Queridos hermanos en Cristo:
Nuevamente nos encontramos en esta Catedral, junto a muchas otras personas que siguen la transmisión de esta celebración a través de los medios de Comunicación. Todos con la misma actitud de orar, de escuchar la Palabra de Vida, para luego ponerla en práctica.
En este momento como comunidad reunida alrededor de la Mesa de la Eucaristía, enviamos a nuestro querido Pastor el Cardenal Julio un afectuoso y cordial saludo. Después de su último chequeo de salud, actualmente se encuentra en su casa, estoy seguro que en este momento nos acompaña a través de esta transmisión. Pedimos al Dios de la Vida que sea El, el Dios de la Vida quien le acompañe, le de fortaleza y salud a nuestro Cardenal, para que pronto pueda retornar a sus responsabilidades con buen ánimo y mucha fuerza.
Queridos hermanos:
El Evangelio de Juan que acabamos de escuchar, nos introduce a una realidad vivida por Jesús y la multitud que lo seguía. Es la historia de la separación de algunos de sus Discípulos que lo acompañaban y escuchaban todos los días.
Hasta ahora todo iba bien. San Juan escribe que sus Discípulos han creído en Jesús después de hacer el milagro en Caná de Galilea. No murmuraban cuando decía que “vino del Padre”. No dudaban tampoco cuando se proclamaba que “yo soy el Pan de Vida”.
La multiplicación de los panes sacia el hambre de ellos. En el significado de este gesto Jesús sigue explicando sobre el Pan de Vida. Los oyentes reaccionan de una manera muy humana, quieren proclamarlo como el Rey de todos ellos.
Quieren tenerlo para sus proyectos y fines económicos, políticos y hasta nacionalistas. Jesús no permite este secuestro y ser usado con esta finalidad. El vino con otro fin…”Soy Yo, no tengan miedo” La definición de sí mismo “yo soy la luz del mundo, yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; yo soy el que da la Vida.”
Queridos hermanos:
Que bonita escena del Evangelio de Juan: el discípulo más amado con otros Apóstoles recorren la tierra de Palestina acompañando al Maestro. Entre la multitud se encontraban aquellos que buscaban como acusar a Jesús por sus palabras y acciones.
El Maestro Jesús, habla de las cosas increibles “quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” Es el momento difícil para la fe de los oyentes, es más fácil para ellos aceptar y entender algunas normas morales aunque exigentes pero no cambiaban su manera de actuar.
Y de repente escuchan que Jesús quiere quedarse, entregarse en la Eucaristía, quiere ser alimento que fortalece su cuerpo y su alma y de esta manera quiere influir en la renovación de cada uno de ellos.
Puede ser que los oyentes lo entendieron al pie de la letra… No se trata de una comida, lo que Jesús quiere expresar. Los discípulos se austaron porque comprendieron que Jesús quiere estar y compartir con los suyos su vida, sus problemas, no quiere estar al lado de ellos, quiere habitar en ellos y quiere ser el centro de su existencia.
Los oyentes no aplaudieron a Jesús por lo que ha expresado de quedarse con los discípulos porque no entendieron, tampoco pedían explicaciones, no hacían preguntas. Después de escuchar las enseñanzas de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “es duro este lenguaje ¿Quién puede escucharlo?
Jesús sabe bien lo que pasa en los corazones y mentes de los que lo acompañaban. Explica sin ser preguntado. Las palabras que les dice son “Espíritu y Vida”
Desde ese momento muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejan de acompañarlo.
Jesús no intenta detenerlos, no cambia sus exigencias, no ofrece nada para reemplazar lo que dijo, al contrario aumenta aún más.
No dice que se equivocó, que no pensó así, que ellos lo entendieron mal.
Los Apóstoles tampoco salieron para explicar lo decía Jesús. Jesús exige la actitud clara de su elección por El, o se alejan de su compañía.
“¿También ustedes quieren irse?” Pregunta a los doce. Viendo la situación, no disminuye las exigencias. Mantiene un alto nivel y prefiere quedarse sólo y no negociar lo que da gran valor — la vida verdadera. No amplía la puerta, sino parece que la disminuye cuando dice que “hay que poner la otra mejilla” perdonando a los demás y a unos incondicionalmente, servir y no ser servido, no juzgar, dar sin esperar nada a cambio, no dar lo que nos sobra sino lo que nos es necesario, preferir ocupar los últimos puestos, colaborar a la construcción de un mundo más humano. Lo que pide Jesús es vivr como vivió El.
Muchos se retiraron y ya no caminaban más con El. Más fácil para ellos fue recorrer el camino difícil, pedregoso, lleno de polvo y tierra y el calor del día, hambre en lugar de abrir su mente y corazón para creer y entender.
Hay algunos que se retiran para siempre por la mala voluntad de otros. (p.j. centenares de jóvenes en Bolivia que han desaparecido durante este año 2012 – solo en Cochabamba 230 personas entre 14 a 17años. En Santa Cruz durante dos semanas en los barrios de una parroquia 5 jóvenes se auto-eliminaron o los eliminaron otros.)
Queridos hermanos:
Muy dramática es la pregunta de Jesús dirigida a los Doce:”¿también ustedes quieren irse?” En este momento Pedro a nombre de los Apóstoles profesa su fe: “Señor ¿a quién iremos? Tú tienes Palabra de Vida eterna, nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”. No dice a donde vamos a ir, sino a quien vamos a ir. Retirarse no es el problema, la pregunta siempre vigente: ¿a quién vamos a ir?
La fidelidad no es cuestión de quedarse o irse, es la persona a quien me uno para ir juntos, ir en la misma dirección, pensar y actuar de la misma manera. Esa persona es Cristo. La fe no significa firmar la lista de las verdades, sino acercarse a esa persona para que sea desde este momento el centro de mi vida y que dé sentido a esas verdades.
Cristo no es una “yapa” para nuestra vida sino es el Pan de la Vida. Fidelidad a Cristo no es un peso insoportable sino alegría de ser libres, caminar juntos, abrirse a todo tipo de novedades que El nos trae. La libertad que me otorga la amistad con Cristo y me obliga a ser claro en mis elecciones.
Queridos hermanos, después de escuchar la Palabra de Vida, a ti y a mi pregunta hoy Jesús ¿tú también quieres irte? ¿Qué le respondes?.
Como discípulos del Evangelio de hoy, somos gente de fe. No tenemos nada contra Dios hasta cuando Él esté lejos de mí.
Todo está bien cuando habla bonito de amor y sobre el cielo. Se pone más feo cuando el cielo quiere hacer de mi vida, cuando quiere transformarla.
En la Primera Lectura del libro de Josué donde el pregunta a todas las tribus de Israel: “si no están dispuestos a servir al Señor elijan hoy a quien quieren servir.” “El pueblo respondió: lejos de nosotros abandonar al Señor”…y el mismo Josué responde también: yo y mi familia serviremos al Señor.
Queridos hermanos, la pregunta está vigente: ¿tú también quieres irte? o ¿Por qué te quedas? ¿Estamos listos para aceptar el duro lenguaje de Cristo?. AMÉN.
Oficina de Prensa del Arzobispado de Santa Cruz.