Después de las fiestas carnavaleras, la iglesia católica inicia este Miercoles de Ceniza, el tiempo de cuaresma. No como una “artimaña de la Iglesia para recibir adeptos tras haber pecado mucho,” como lo había mencionado algún hermano comunicador de la televisión. Tampoco es un tiempo sombrío y triste propia de una espiritualidad evasiva, que tan solo con poner cara larga de penitente, se tiene todo el cielo ganado.
Con las palabras “Conviértete y cree en el evangelio” al imponer la ceniza, recordamos nuestra naturalidad humana, frágil y finita, pero también nos recuerda nuestra condición de hijos de Dios.
La ceniza resulta de las palmas quemadas, que se usaron en el Domingo de Ramos del pasado año. Esto nos hace entender el primer sentido de esta cuaresma; pues muchas veces somos tan solo palabras de alabanza, muy llenas de Teología como la muchedumbre que recibió a Jesús, y nos olvidamos de la verdadera alabanza que parte de nuestras vidas, de cómo somos. Y la propuesta es, qué estamos dispuestos a volver cenizas en nuestras vidas; aquellos nuestros egoísmos, las superficialidades, los placeres vanos y lo que está en boga, como es el egocentrismo. Esta última palabra la uno al mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para esta cuaresma.
“Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Hb 10, 24) Es el texto bíblico que utilizó el Papa para el mensaje cuaresmal de este 2012. En su reflexión hace énfasis en tres aspectos 1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano. 2. “Los unos en los otros”: el don de la reciprocidad. 3. “Para estímulo de la caridad y las buenas obras”: caminar juntos en la santidad. Pero esto no solo caridad en el dar cosas, como si el mundo de Dios fuera solamente material, sino en lo espiritual, que habríamos dejado de lado hace mucho tiempo.
La cuaresma de este año nos invita a cambiar nuestra forma de vivir y estar pendientes de nuestros hermanos; y para ello necesitamos el alimento que nos dará la fuerza para hacerlo. El mejor alimento lo encontraremos en la Palabra y la Eucaristía, puesto que la misa no solo para llevar a los Santos a escucharla, ellos ya son santos, los que necesitamos de la misa somos aquellos que seguimos en esta tierra.
Recordemos que la vida no termina aquí, pues hay un lugar dónde continuarla. La cuaresma no termina con la Semana Santa en un Viernes Santo, al contrario, continua con un Cristo Resucitado, donde también llegaremos.
¡A vivir esta cuaresma! La religión no es doctrina, es vida.