CATÓLICOS INSTRUMENTOS DE UNIDAD y DE PAZ
Queridos hermanos y hermanas, cristianos y personas de buena voluntad.
Saludo cordialmente a las autoridades.
Reunidos en este lugar de oración, elevamos oraciones especiales al Dios Todopoderoso, Padre nuestro Señor Jesucristo, para dar gracias por el acontecimiento cívico del primer grito libertario, fruto de los altos ideales de hombres y mujeres de fe que buscaban lo mejor para nuestra Patria. Con oraciones pidiendo la paz y la unidad de los hijos de esta tierra bendita, al mismo tiempo abundantes bendiciones para nuestras autoridades nacionales, departamentales y locales.
Este encuentro de fe con el Señor está iluminado por la Palabra de Dios que corresponde a este viernes antes de la fiesta de Pentecostés, que Dios mediante celebraremos el próximo domingo y en medio del octavario de oración por la unidad de los cristianos que en este sexto día nos propone “dejarnos transformar por el amor de Dios”.
El amor es el tema central del evangelio que acabamos de escuchar.
Por tres veces, Cristo solicita a Pedro un compromiso de amor basado en el amor; así Jesucristo nos enseña a confiar plenamente en las personas. La respuesta del apóstol que traicionó al Maestro en la hora de la Pasión, sirve de contrapunto a la triple negación. Resalta la confianza total de Jesús, por no decir complicidad, que une al Hijo de Dios y Redentor nuestro a la persona de Pedro. Jesucristo nos enseña a confiar en las personas.
Tremenda pregunta: “¿Me amas más que estos?” (Jn 21,15). ¿Nos extraña esta pregunta de Jesús a Pedro? Pienso que a muchos sí, sobre todo cuando las cosas no se ven a la luz de la fe. Si se tratara de hacer un convenio económico, no se preguntaría semejante cosa. Pero Cristo y la Iglesia se fundan en el amor. El amor siempre es desmesurado. La fe y el amor si se mantiene solo dentro de los cálculos de lo razonable, no son más que caricatura.
La pregunta de Jesús no es, como a primera vista pudiera parecer, un reproche a las tres negaciones, sino la demanda de un amigo, Cristo, que sigue confiando en Pedro y le da el cuidado y guía de la nueva comunidad. Cristo ama a Pedro y por eso confía en él. Lo rehabilita de su pecado ante los otros apóstoles. Resulta sumamente consolador ver cómo Jesús perdona los pecados, las tres negaciones. Este es el modo de actuar de Dios cuando reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón por ellos. Este modo de ser de Dios se explica por su infinito amor a la persona. Dios ha optado por el hombre, lo ama y lo ha hecho objeto de su amor. Solo el amor se puede acercar al misterio del amor. “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo” (Jn 3,16).
En esta hora tan difícil para la humanidad donde crece tan rápidamente la violencia, la confrontación y la división es necesario reflexionar sobre la importancia de la convivencia, la tolerancia, la compresión, a lo cual no se puede llegar, sino existe en nosotros un auténtico amor que tiene su origen y fin en quién por definición expresa esta realidad. Ghandi decía: “el amor, aspiración de las almas a la comunión humana y a la solidaridad, es ley superior y única de la vida, ley reconocida por los sabios y expresada claramente por Cristo”.
A Cristo le ardía en su corazón el deseo de la unidad entre sus discípulos. Por ello y con ellos oró al Padre para que fueran uno, para que vivieran unidos. “Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en mi y yo en Ti” (Jn 17,21). El modelo de nuestra unidad, es Dios mismo, el amor del Padre y del Hijo. La unidad, mejor el amor, no es algo opcional en los miembros de la Iglesia de Jesús, es su identidad misma originada y animada por el Espíritu Santo, tampoco es una doctrina: la Iglesia de Cristo no puede ser un club ni una camarilla, es la familia de Dios, los hijos de Dios están llamados a ser sacramento de amor en el mundo.
La mayoría cristiana en nuestro país está llamada a reafirmar la unidad que hunde sus raíces en Cristo y en su Espíritu, Espíritu de verdad y de amor. Sólo alcanzaremos la unidad cuando Cristo sea todo en todos, la fe en Cristo debiera llevarnos a dejarnos quemar por el fuego del Espíritu Santo hasta consumirnos de amor.
El amor, dice el Papa Benedicto XVI no es sólo un sentimiento de unidad sino algo sin el cual es imposible pensar en un auténtico desarrollo. En su última encíclica “la Caridad en la Verdad” nos recuerda que una de las pobrezas más grandes que el ser humano puede experimentar es la falta de amor: “Una de las pobrezas más hondas que el hombre puede experimentar es la soledad. Ciertamente, también las otras pobrezas, incluidas las materiales, nacen del aislamiento, del no ser amados o de la dificultad de amar”.
Si llegamos a amar al estilo de Jesús, podremos hacer lo que queramos, seguros de que cumplimos la ley de Cristo, pues si amamos de verdad, vamos a querer lo que Él quiere que hagamos, como san Agustín decía: “Ama y haz lo que quieras”. La clave de la observancia del cristianismo es el amor. El amor es el que libera. El egoísmo, que es lo más fácil y más corriente, es lo que esclaviza por eso la opción por el verdadero amor es lo que libera, es lo más escaso y difícil.
Ahora, cuando estamos celebrando la Eucaristía, el sacramento mandado por Cristo en su memoria, para actualizar el sacrificio de la cruz, es el signo del amor de Dios, sello definitivo del amor. La vivencia de este amor nos hará capaces de mantenernos firmes para ser instrumentos de unidad y de paz.
Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
ARZOBISPO DE SUCRE
Sucre, 25 de mayo de 2012