Análisis

Mons. Estanislaw Dowlaszewicz “La alegría cristiana no nace en lo que encontramos sino en lo que somos”

Queridos hermanos y hermanas en Cristo.

Nos reunimos para escuchar “Estén siempre alegres no apaguen la fuerza del espíritu”.

La liturgia de hoy nos habla para que estemos alegres por que El está cerca.  Cuando miramos a nuestro mundo lleno de conflictos, vemos una clara recesión económica mundial o basta mirar a nuestro país o nuestra ciudad llena de conflictos e inseguridad. Esto despierta en el corazón nuestro y el optimismo y tampoco alegría. Pero la alegría cristiana no nace en lo que encontramos sino en lo que somos.

Si estamos más cerca de la palabra de Dios, más cerca de Cristo, nuestra alegría será más profunda. En la liturgia de este domingo, hemos cantado y recitado los salmos, El Magníficat el himno que expresa la alegría de María por las obras grandes que hizo en ella el Señor: Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se estremece de gozo en Dios el Salvador, porque  el miró con bondad la pequeñez de su servidora, porque el todo poderoso ha hecho en mi grandes obras.

El deseo del pueblo elegido encontró su respuesta El salvador tan esperado, el pasado se encuentra con su presente. El Mesías encuentra también su lugar en este tiempo de Adviento aunque no lo vemos, aunque no se apareció pero si creemos. Por eso hay que estar atentos, despiertos para recibirlo.

Por eso la espera se convierte en alegría del encuentro, el rostro del Mesías aún permanece oculto, pero la primera lectura del profeta Isaías nos muestra cuales son los rasgos de aquel que ya está cerca.

El espíritu del Señor ya está en mi porque el Señor me ha ungido el me ha llamado para llevar la nueva noticia a los pobres a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros a proclamar el año de gracia del Señor.

El mismo Jesús escoge este fragmento del profeta Isaías para indicar cuál es su misión, para también aclarar a cada uno de nosotros él se acerca, quiere ser la buena noticia para cada uno de nosotros, quiere ser la liberación, la curación de las dolencias, de las debilidades, y a cada uno quiere ofrecer su amor y ayudarnos para producir frutos de bien en nuestras vidas.

La liturgia de este domingo no solo nos habla del Mesías sino también de Juan el Bautista un hombre enviado por Dios, vino como testigo para dar testimonio de la luz, la definición más clara sobre la función de este hombre en la liturgia de adviento al lado de María ocupa un lugar más importante su popularidad crece, la multitud aumenta cada día y no solo para escucharlos sino también para recibir el bautismo de conversión. Qué buena ocasión para hacerse famoso, para hacerse importante, aprovechar el momento pero Juan el Bautista dice no soy yo. Yo soy solo la voz que grita en el desierto, preparen el camino del Señor. Qué palabras tan claras, estas palabras pronunciadas por Juan el Bautista, tan claras y no escuchadas.

Hoy día queridos hermanos también Juan el Bautista nos llama: preparen el camino del Señor conviértanse hagan rectos sus senderos, tantas veces cada uno de nosotros ha escuchado estas palabras, hace algunos minutos hemos escuchado de nuevo y ¿qué? Parece que esta expresión entra por una oreja y sale por la otra. Tantos advientos, tantas navidades en mi vida, tantas posibilidades que Dios me ha dado para cambiar mi comportamiento y ¿qué he hecho?.

La voz de Juan el Bautista es la voz que grita en el desierto y nadie toma en serio su llamado a la conversión, nadie quiere reconocer que tiene algo para mejorar para enderezar sus caminos de vida para mejorar su comportamiento.

Juan el Bautista llama y parece que nadie toma en serio sus palabras, con ganas cambiaríamos los caminos, pero no nuestros sino de otros, porque yo no tengo nada que cambiar, yo soy buen católico. Hay que tener mucha humildad queridos hermanos para aceptar las palabras de Juan el Bautista pero antes hay que abrir el oído hay que dejar de ser sordo para escuchar a El.

