Muy amados y queridos hermanos y hermanas:
Primero felicitarlos a los que han venido a estar hora a esta asamblea dominical y, animar a todos los que están en sus hogares a seguir escuchando la Palabra de vida que el Señor nos comunica cada domingo, palabra que debe llenarnos de esperanza y debe animarnos en los momentos difíciles, dificultades y problemas que podamos tener.
De manera especial queremos pensar hoy y hacer sentir nuestra cercanía a todos los hermanos y hermanas que a lo largo y ancho de Bolivia están soportando estos fríos que paralizan un poco pero que no nos tienen que dejar en la rutina sin pensar hoy de manera especial en el Señor y escuchar su Palabra que siempre será una luz en nuestro caminar y será también una bendición del Señor que si ponemos nuestros ojos en el Señor nuestra mirada tiene que cambiar, nuestra manera de mirar al Señor tiene que ser diferente para no complicarnos a causa del frio con aquel castigo, aquella manera de solucionar los problemas sin mirar al otro como ser humano, sin escuchar sus razones de vida, sin pensar que no nos licito ni permitido atropellar las dignidad humana.
Palabras que dan vida al pueblo
La Palabra del Señor en su pueblo, en su tierra allí en Nazareth, hoy queda poco quizás de lo histórico de aquellos momentos que vivió el Señor, pero el nombre de su pueblo allí donde hizo los signos más grandes del amor de su Padre hacia los hombres existe, y llegar a Nazareth es llegar a palpar de cerca que el Señor ha estado ahí, ha vivido allí y ha dicho palabras extraordinarias allí sobre todo para esas muchedumbres hambrientas de verdad, para esas muchedumbres que querían la luz de la fe para poder seguir su existencia con un sentido profundo de pertenencia al Dios de la vida.
Hoy nos toca a nosotros anunciar
Llego el sábado –dice Marcos- y comenzó Jesús a enseñar en la sinagoga y la multitud que escuchaba estaba asombrada la palabra directa de Dios, palabra clara que no tenia doble sentido sino que levantaba al que estaba caído, resucitaba al que estaba muerto física o espiritualmente, esa palabra que abría horizontes de esperanza para que nadie tuviera la osadía de sumergirlos en el mal, el pecado o aquello que se opone a la enseñanza de nuestro Dios.
Era la palabra dicha con autoridad y desde el fondo del corazón. Esa palabra es la que nos toca pronunciar a nosotros hoy, nos toca como Iglesia decir palabras de vida en medio de tantas palabras de muerte, nos toca a nosotros como iglesia seguir diciendo el nombre del Señor aquello que va orientar al pueblo y no dejarnos arrastrar por palabras que llevan a la destrucción.
Nos toca a nosotros ser claros para defender al hermano, defender nuestra creación, para decirnos entre nosotros y a todos los que nos escuchan que Dios nos ha regalado muchas cosas que no podemos rifarla por nuestros egoísmos o por ideologías. Hay que hablar.
¿De dónde saca todo esto?
De dónde saca tanta sabiduría, acaso no le conocemos si es el Hijo de María, es un pobre es alguien que no tiene preparación, es el Hijo de Maria, un carpintero, de donde le viene tanto poder?
Hoy día también la iglesia corre ese riesgo, el riesgo de que algunos comiencen a dudar.
Acaso ellos no son obreros o carpinteros, acaso no conocemos a su madre que es una mujer pobre del pueblo, acaso no sabemos de dónde vienen?
En lugar de alegrarnos por su presencia nos permitimos presumir de nuestro poder, nuestra sabiduría y nuestra manera de habernos preparado para la vida y nos olvidamos que este Dios grande, que ha creado el cielo y la tierra y guía a su pueblo constantemente no se ha puesto sobre una montaña para dominar a los otros sino se ha puesto en el corazón de cada uno de los hombre para poder levantarlo y hacerle sentir que es un hijo de Dios.
Que les dice al Señor al pueblo que duda: un profeta es depreciado solamente en su pueblo en su familia en su casa.
Profeta enviado por Dios
Un profeta es alguien enviado por Dios, alguien que ha recibido el Espíritu de la verdad y la vida para decirlo en medio de tantas mentiras, en medio de tantas ambigüedades, es despreciado en su pueblo en su familia y su casa. Esta es una expresión fuerte y lo dice el Señor; allí en su pueblo, casa en medio de sus familiares no es aceptado. NO creen en el.
