Análisis

LA MINISTRA RENUNCIANTE

Cuando la puerta de la casa donde me refugio en estos días se abrió violentamente, pensé que había llegado la Policía e instintivamente me oculté bajo la cama de donde me sacó de los cabellos mi protectora para tranquilizarme con estas dulces palabras: “No se alarme, compadrituy, no soy policía que obedece las órdenes del ministro de Gobierno, señor Sacha Llorenti, sino la comadre que más le aprecia y que viene a leerle los periódicos del día”.

Respiré aliviado y volví a la cama para enterarme de lo que había sucedido en Bolivia y el mundo.

De pronto, mi comadre se puso pálida y empezó a lanzar exclamaciones tales como “¡Dios mío!”, “¡Virgencita de Urkupiña!”, “¡Qué mujer más digna!”, “¡Y tenía que ser cochabambina!”, y otras que no recuerdo.

Cuando se calmó un poco, recién pudo leerme la carta de renuncia irrevocable al cargo de Ministra de Defensa que la señora María Cecilia Chacón dirigió al presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales.

Luego de leerme lenta y reflexivamente los conceptos que contiene la misiva de la señora Chacón, me abrazó y exclamó con elocuencia cochabambina: “¡Por fin un gesto digno en medio de tanta bellaquería!”

Mi comadre se serenó al fin y me hizo recuerdo de la visita que ella hizo a la ministra Chacón el pasado mes de abril, cuando Macacha me obligó a acompañarla hasta el Ministerio de Defensa para felicitarle por su posesión en tan alto cargo, aunque yo no ingresé al despacho ministerial.

Macacha que es más valiente que yo para emitir sus opiniones, me dijo: “Va usted a saber, compadre, que la Ministra renunciante es cochabambina como yo y no tiene ningún temor de manifestarle al presidente Evo su desacuerdo por la represión policial que se ejerció contra los marchista benianos”.

Por decir algo, manifesté tímidamente a la valerosa cochabambina que, junto a la  ministra Chacón, deberían haber renunciado todos los ministros del presidente Evo que intervinieron en las fracasadas negociaciones del Gobierno con los marchistas, y que culminaron con la desastrosa intervención policial.

Mi valerosa comadre me retó a que le nombrara a aquellos ministros inútiles que no supieron negociar, o si tenía miedo de hacerlo.

Tocado en mi amor propio y mi honor profesional, dije a mi comadre Macacha que los que deberían renunciar luego del desastre final son el ministerio de Gobierno, Sacha Llorenti, el ministro de la Presidencia, señor Carlos Romero, el ministro de Obras Públicas, Walter Delgadillo, y el canciller de la República, David Choquehuanca, pero que a nadie diga que yo se lo que sugerí, sino que lo repitiera como si fuera idea suya.

La reunión concluyó con vítores a la ministra Cecilia Chacón, valerosa y digna cochabambina.