Análisis

DIPLOMACIA DE LOS PUEBLOS

Comentaba el fotógrafo de la OEA que una de las cosas más positivas de la 42 Asamblea General, que se llevó a cabo este junio en Tiquipaya, era ver participar a la gente del pueblo, tanto del acto inaugural como de las reuniones con el Secretario General del organismo hemisférico. “Esto es algo que nunca se dio”, mencionaba el fotógrafo, haciendo alusión a anteriores Asambleas, reservadas a las elites diplomáticas.

De continuar así, con la inédita participación popular, la 42 Asamblea hubiera marcado un antes y un después en la OEA y bien podría haberse hablado, con propiedad, de la “diplomacia de los pueblos”, como quiere hacerlo el Gobierno. Sin embargo, pronto se vio que esto era sobre todo una ilusión, que escondía el deseo de proyectar, a como dé lugar, al líder político del MAS como figura política internacional.

¿Cómo puede explicarse sino el culto a la personalidad que se hizo de Evo, primero, empapelando Cochabamba con su fotografía y luego proyectando en la inauguración un documental de Jorge Sanjinés, de dos horas de duración que lo equiparaba con Túpac Katari o Zárate Willca?

Como si eso no fuera suficiente, el MAS llevó una numerosa barra al acto inaugural que aplaudía rabiosamente cualquier intervención de Evo, mientras abucheaba ruidosamente a los cancilleres de países considerados rivales de Bolivia, entre ellos la de Estados Unidos o de Chile.

Me pregunto también cuán útil habrá sido seguir las relaciones internacionales de Evo y querer conformar un bloque “Alba” al interior de la 42 Asamblea con el objetivo, entre otros, de aislar a los Estados Unidos y cambiar la sede de la OEA. No lo sé, pero aparte de las agrias discusiones que tuvo este bloque, entre otros, con la Secretaría General de la OEA no veo que haya sacado mayores resultados.

En medio de ello, la Cancillería boliviana cometió un traspié tras otro en el protocolo, pues su bisoño personal no está entrenado en estas lides diplomáticas.

¿Que la demanda marítima está mejor encaminada ahora que en 1979? No lo sé, pero lo que sí se vio fue que Bolivia no recibió el respaldo en la OEA que, por ejemplo, Argentina tuvo para su demanda sobre las Malvinas. Aún así, ninguna de las dos avizora, ni siquiera en el mediano plazo, una solución a sus reclamos.

¿Habrá pensado en todo ello el Presidente? ¿El Canciller boliviano habrá lamentado haber cambiado a la mayoría del cuerpo diplomático que sí tenía experiencia en organización de eventos internacionales?

No lo sabremos, pero lo que sí sucedió fue que, luego de finalizada la Asamblea, el canciller chileno, en una jugada diplomática, se llevó en visita a Chile y en su avión particular a varios de los cancilleres que asistieron a la cita.

Mientras tanto en Tiquipaya los bolivianos seguíamos bailando al son de la banda hasta las dos de la madrugada, lo que extrañamente me recuerda el episodio de 1879, cuando Chile invadía Antofagasta y en La Paz estábamos celebrando el carnaval.

El autor es docente universitario