea nuestra el de socorrer a estas personas, reconociendo en ellos la presencia del Hijo, la presencia de Jesús”.

A continuación la Homilía completa:

HOMILIA

Solemnidad – Asunción de María

15 de agosto del 2021

Un saludo afectuoso a todos los aquí presentes, también a quienes nos siguen por los distintos medios de comunicación, hoy es un día especial para nosotros como cristianos, como católicos celebramos una Solemnidad dedicada a la Virgen María, nuestra Madre, celebramos la Solemnidad de la Asunción de María a los cielos o como cariñosamente también conocemos, celebramos a la Asunta al cielo, un saludo a todos los devotos de la Virgen de Urcupiña, la Virgen de Chaguaya y de tantas otras advocaciones a lo largo de todo nuestro territorio nacional que hoy celebran esta fiesta.

Por lo general las fiestas dedicadas a la Virgen María nos conecta en lo profundo de nuestra fe con el cariño a nuestra Madre la Virgen María, aquella Madre que ahora está en el cielo, ella fue elevada a los cielos y eso debe alegrarnos de gran manera porque nos indica cual será también nuestra meta y nos da la respuesta a preguntas importantes para nuestra existencia que estoy seguro en algún momento nos las hemos hecho, como por ejemplo… ¿hacia dónde vamos? … ¿qué hay después de la muerte? … ¿será el cielo nuestra meta?.

Sin duda que la muerte es una realidad tan propia del ser humano, nos lo recuerda el Apóstol San Pablo en la segunda lectura, cuando nos dice: “Porque la muerte vino al mundo” … y continúa diciendo… “todos mueren” y además de las tantas certezas con las que vivimos, la muerte es la más dolorosa, saber que vamos a morir nos entristece, saber que un ser querido muere nos sumerge en el dolor; sin embargo nuestra esperanza está en que después de la muerte hay algo más, algo mucho mejor, la vida eterna, aquella vida eterna que ya Jesús nos prometió, y a la cual Él nos precedió, en el evangelio de san Juan, en el capítulo 14 encontramos esta frase llena de esperanza dicha por el mismo Jesús: “No se inquieten. Crean en Dios y crean en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. Cuando haya ido y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes”, no olvidemos que Cristo resucitó y venció a la muerte, por eso se nos dice en la segunda lectura de hoy: “así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él”, lo mismo ahora nuestra Madre la Virgen María nos ha precedido, se adelantó, como toda buena madre se fue al cielo, ha ido a preparar el lugar para que después también nosotros vayamos y estemos junto con ella, aquel lugar donde Dios nos espera con los brazos abiertos.

Celebrar la Solemnidad de la Asunción de María a los cielos, es también celebrar el cumplimiento de las promesas de Dios, es el cumplimiento de la promesa de Dios de salvarnos, es el cumplimiento de aquello que escuchamos en la primera lectura: “Y allegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías” es la gran certeza de que Dios no nos deja a nuestra suerte, sino que quiere cumplir su promesa de salvación, es lo que canta parte del texto del evangelio: “Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido”.

María al irse al cielo, al dejar la tierra, no se desentiende de nuestra realidad, una realidad muchas veces de dolor, ella está ya en el cielo para interceder por nosotros, por eso la solemnidad de hoy adquiere un sentido particular en el contexto de la Pandemia que estamos viviendo, un contexto de sufrimiento, de mucho dolor, marcado por la enfermedad y también la muerte, cuantos de nosotros hemos experimentado incluso en carne propia todo esto, aquellos números de enfermos y muertos que en un momento eran sólo números, lamentablemente poco a poco comenzaron a tener rostros de familiares y amigos cercanos, pero no olvidemos que tenemos a María que desde el cielo seguirá velando por nosotros.

Parecería que frente a todo este contexto de sufrimiento sentimos estar vencidos, pero no, la imagen que se nos presenta en la primera lectura, en el libro del Apocalipsis es la imagen de la Virgen María que se presenta toda victoriosa: “una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza” y la victoria de la Virgen María es que fue elevada a los cielos, y desde ahí intercede por nosotros, por eso si estás pasando por un mal momento, pide que ella interesada por ti, si estas triste, desilusionado por la situación que vivimos, acércate a la Virgen María y pídele por todo eso, pídele vivir este momento con mayor esperanza.

