Análisis

LA COCA Y LOS VERICUETOS DE LA JUSTICIA

Las declaraciones de Gualberto Cusi, magistrado del Tribunal Constitucional, han causado malestar por haber señalado que, en los casos judiciales complicados, él mira las hojas de coca para dar su veredicto final, apelando a que en el mundo andino se procede de ese modo. Está claro que las hojas de coca tienen sus virtudes, pero dudo mucho que dé luces para aplicarlas a la justicia ordinaria.

El Magistrado ha salido a la palestra para decir que ha sido malinterpretado por los medios, como si los periodistas tuvieran un especial interés por distorsionar un mensaje, que por cierto, tampoco ha sido desmentido. Al contrario, se ratifica en un artículo firmado por él mismo. O sea que no hay que echar la culpa ni a los medios ni a los periodistas. Ya es muy tradicional y repetitivo el escuchar ese argumento, en este y en otros gobiernos.

Lamentablemente, el Presidente del Estado Plurinacional también salió en defensa del Magistrado culpando a la derecha o la oposición, de tomar las declaraciones de Cusi para dejar mal parado al Tribunal Constitucional y al mismo Gobierno del MAS.

La posición que asume el Presidente no tiene argumento que la respalde por cualquier lado que se mire.

Nadie discute que la coca sea milenaria y sagrada para el mundo andino. Nadie que conozca la historia del Incario puede negarlo, pero, no podemos ser ciegos ni sordos frente a las declaraciones del Magistrado que quiere otorgar a las hojas de coca, un valor agregado de legislador cuando no lo tiene. Sólo hace el ridículo y el hazmerreír de la ciudadanía que espera que la justicia boliviana sea ecuánime y se rija sobre el Derecho Romano vigente en Bolivia y en el mundo.

El Derecho Romano, con sus luces y sombras, propicia el ordenamiento jurídico para que las leyes y las normas que se aprueban busquen la justicia para todos, con pruebas y descargos que los jueces y magistrados evalúan para dar un determinado fallo. Que la justicia ordinaria no funcione como debiera es atribuible a los administradores de justicia y a la imperfección humana.

Las hojas de coca, en cambio, sirven en la práctica para atenuar el cansancio, el hambre; el tradicional akulliku en las minas y en el campo, es aceptado y respetado en la tradición cultural, pero querer otorgar a las hojas una cierta divinidad para aplicarla a la justicia, responde a un criterio muy reduccionista, cuando los hechos sobre los cuales se juzga, resultan ser, de por sí, complejos y hasta complicados que exigen la intervención de jueces y fiscales responsables y equilibrados para dar fallos justos y ecuánimes.

El autor es periodista y docente universitario