(Ciudad del Vaticano / Roma) “¡¿Dónde está tu hermano?!” Papa Francisco repitió la pregunta de Dios a Caín, en Lampedusa. Y preguntó: ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas de la barca? La globalización de la indiferencia, nos ha quitado la capacidad de llorar.
Con ornamentos morados, en la misa penitencial, propia del ruego de perdón por los pecados, Papa Francisco celebró a las 10,30 con refugiados en la isla Lampedusa.
El Evangelio proclamado fue la huída a Egipto de José y María de Nazaret con el niño Jesús y el asesinato de los inocentes por parte de Herodes. En su homilía Francisco dijo entre otras cosas: Inmigrantes muertos en el mar en esas barcas que en vez de ser un camino de esperanza, han estado un camino de muerte. Son titulares que se repiten- dijo- por eso he sentido que tenía que venir hoy aquí a rezar, a cumplir un gesto de cercanía y también para despertar las conciencias para que esto que ha sucedido no se repita. ¡Que no se repita por favor!
Primero agradeció y dio ánimo a los habitantes de Lampedusa, a las asociaciones, voluntarios y fuerzas de seguridad que han mostrado atención a las personas en su viaje hacia alguna cosa mejor. “Ustedes son una pequeña realidad pero ofrecen un ejemplo de solidaridad. ¡Gracias!”
Después de saludar a los migrantes musulmanes, les dijo que la iglesia les esta cercana en la búsqueda una vida más digna. Y Francisco insistió en el pedido a Dios de perdón: Señor, en esta Liturgia, que es una Liturgia de penitencia, pedimos perdón por la indiferencia hacia tantos hermanos y hermanas, te pedimos perdón por quien se ha acomodado, se ha encerrado en su propio bienestar que lleva a la anestesia del corazón, te pedimos perdón por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos dramas.
Dijo también: Pidamos al Señor que borre lo que queda de Herodes también en nuestro corazón. Pidamos al Señor la gracia de llorar sobre nuestra indiferencia, sobre la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que abren el camino a dramas como este. Vivimos en pompas de jabón, que son bellas, pero no son nada, son la ilusión de lo fútil, de lo provisorio, que lleva a la indiferencia hacia los demás. El otro no es más el hermano para amar sino el que molesta mi vida, mi bienestar.