La tarea de todo cristiano, de toda cristiana es madurar en la fe, pero si queremos crecer para llegar a tener una auténtica fe, una fe madura, una fe fuerte, no solo debemos ponernos frente a la Virgen María y pedirle cosas, sino que también nosotros debemos corresponder a su amor, con obras, no olvidemos que la Madre se fue al cielo y no podemos quedarnos contemplando el cielo, porque aún hay sufrimiento aquí en la tierra, en el pobre, en el enfermo, en el triste, entonces será tarea nuestra el de socorrer a estas personas, reconociendo en ellos la presencia del Hijo, la presencia de Jesús.

En este sentido, tenemos la misión de luchar contra todo tipo de injusticia, contra todo acto de violencia, no dejemos que intimiden nuestro profetismo cristiano, debemos ser valientes para denunciar cuando el autoritarismo, aun camuflado, quiera ir en contra de derechos fundamentales del ser humano; por ejemplo el derecho a la vida, y una vida digna, el derecho a un acceso rápido y seguro para todos a una atención de salud, respeto al derecho a una educación libre de ideologías, luchar contra todo esto, será el mejor regalo que le podemos dar a la Virgen María, quien también sufre, ante el sufrimiento de sus hijos aquí en al tierra.

El evangelio de san Lucas, nos relata el encuentro de María con Isabel, el encuentro de dos personas que han recibido la gracia de Dios y por esa gracia ambas serán madres, quisiera detenerme en dos verbos, que me llaman la atención: partir y entrar, dice el texto que: “María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá” y continua “Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel”.

Dos verbos que nos ayuda a reflexionar sobre nuestra forma de enfrentar las situaciones, especialmente de sufrimiento y de injusticia, partir significa moverse, salir, ir al encuentro, eso es lo que hace María, no se queda en la comodidad de su espacio, o como se dice ahora, en su zona de confort, sino que sale, va al encuentro, que importante es imitar esta actitud, ir al encuentro del que necesita, del que sufre, esto a su vez exige mirar más allá de mi espacio, más allá de lo que tengo y descubrir que hay gente que pasa alguna necesidad, sea esta económica o también una necesidad existencial; es decir gente que se siente sola, triste, desilusionada y necesita de ti, pues que esperas, muévete, ponte en pie y parte sin demora, parte a prisa.

Pero María no solo va, no solo sale al encuentro de Isabel, sino que entra en su casa, se involucra con en la realidad de Isabel, estamos llamados también no solo a salir, sino también a involúcranos con la realidad del otro, dejarnos tocar con la realidad del que sufre, solamente si nos involucramos con el otro podremos entender su situación, a veces pasa que quiero ayudar a alguien, pero no quiero involucrarme porque sé que eso exige más, exige hacerse amigo de aquel que ayudo, aquí quisiera recordar unas palabras de un teólogo y sacerdote Gustavo Gutiérrez que dice: “No hay autentica opción por el pobre si no hay amistad con el pobre”, todo lo demás queda en el simple asistencialismo y manipulación, no debemos permitir que el sufrimiento de los demás sirva para enarbolar alguna bandera ideológica o política.

Pero este encuentro además, entre María e Isabel, es causa de alegría, para ambas, podríamos decir incluso de una alegría desbordante: “Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno” … “Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”, dice Isabel a María, quien responde con un maravilloso catico de alabanza a Dios: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador”  y quien es centro de toda esa alegría, Jesús, y es que María cuando llega a nuestra vida, primero no viene sola y segundo no viene a ser ella la protagonista, recordemos aquellas palabras en Cana de Galilea: “Hagan lo que él les diga”  por eso una autentica devoción a la Virgen María nos debe hacer también ser buenos discípulos de Jesús, discípulos alegres.

Que esta solemnidad que hoy celebramos nos mueva a que como la Virgen María vayamos al encuentro de los más necesitados, que nos hagamos amigos de los pobres, y que seamos capaces de vivir nuestra vida con esperanza y alegría, una alegría que viene de saber que nuestro destino tiene un fin, el cielo. Amén.

 

Fuente: Iglesia Viva