Esto se repite a lo largo de la historia los pueblos más bendecidos por el Señor son los que más desconfían de su enseñanza, los pueblos más queridos por Dios son los más indiferentes antes la obra extraordinaria de Dios que es la persona humana y los pueblos que a veces en nombre de Dios o alguna divinidad comienzan a olvidar, negar y aniquilar la presencia del otro merecen escuchar esta palabra. NO están recibiendo aquel que viene con la verdad, aquel que vienen a levantar a la gente y no a pisotearla.
Dios actúa en medio de su pueblo
Es el Dios que quiere entrar en su pueblo, en sus familias en sus amigos, ese Dios en el que nosotros creemos sigue también hoy actuando y trabajando para que le dejemos penetrar en nuestras propias vidas y en nuestras propias estructuras.
Nadie puede edificar un espacio humano si niega a Dios, nadie puede hacer que la dignidad humana sea respetada y querida aunque no piensen como los de antes. Nadie puede decir que ama a Dios y defiende a Dios si es incapaz de reconocer al hermano que piensan diferente, al hermano que no se deja llevar como un cordero al matadero, al hermano que tiene la obligación y misión de hacer sentir su propio parecer.
Dice el evangelio que allí en su pueblo Jesús no pudo hacer ningún milagro, no le creían y no lo seguían de corazón, lo escuchaban pero nada más. Hoy también puede acontecer eso, que nosotros cristianos escuchemos al Señor pero que no le creamos, escuchemos su Palabra que nos entusiasma pero que no cambia nuestra vida, puede acontecer y cuando esto acontece no hay de Dios en nuestras vidas y pueblos. Nos toca preparar el camino, el terreno para que la Palabra de Señor se haga signo de vida y esperanza se haga realmente aceptación clara, concreta y entusiasta del mensaje del Señor.
La falta de Fe
Termina el evangelio con una frase que puede hacernos temblar un poco: El Señor se asombraba de la falta de fe en su pueblo.
Con que facilidad se suplanta a Dios, con que facilidad se niega la presencia de Dios con que facilidad se pone a Dios a un lado y lo que vale son las mentiras o medias verdades que se anuncian por todos lados y así nunca se construye algo valedero para la persona humana, se construyen castillos que no tienen cimiento que puede derrumbarse en cualquier momento. La falta de fe.
El Santo Padre nos pide que a partir de octubre de este año vivamos el año de la fe, no será un año para hacer pequeñas ceremonias sino un año para pensar cuál es la profundidad de la fe, en quien creemos al fin y al cabo, creer en el Dios que nos salva y da vida o creemos en los ídolos que se presenta como dioses y quieren que lo alabemos como dioses.
Ojala que el Señor al ver a nuestro pueblo y sociedad no diga lo mismo: que esta asombrado y asustado porque no tienen fe o es muy débil o se la arrincona fácilmente.
Un pueblo que no tiene fe en un Dios Salvador es un pueblo que camina e tinieblas en medio de errores y problemas que se van multiplicando y creando para destruir a la misma persona humana o a las personas que no comparten los mismos principios y las mismas ideas.
Hijo de una familia humilde
Creo que nosotros tenemos que alegraros que el Señor sea calificado por su pueblo como el Hijo de una familia humilde, ahí está la manera de Dios-, de una familia humilde que no presume de ser enviado para aniquilar a los pueblos sino que lo dice con claridad, que viene a buscar a los pueblos para que entre todos se forme una sola familia y sea la familia de Dios.
No basta pues tener un origen humilde, hay que ser capaces de saber que esta humildad nuestro Dios la utiliza no para hacer el daño sino para entre todos busquemos soluciones en nuestros problemas.
Esto se necesita: tener el espíritu del Señor, ese espíritu que llego a Ezequiel (primera lectura) espíritu que nos hace comprender que hay que decir la palabra de la vida y la verdad a pesar de las dificultades, el espíritu mueve al profeta y ese es el que se va dar cuenta que su pueblo tiene una cabeza dura y corazón pervertido pero que Dios sigue acompañando y sigue hablando para buscar el momento y la manera de su conversión.
Ahí esta otra fuente de fe, no pertenecemos al grupo que se pone a lamentarse por las cosas que cambian, sino pertenecer al grupo que buscar la transformación pero no en base a mentiras o ideas mezquinas sino en base a la verdad que nos hacer libres.
Así habla el Señor.
