Análisis

¿LA IGLESIA CATÓLICA BENDICE PAROS ARMADOS?

El presidente Evo Morales, que no pierde oportunidad para criticar a la Iglesia Católica, ha vuelto a arremeter contra ella al usar la bendición que impartió el sacerdote Eduardo Pérez a un grupo de policías de la UTOP en la ciudad de La Paz, cuando se encontraban movilizados en procura de “nivelación salarial”. Este hecho ha provocado las desafortunadas declaraciones del presidente Morales al afirmar que la Iglesia Católica “bendice paros armados” dijo: “Yo no entiendo a la Iglesia Católica bendiciendo a un paro armado, hay que hacer mucha reflexión”.

Son las declaraciones del presidente Morales las que merecen de verdad una reflexión, además que no guardan estricta relación con la cronología de los hechos, son temerarias, irresponsables y particularmente irreverentes. Las reflexiones las planteo en un par de preguntas:

¿Debe un presidente de Estado ocuparse de un cura que bendice o deja de bendecir a un grupo de manifestantes? ¿No tendrá el presidente, en el marco de sus altísimas funciones en la conducción del Estado Boliviano, cosas más importantes que atender como para fijarse en lo que hace o deja de hacer un “cura de base” o, como dijera el mismo aludido P. Eduardo Pérez, “un cura de tercera”?.

La bendición que imparte un cura “de base” ¿revestirá verdadero peligro para el gobierno del presidente Morales? o tal vez ¿atentará contra la institucionalidad del Estado Boliviano?.  Resulta risible pensar en ello.

Entonces, ¿Qué significa bendecir?

Una bendición, como la que impartió el P. Pérez, es rogar por la especial protección del Señor, en la bendición el sacerdote invoca la gracia de Dios para el bienestar personal o colectivo de los bendecidos. Los hechos sucedidos al día siguiente de la bendición, nada tienen que ver con la bendición en sí misma. Los conflictos, que tienen su propio dinamismo, pueden cambiar de dirección de un día para otro producto de las tensiones y de la propia dinámica.

Vale la pena subrayar:

bendecir es invocar el favor de Dios para el bienestar de las personas, no consentir, alentar o inducir actos armados, destrozos a los bienes públicos y mucho menos hechos de violencia.

En todo caso,

la bendición del Señor alcanza para todos y la Iglesia Católica en cumplimiento de su misión, está llamada a seguir presente ahí donde se busca reivindicar derechos, despertar la justicia y promover la paz.

Las demandas, siempre que sean legítimas, se desarrollen en el marco democrático y por medios pacíficos, son un derecho de los grupos que aspiran a condiciones de vida más dignas.

La desafortunadas afirmaciones del presidente Morales resultan entonces, absolutamente desproporcionadas, irresponsables y particularmente irreverentes contra una institución como la Iglesia Católica que es ampliamente conocida en este país por su heroica resistencia al gobierno de las armas en época de dictaduras, por su profunda vocación democrática, por su convicción pacífica que le ha llevado, no pocas veces, a facilitar procesos de diálogos para soluciones concertadas a los problemas del país, han sido precisamente las actuaciones de la Iglesia Católica las que han evitado un sinnúmero de veces, derramamientos de sangre y degeneración de conflictos en hechos de violencia.

Por tanto, el presidente debería ocuparse de sus altísimas funciones de Estado y dejar que los curas sigan bendiciendo a este pueblo tan necesitado del favor de Dios, a fin de cuentas, al hacerlo no hacen más que cumplir con el ministerio para el cual fueron ordenados: acercar la gracia de Dios a quienes entran en contacto con ellos.

*Como un compromiso a desarrollar en otra oportunidad, les dejo con una brevísima reflexión sobre el compromiso de la Iglesia con los derechos humanos:

Es importante recodar que “es tarea fundamental de la Iglesia anunciar siempre y en todas partes los principios morales acerca del orden social, así como pronunciar un juicio sobre cualquier realidad humana en cuanto lo exijan los derechos fundamentales de la persona”. Estas responsabilidades no son solo para la Iglesia en tanto institución, sino para todo el que se dice Católico, puesta ser creyentes implica un compromiso casi evangélico con los derechos humanos; y como lo hizo Cristo, es sobre todo un compromiso con los más necesitados.