En este tiempo de preparación navideña cuando más nos interesa la compra de regalos, adornos e iluminaciones, no hay posibilidad de escuchar la voz del profeta Juan. Hace 2 mil años nació el salvador del mundo, parece raro pero hasta ahora no ha llegado a muchos de sus seguidores porque sus oídos están sordos sus caminos torcidos. Hay que tener valentía y coraje para escuchar la voz de Juan el Bautista, por eso su palabra invita a la conversión a renovar la fe a ensanchar el corazón, a comunicar y compartir la esperanza y al mismo tiempo demostrar el compromiso de construir un mundo mejor para todos. O puede ser que antes de prepararse para las fiestas navideñas de esta dimensión externa ¿no sería mejor prepararse primero para la llegada del Señor?

Yo soy una voz que grita en el desierto, hoy ese grito de proclamación no hace efecto, estamos escuchando otras voces, esas que están en las plazas, en las esquinas, en los canales de tv, en la prensa escrita.

De un lado nos atacan esas voces de bonanza económica, de tener el paraíso terrenal, que no falta nada. O escuchamos las voces que nos dividen, que siembran odio o las voces que promueven el placer pero también escuchamos las voces pidiendo paz, reconciliación verdad, o también esas voces que piden ayuda solidaria para con los pobres, con los adultos mayores que viven solos, abandonados o en hogares, preparados para Dios. Entre tantas voces ¿cómo encontrarlos, a quién decir tienes razón?

La voz de Juan el Bautista es la voz excepcional, la voz única que invita a una tarea concreta que debemos hacer: preparen el camino del Señor, quiere decirnos que nuestros caminos aunque por varios años recorrido por nosotros, no siempre nos llevan al encuentro con aquel que ya está cerca, está en la puerta tocándola.

Los signos de la venida del Señor no son las luces encendidas en las calles, Dios puede llegar de sorpresa de manera insospechada desde que Dios se hizo hombre hace 2 mil años, suele presentarse con rostro humano en los rostros de los que nos rodean, de los que viven a nuestro lado, vale la pena observar estos rostros y no habrá mucha dificultad para descubrirle a El en estos rostros que conocemos.

Nuestro Arzobispo Mons. Sergio Gualberti dio a conocer el resultado de la recolección ya hemos escuchado que el monto total fue de 208 mil bolivianos, aproximadamente 30 mil dólares, es un resultado que demuestra la gran generosidad de nuestra gente, gente pobre, gente sencilla esa gente que vive en los barrios marginados, que vive en el campo y que desde su pobreza se han hecho solidarios con los sectores más desprotegidos de nuestra ciudad ahí fue el espacio para encontrar el rostro de nuestro salvador.

Esa colaboración ha demostrado el verdadero rostro humano de nuestra sociedad el verdadero rostro humano de nuestros fieles, el verdadero rostro humano de ustedes. Gracias por este gesto de solidaridad, de compartir.

Para nosotros los cristianos, la voz del profeta nos invita a que seamos la voz diferente que seamos testigos coherentes que nuestra vida sea el modelo de vida perseverante, ahora nuestra tarea no es entorpecer ni dificultar la visibilidad de Dios.

Nuestro testimonio consiste en que se vea en nosotros la luz de Jesús por los caminos de egoísmos, de engaños de falsedades, por la luces encendidas de las vitrinas en los negocios, por los regalitos repartidos.

No tengamos miedo de buscar a Jesús en otros lados, no tengamos miedo de recibir y acoger a Jesús en esa navidad, que nuestro esfuerzo, corazón y vida se haga el nuevo pesebre donde le nazca con alegría y con esperanza de encontrar un lugar adecuado para El.

Oren sin cesar den gracias a Dios en toda ocasión, esto es lo que Dios quiere que todos ustedes encuentren en Cristo JESUS.

Que el Dios de la paz los santifique plenamente para que ustedes se conserven irreprochables hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Que así sea.