Ezequiel está contento porque el Espíritu le dice: no te harán caso alguno ni te obedecerán lo que importa es que el pueblo sepa que hay un profeta en medio de ellos, que hay alguien enviado por Dios no ha decirnos palabras vanas sino a pronunciar la Palabra de Dios que nos ama y quiere. Así habla el Señor y así tenemos que escuchar también. Es Dios que sigue hablando a través de nuestras propias vidas y búsquedas, es el Dios que habla palabras de verdad, palabras que cambia, palabras que transforman, palabras que van a servir para crear espacios de amor igualdad y fraternidad. Dios sigue hablando a través del humilde y no se complica con las complacencias de éxitos pasajeros.
Pablo nos dice con claridad: para que la grandeza de las relevaciones no me envanezcan el Señor mes esta probando. Algunos piensan que porque hacen algo bonito o exitoso ya son dioses, son intocables no se les puede decir nada. Pablo dice que a pesar de las grandes relevaciones que tiene, el Señor lo prueba y ha clavado en él un aguijón y el ángel de Satanás lo hiere.
¿Qué significa esto?. Esa palabra dicha con sencillez dicha por el apóstol le va traer problemas dificultades incomprensiones, cárceles destierros quizás hasta la muerte.
Pablo dice: es el Señor que quiere que mi palabra no se confunda con mis éxitos personales, por eso permite que me persigan, me hieran, me calumnien, ese es el aguijó, el ángel de la muerte que el Señor pone para que no confundamos su palabra con nuestras propias palabras.
El Señor dice: te basta mi gracia mi fuerza, el regalo de mi vida que te he dado, no me pidas que impida que otros te persigan, te odien…ahí está la forma y manera de hacer presente a un Dios que nos quiere dignos y no esclavizados por alguna palabra o hecho.
Esto cuesta, pero Pablo va tomar la actitud propia del cristiano, propia de la iglesia: mi debilidad es el campo para que aparezca la fortaleza de Dio, mientras más débil soy aparece mejor nuestro Dios en todo su esplendor y con toda su fuerza.
Ojala podamos decir con Pablo, cuando soy débil entonces soy fuerte, cuando aparezco como alguien que puede ser herido, que no tiene la fuerza para todo, allí surge la fortaleza de Dios que es la que nos da la fuerza para seguir sirviendo a los demás.
Esto es anunciar la Palabra de Dios, y la iglesia tiene esa misión. Cuando hablamos a todos los católicos de hoy en el momento que nos toca vivir y les recordamos que hace dos años hemos hablado de que justicia quisiéramos gozar en Bolivia, de cómo tiene que hacerse la justicia para no caer en el error y condenar a cualquiera y en cualquier momento, lo dijimos con claridad pero volvemos a pronunciar hoy y aparece algunos que se dicen creyentes y cristianos que dice que la iglesia está apoyando a este grupo en desmedro de los otros.
Nosotros como iglesia no estamos para apoyar a un grupo u otro estamos para lanzar un mensaje que tiene que ser escuchado por todos, por aquellos que forman grupos aparte o contradictorios, persecución constante a los grupos que quieren la paz, que quieren la vida que ya no quieren mas signos de muerte en ningún lugar.
Por eso es que nos duele cuando se pisotea un grupo humano como son los hermanos del Tipnis, nos duele y pedimos a todos mirar la dignidad de la persona, mirar la dignidad que tiene que ser reconocida, admitida, dignidad que puede ser reconstruida con un dialogo fecundo, claro, basado en la verdad y libertad y no en las amenazas, cosas pasajera, coyunturas que provocan violencia constantemente contra los más débiles.
Esa es la forma y manera de decir la palabra de vida que tanto ansia y quiere nuestro país porque es un país que desea la vida profunda verdadera y no la vida bonita solamente pintada para la fotografía.
Queremos una vida nueva pero que sea la vida que nunca termina, la vida de la pascua del Señor Resucitado.
En esta mañana hay algunos jóvenes que están en la eucaristía y están en búsqueda que esta palabra les abra los ojos y les de fuerza para buscar siempre aquello que nos va llevar a ser el bien a los demás.
Esta palabra también quisiéramos que nuestros hermanos jóvenes, de la congregación de los padres redentoristas que hoy nos acompañan, sea una palaba que nos lleve como misioneros del pueblo para llevarle esperanza, para llevarle al pueblo amor, para llevarle la enseñanza de que todos ante Dios somos iguales y que todos tenemos que trabajar por el bienestar, la paz y la justicia al alcance de los humildes ,de los sencillos y los que están abandonados.
Esta palabra del Señor puede llenarnos de alegría y entusiasmo hoy y podamos con San Pablo volver a decir “me alegro de ser débil porque así aparece en mí la fuerza del Dios de la vida”. AMEN.
Oficina de Prensa del Arzobispado de Santa Cruz.