Análisis

¿BUENO O MALO?

Qué un Presidente no sepa de un operativo policial de represión a gente inocente, ¿es bueno o malo?

Es bueno porque lo exime de culpa, pero no totalmente porque él disparó las primeras palabras para construir al enemigo a ser reprimido desde antes de la medida, insultando a los indígenas marchistas, descalificándolos, llamándolos traidores, vinculándolos sin prueba alguna con actividades ilícitas y, finalmente, burlándose del acuerdo que asumió con ellos y ellas que caminaron durante 65 días para preservar su casa.

Es malo porque no es posible que el Primer Mandatario del país no sepa lo que  hacen sus colaboradores, disponiendo operativos de represión contra sus hermanos, financiando compras de cintas masquin, gasolina, agua para los represores y contratando buses para transportar a las víctimas.

Es bueno porque demuestra que tenemos un Presidente de buen corazón, incapaz de ordenar la violación de derechos humanos de gente excluida, que lo único que hacía era caminar como lo hizo Tomas Katari en 1780, cuando recorrió a pie desde Pocoata hasta el Virreynato de Buenos Aires en defensa de sus tierras.

Es malo porque el mundo globalizado pregunta: entonces, ¿quién gobierna Bolivia? ¿Cómo es posible que el Jefazo no sepa lo que hacen los jefecitos? ¿Dónde perdió la cadena de mando o quien la usurpó? Pero no recibe respuesta

Es bueno porque tenemos un Presidente que deja operar con autonomía a sus ministros, dejándoles asumir decisiones fundamentales que sólo pueden ser tomados en gabinete.

Es malo porque devela que el Presidente sigue siendo Morales, pero “cedió” el gobierno a otra persona que practica la estrategia del poder detrás del poder, que consiste en hacer creer al jefazo que quien manda en Bolivia es él y sólo él, a quien, sin embargo, el gobernante lo ignora en decisiones importantes.

Es bueno porque Bolivia cuenta con un Presidente leal a sus ministros, así éstos le hagan quedar mal y golpeen su imagen con acciones inconstitucionales, difíciles de explicar luego a la conciencia pública sino es a través de la mentira.

Es malo porque el país tiene un Presidente inconsecuente con sus ideas al no haber echado con ignominia a un ministro que osó violar los derechos humanos y le puso el epitafio a su imagen de defensor de los indígenas y la Madre Tierra.

Es bueno porque desnudó a un gobierno que no tiene ninguna intención de descubrir la verdad sobre la represión y menos identificar con el dedo de la justicia al responsable de haber dado la orden para golpear a los marchistas.

Es malo porque la solicitud del gobierno de investigar el caso, incluso con la participación de organismos internacionales, sirvió para impermeabilizar la imagen de Evo Morales, mostrando una intención de encontrar la verdad, cuando la verdad era esconderla.  

Y finalmente, dos preguntas a consideración de usted.

Si nunca hubo intención ni menos se asumió la decisión de reprimir a inocentes, ¿por qué el Presidente Morales, en lugar de insultarlos, no impartió a sus ministros y a la Policía una orden positiva en los siguientes términos: “no toque ni un pelo a mis hermano, déjenlos marchar, yo hablaré luego con ellos y ellas”?

Si Sacha Llorenti no instruyó la represión, ¿por qué cuando le informaron que se había precipitado el operativo no ordenó parar la intervención y esperó casi 24 horas para romper el silencio gubernamental entre el domingo 25 y lunes 26 y mentir tres veces en menos de seis horas?

¿Malo o bueno? Como usted quiera. Pero a partir de los hechos, las declaraciones de los protagonistas, las mentiras del gobierno y el informe de la Defensoría del Pueblo, la decisión de la represión fue tomada no sólo por Sacha, sino en consulta con otras autoridades, entonces no basta discutir sobre quién apretó el gatillo, sino descubrir al autor intelectual.