La Habana, 26 de marzo de 2012 / Benedicto XVI arribó en horas de la tarde de este lunes 26 de marzo a tierra santiaguera, como peregrino de la Caridad, en lo que es la segunda parada de una visita apostólica de seis días a México y Cuba.
A su llegada al oriente cubano, el Santo Padre fue acogido por el presidente cubano Raúl Castro Ruz, quien le manifestó que Cuba lo recibe con afecto y respeto y se siente honrada con su presencia”.
En un discurso que se mantuvo fiel a la acostumbrada retórica oficial, el presidente aseguró a Su Santidad que la “Constitución cubana consagra y garantiza la plena libertad religiosa de todos los ciudadanos y, sobre esa base, el gobierno guarda buenas relaciones con todas las religiones e instituciones religiosas en nuestro país”. El gobernante cubano destacó la solidaridad e instrucción de un pueblo que “se ha propuesto alcanzar toda la justicia y ha hecho grandes sacrificios”.
Previo a las palabras de Su Santidad Benedicto XVI y en el primer momento de de una ceremonia en la que se extrañó la presencia de un público mucho más numeroso, y en la que no pudo destacarse el júbilo de un pueblo ansioso por la llegada del Santo Padre, el presidente Raúl Castro logró dar un giro en su discurso cuando presentó a la Virgen de la Caridad del Cobre, en el cuarto centenario de su hallazgo y presencia en Cuba, como símbolo de cubanía y protagonista esencial de la historia nacional. En consonancia destacó que la reciente peregrinación de la Virgen por todo el país, “unió a nuestro pueblo, creyentes y no creyentes, en un acontecimiento de gran significado”.
Por su parte, el Santo Padre, en un buen español, recordó la histórica visita a Cuba de su predecesor, el Beato Juan Pablo II, cuya estancia entre los cubanos fue como una “suave brisa de aire fresco que dio nuevo vigor a la Iglesia en Cuba y abrió una nueva etapa en las relaciones entre la Iglesia y el Estado, con un espíritu de colaboración y confianza”.
A su llegada a Cuba, Benedicto XVI destacó uno de los temas que está hoy sobre la mesa: la aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad, “un aspecto, dijo, en el que se puede y debe avanzar”.
El Papa manifestó su complacencia por unirse a la alegría que vive hoy la Iglesia en Cuba con motivo del Año Jubilar por la celebración del cuatrocientos aniversario del hallazgo de la bendita imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, cuya compañía ha estado presente tanto en la vida personal de los cubanos y en los grandes acontecimientos del país, de modo muy particular durante la independencia de la Nación. “La devoción a la Virgen Mambisa, agregó, ha sostenido la fe y ha alentado la defensa y promoción de cuanto dignifica la condición humana y sus derechos fundamentales”.
Benedicto XVI llegó a Cuba como peregrino de la Caridad y para confirmar a los cubanos en la fe, así lo manifestó a su arribo al Aeropuerto Internacional de Santiago de Cuba. “Siguiendo la estela de tantos peregrinos a lo largo de estos siglos, también yo deseo ir a El Cobre a postrarme a los pies de la Madre de Dios, para agradecerle sus desvelos por todos sus hijos cubanos y pedirle su intercesión para que guie los destinos de esta amada Nación por los caminos de la justicia, la paz, la libertad ay la reconciliación”.
Su Santidad Benedicto XVI dijo a los cubanos conocer sus aspiraciones y deseos, “dondequiera que se encuentren”, en especial de los jóvenes y los ancianos, los adolescentes, los niños, los enfermos, los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados.
Al referirse a la crisis económica que atraviesan hoy muchas naciones del mundo, el Santo Padre precisó que el más profundo conflicto es de tipo espiritual y moral, que “deja al hombre vacío de valores y desprotegido frente a la ambición y el egoísmo de ciertos poderes que no tienen en cuenta el bien auténtico de las personas y las familias”. Al respecto insistió en que el progreso verdadero tiene necesidad de una ética que coloque en el centro a la persona humana y tenga en cuenta sus exigencias más auténticas.
Luego de su bendición a la tierra cubana y a sus hijos, Benedicto XVI subió al Papa móvil que lo condujo por las calles santiagueras y le permitió saludar al pueblo que salió a darle la bienvenida a uno y otro de las calles.